LAMBÁN, EN SU EXILIO INTERIOR
“Una de las cosas por las que pasaré a la historia es por haber exhumado los restos del dictador”. Lo dijo Pedro Sánchez en el homenaje a la escritora Almudena Grande en el Ateneo de Madrid, el pasado lunes. Mal vamos cuando un presidente del Gobierno está pensando en pasar a la historia, o incluso si toma decisiones pensando en pasar a la historia. Y no parece que le traicionara el subconsciente. Eso sí, Sánchez al menos estuvo a la altura homenajeando a la escritora, frente al alcalde Almeida, quien con escasa cintura y mucho sectarismo se negó a considerar su nombramiento como hija predilecta de la ciudad donde nació. Entre los hijos predilectos de Madrid figuran Julio Iglesias, Raphael; Carandell, Simeón de Bulgaria o la hija de Franco. Tampoco era tan difícil.
Javier Lambán, el presidente de Aragón, vive en el PSOE como si fuera un exilio interior desde que lo lidera Pedro Sánchez. Aunque nunca ha ocultado su antipatía con el líder socialista y su rubalcabismo militante, esta semana fue más lejos de lo habitual, al menos en público, que en privado lleva diciendo lo mismo desde hace años a quien lo quiere oír: “Mejor le hubiera ido a este país si Javier [Fernández, ex presidente de Asturias] hubiera asumido esa responsabilidad [la secretaría general del PSOE]”. Balas gratuitas para el adversario político. Rectificó rápido Lambán y dijo que sus palabras fueron “desafortunadas” e “inoportunas”. Reiteró su lealtad con el Gobierno de Sánchez, su alineación con su líder y todo lo que se le ocurrió para salir de un atolladero provocado, por supuesto, por “las interpretaciones que en modo alguno tenían que ver con lo que yo quería decir”. Lambán puede ejercer su libertad de expresión y decir lo que le plazca pero lo que no debería es hacer el ridículo.
Una pintura de Javier Moscardó de una mujer con bikini de corazones, a la que se ve parcialmente y de espaldas, mirando plácidamente el mar Mediterráneo, y que es la etiqueta de un vino blanco de la bodega Almázcara Majara ha sido censurado por el Instituto de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Igualdad porque “cosifica a la mujer” al presentarla como “un objeto sexual”. Aunque el Instituto, haciendo un Lambán, rectificó en 24 horas y anuló la censura. El asunto es que mirando bien la etiqueta no se observa esa sexualidad desafiante y cosificadora por ningún lado. Más bien, la pintura destila el plácido relax de un día de playa en el Mediterráneo (Cadaqués, según el autor) con cierta luz a lo
Sorolla. Serán los ojos que miran, claro. Moscardó está que trina tanto por sentirse constreñido en su trabajo “el arte se comenta pero no se discute, si no estaríamos todo el día pidiendo permiso”. Moscardó lleva 45 años pintando cuerpos semidesnudos de hombres y mujeres en las playas mediterráneas. La etiqueta del vino existe desde hace 14 años y el cartel lleva diez colocado en la vía pública. Las políticas feministas –tan necesarias– han experimentado una radicalización que las aleja en algunos aspectos del sentido común y sobre todo es una práctica cuestionable que el Instituto actúe de oficio por algunas denuncias anónimas con afán delator. ¿Cuál es el criterio? Y así vamos, mutilando obras de arte y viendo sexo donde solo hay una señora mirando el mar. Si el vino vende más no será por la inspiración morbosa de una señora en bikini sino por la promesa del placer sereno y la felicidad que invoca ese día de mar y sol.
No va a tardar mucho el momento en el que los pasajeros que viajen en avión puedan utilizar sus móviles durante todo el vuelo, tanto para llamadas como para datos. La CE va a reservar frecuencias de la nueva oferta de 5G para ese fin mediante una conexión por satélite. La banda específica no interferirá con los aparatos electrónicos del avión. Así que siempre que las condiciones atmosféricas lo permitan y el comandante no lo prohíba explícitamente atendiendo a necesidades del vuelo, se podrá hablar desde el avión como desde el autobús de línea. Pero las buenas noticias siempre tienen letra pequeña. Por un lado, el coste. Será posible, pero no gratis. Las operadoras podrán cargarle una tarifa extra de itinerancia ya que en vuelos largos necesitará conectarse a las redes de más de un país. La segunda mala noticia es el fin de la paz de los aviones. Ese silencio se ve amenazado como ya ocurrió con el AVE y en cualquier espacio público habitado por humanos con un móvil en la mano. Según se mire, a veces el progreso no es tal.