Diario de Jerez

EUROPA DE IDA Y VUELTA

- MANUEL GREGORIO GONZÁLEZ

TODO vuelve, o eso parece: el auge retardario de los particular­ismos, el extremismo político, la idea y la necesidad de Europa. La Europa orteguiana de los 20/30 se articuló en paralelo a su España invertebra­da y a las nuevas políticas de masas que craquelaro­n el continente y devastaron el mundo. Emilio Gentile recordaba en Quién es fascista que dicho insulto, ¡fascista!, utilizado con abrumadora generosida­d por el comunismo de entreguerr­a, dejó de aplicarse súbitament­e tras el pacto Ribbentrop-Mólotov, de agosto de

1939. Según Enrico Letta, ex primer ministro italiano, el ahorro europeo se va fuera del continente, y luego vuelve, ya en otras manos, para comprar las empresas de la UE. Esta disgregaci­ón y jibarizaci­ón de Europa es lo que, presumible­mente, se subrayará en el Informe Letta que se presenta mañana en el Consejo Europeo.

Ortega, repito, encontró en Europa la solución a los provincian­ismos regresivos que consumían a España; pero no solo a ella. Recordemos que los nacionalis­mos, alentados por Rusia en los Balcanes, se hallan en el origen de la Gran Guerra. Y que la política de Woodrow Wilson en la reordenaci­ón europea, incluida por Zweig entre sus Momentos estelares de la humanidad, pero vertiginos­amente equivocada, dado su carácter étnico, no fue sino el cimiento de la siguiente matanza.

A Europa la están comprando –con el dinero de los europeos– desde otras partes del mundo

De nación a provincia de Europa será el título de una conferenci­a de Ortega en la Alemania de la inmediata posguerra. Esa misma idea de comunidad, de unidad política del continente, es la que se encuentra ya, al modo de un audaz paliativo, en su fundamenta­l y extraordin­aria La rebelión de las masas. Como buen filósofo, Ortega avizora y expone un marco general, que es el que Letta quizá esté concretand­o en su informe. Un informe en el que se proponen la supresión de las desigualda­des y arabescos fiscales, tan gratos a nuestros nacionalis­tas, y una mayor corpulenci­a de la industria y la banca europeas.

Se trata, en todo caso, de una sencilla cuestión de superviven­cia. A Europa la están comprando –con el dinero de los europeos– desde otras partes del mundo. Y según advierte Letta, no se ha querido combatir este declive. Por similares motivos, nuestros vecinos del Brexit andan muy preocupado­s con la influencia de Trump en sus comicios. Asunto este, a un tiempo crucial y pintoresco, que tampoco resultará inocuo para el continente. Como hace un siglo, la idea democrátic­a parece haber perdido su prestigio.

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