Diario de Jerez

La fe se agrieta en La Granja

● La iglesia de San Miguel, en la barriada de La Granja de Algeciras, lleva 14 meses cerrada por las grietas que asoman en sus muros y la escalinata de acceso

- Gloria Sánchez-Grande

“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”, dijo Jesús a los judíos en Jerusalén. Peor suerte corre la parroquia de San Miguel, en la barriada de La Granja en Algeciras, que lleva catorce meses cerrada, cuando las grietas asomaron en una de las naves. Desde entonces, la eucaristía se oficia en un viejo contenedor prefabrica­do pertenecie­nte al grupo de los boy scouts.

“Aquí salen ratas como conejos”, cuenta el sacerdote Paco Castillo. Fue él mismo quien solicitó al Ministerio de Educación que aquel módulo, donde en los años 70 y 80 se impartían clases de prescolar en el antiguo colegio Adalides, sirviera para acoger a los scouts de San Miguel. “Yo fui maestro y después director del Adalides durante más de 25 años”, comenta el sacerdote que también militó en la CNT. “Tiene ya sus años el contenedor, si bien es cierto que los padres de los críos le hacen sus arreglitos”.

“Mi nieta, que está en catequesis, lleva dos años sin saber qué es un sagrario”, lamenta el eclesiásti­co.

EL BARRACÓN DE LOS SCOUTS

Este párroco oriundo de Tarifa, viudo, con tres hijas y seis nietos, jamás imaginó que acabaría oficiando misa en un barracón. El altar improvisad­o comparte espacio con los juegos de los

scouts, una diana, una pizarra con tizas de colores y un dibujo de Mowgli, el protagonis­ta de El libro de la selva, a escasos centímetro­s de un Cristo y un reclinator­io. En unas cajas de lata, junto a un bote con lápices y tijeras, el cura guarda las blancas y redondas obleas que representa­n el Cuerpo de Cristo. En una alacena bajo llave, el vino para consagrar. “Lo del cerrojo es para evitar tentacione­s entre los

scouts más mayorcitos”, comenta con humor. “El domingo pasado, antes de la eucaristía, el módulo estaba lleno de sacos de dormir porque los chicos habían tenido una reunión. Cuando ellos se van, nosotros empezamos a poner las sillas para la misa. Así nos ayudamos”, añade.

Antes de que apareciera­n las amenazador­as grietas, San Miguel se llenaba los fines de semana a la hora de misa. Ahora sólo una treintena de feligreses acude a la sede scout. “En el contenedor tampoco caben más”, explica Castillo entristeci­do, que también tiene que lidiar con el calor asfixiante en verano y las goteras en invierno. Para confesar a los parroquian­os, se los lleva al porche. “A veces salen las ratas”, comenta.

“Yo lo entiendo. Mucha gente prefiere coger el coche y acudir a La Palma”. Para este cura, que lleva en la parroquia de San Miguel desde la década de los 80, primero como diácono y después como sacerdote, oficiar la eucaristía en un espacio sin sagrario ni imágenes es “una fatalidad”. “Los niños me preguntan. ¿y aquí dónde vemos la vela?”. Tampoco puede celebrar bautizos, comuniones ni bodas desde septiembre de 2021.

Castillo lleva cuatro meses como sacerdote responsabl­e de la

parroquia de San Antonio, en Las Colinas, algo que le da un poco de margen. “Habitualme­nte, bautizo a los niños de La Granja en Las Colinas y los inscribo en San Miguel”, cuenta resignado.

Confiesa que el pasado Jueves Santo, al no poder celebrar los Oficios, se encerró solo en el barracón scout. Todavía se le saltan las lágrimas al recodarlo.

SIN RESPUESTA DEL OBISPADO

La parroquia de San Miguel Arcángel se construyó en 1962 en una elevación del terreno frente a la actual autovía a Málaga. “Los cimientos son muy pobres”, explica el sacerdote señalando una gran cruz de mamposterí­a que da paso a una especie de pequeño atrio. “La levantaron los propios vecinos”.

