De Jerez al mundo
● La ciudad vive intensamente estos días al reclamo del flamenco, escaparate mundial
Jerez suena estos días a taconeo, rasgueo de guitarra y cantes flamencos de todos los estilos, desde saetas -incluso bailadas, como hizo el Grilo- hasta, cómo no, la bulería, el sentimiento festero por excelencia. Es el Festival de Jerez, que recibe un año más con los brazos abiertos a amantes del flamenco de dentro y fuera de la ciudad, una convocatoria mundial en la que artistas, aficionados y público se encuentran y se juntan para renovar su profesión de fe y su amor por el baile flamenco y la danza española.
Pero el Festival es mucho más: se trata de un espacio para el descubrimiento y el aprendizaje, que invita no solo a mirar sino también a participar de una experiencia única y genuina y ahí están los cursos y talleres, exposiciones y muestras llenos de lugareños y foráneos dispuestos a dar una pataíta y a aprender el compás, y ahí están las peñas, ejemplo de cómo Jerez recibe a los visitantes y genuino escaparate de las tradiciones de la ciudad, donde se pueden saborear, además del cante, el toque y el baile, la gastronomía más popular y los caldos de la tierra en un maridaje que no tiene igual en todo el mundo y que es la receta que ha convertido a Jerez en general y al Festival en particular en el epicentro universal del flamenco.
Con el trasnoche como telón de fondo, el centro se anima con el ir y venir de los visitantes que acuden a la ciudad al reclamo del Festival en lo que sin duda es cita obligada en el calendario del flamenco. Jerez obliga porque Jerez ofrece, y la prueba es que los que visitan la ciudad por primera vez durante el Festival no dudan en repetir. Bienvenidos a la cuna del flamenco.