En septiembre de 2020, Castillo comunicó a Cádiz por primera vez que estaban apareciend­o rajas. Estas asomaron en un anexo al templo donde se encuentran una cocinilla, aseos y unos pequeños despachos parroquial­es donde se organizaba­n las reuniones de los catequista­s y del consejo pastoral. Al poco, se vino abajo el falso techo del baño. A plomo. “Podría haber ocurrido una desgracia”, lamenta el cura. “Desde entonces, el agrietamie­nto ha ido en aumento”. Y lo más preocupant­e es que el añadido está tirando de los muros de la iglesia.

“No imagina lo duro que resulta no poder llevarle flores a nuestra Virgen del Carmen en San Miguel. El barrio siente por ella una enorme devoción”, continúa ante la bonita imagen marinera Castillo quien, cada vez que se dirige al Obispado de Cádiz buscando una solución, le responden que están estudiando el caso. “El arquitecto diocesano ha venido aquí varias veces, pero el tiempo pasa y nadie dice nada”, concluye el pastor. Lo único que han hecho en este tiempo es la realizació­n de unas catas en el terreno.

“NI QUE FUERA EL ESCORIAL”

“Algeciras está muy lejos de Cádiz”, es el diagnóstic­o que realiza Pepe Ramírez, director de Cáritas en La Granja. “Si esta iglesia llega a estar en Cádiz, ya la habrían arreglado”.

“¿Qué clase de Navidad vamos a celebrar aquí? O el Adviento.

El Belén no cabe”, se pregunta Ramírez, aludiendo al deslucido contenedor prefabrica­do a los pies de San Miguel. “¿Y en Semana Santa? Nos duele mucho tener que acudir a otra parroquia un Jueves Santo”, añade. Al igual que el padre Castillo, se siente hastiado después de catorce meses esperando una decisión por parte del Obispado. “Que nos digan algo. Cada vez que preguntamo­s responden que están estudiando el asunto. Ni que la parroquia de San Miguel fuera El Escorial”, responde con impotencia el responsabl­e de Cáritas.

Ni las 900 firmas enviadas por los vecinos de La Granja han servido para agilizar los trámites. “Sólo pedimos informació­n. ¿Qué van a hacer? ¿Van a tirar el anexo? ¿Cuánto dinero va a aportar el Obispado para su arreglo? Con estos datos, luego ya trabajarem­os nosotros y, poquito a poco, se iría arreglando”, detallan mientras observan las grietas.

“Jesús siempre estuvo al lado de los marginados”, reflexiona Castillo a orillas de la escalinata resquebraj­ada que culmina en San Miguel, con la voz a veces ahogada por los cláxones de la autovía. Si se le pregunta cuál es su opinión sobre la demora del Obispado, responde con un “no me tires de la lengua”. “Yo, como sacerdote, he llorado mucho. Tremendame­nte”, concluye.

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REPORTAJE GRÁFICO: ERASMO FENOY El cura Paco Castillo muestra el interior del contenedor de los scouts habilitado para oficiar misa en La Granja.
 ?? ?? Una de las grietas que amenazan la iglesia de San Miguel, en La Granja.
Una de las grietas que amenazan la iglesia de San Miguel, en La Granja.
 ?? ?? Una de las grietas en las dependenci­as parroquial­es.
Una de las grietas en las dependenci­as parroquial­es.
 ?? ?? Paco Castillo desciende por los escalones hundidos de San Miguel.
Paco Castillo desciende por los escalones hundidos de San Miguel.
 ?? ?? Castillo muestra el interior del templo, precintado desde hace meses.
Castillo muestra el interior del templo, precintado desde hace meses.
 ?? ?? Las sillas apiladas donde se sientan los feligreses.
Las sillas apiladas donde se sientan los feligreses.

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