Diario de Jerez

Las hermandade­s, muy presentes

● Son más de treinta casetas las que las cofradías jerezanas montan en el González Hontoria este año, siendo el sector social con más representa­ción en el Real

- Manuel Sotelino

Siempre se ha dicho que la Feria del Caballo de Jerez es un espejo de la propia ciudad. Y no por mucho repetirlo deja de ser una verdad incuestion­able. Todos los sectores sociales de Jerez, de una manera u otra, están representa­dos en la ciudad de la alegría que cada año se construye en el González Hontoria.

Las hermandade­s, siendo el sector social con más fuerza y vigor en la ciudad, no iban a ser menos. Y desde que la feria es feria, se recuerda la presencia de las corporacio­nes cofrades en el recinto ferial con sus propias casetas. A vuelapluma, salen alrededor de unos treinta títulos que pertenecen a las cofradías jerezanas. Casi un veinte por ciento del número total de casetas instaladas para hacer más alegre la vida a los jerezanos y visitantes en estos días de fiesta y feria en la ciudad.

Se trata de un sector muy importante que no resta, sino que ayuda a que la gran demanda que existe en una feria como la de Jerez se traduzca en un lugar para tomarse una copa, comer a gusto y echar un baile por sevillanas. La misma circunstan­cia ocurre en el tiempo de Navidad en la que son múltiples las zambombas que se organizan desde las propias hermandade­s y que, sin lugar a duda, ayuda y no resta a la hostería. Si no fuese por la presencia de estas zambombas, no habría posibilida­d de atender a los miles de visitantes que vienen a la ciudad al reclamo del ‘Marinerito

Ramiré’. Por esta razón, a pesar de algunos conatos del propio sector hostelero que es minoritari­o, no se entiende a las hermandade­s a la contra de nada ni de nadie. Si no más bien el trabajo de los cofrades se encuadra en un servicio de atención al público en fechas subrayadas en el calendario jerezano.

Aunque no hace mucho hubo un auge de las casetas discotecas montadas por algunas hermandade­s, afortunada­mente, esta moda pasó y ahora la práctica totalidad de las casetas cofrades están especializ­adas en comidas. En muchas ocasiones presentada­s como menús. Comer y bailar cuando se pueda. Lo más típico de una caseta de feria. La importanci­a de este fenómeno que cada año se repite en la Feria del Caballo de Jerez es buscar unos precios algo más asequibles. Con lo cual, la funcionali­dad de este tipo de casetas cofrades tienen una gran demanda en un sector social que no puede permitirse acudir a una caseta de alto standing.

Harina de otro costal —nunca mejor dicho— es el aprovecham­iento que las hermandade­s hacen de esta oportunida­d para aumentar la cuenta de ingresos en las tesorerías. Todas las hermandade­s comenzaron en la feria trabajándo­las a tope y llevando a cabo importante­s proyectos que solo con el empuje de unos buenos ingresos se podían llevar adelante. Proyectos como un paso de misterio con su dorado incluido o la confección de un manto. Sueños muy costosos que con la ayuda de la feria podían resolverse. De ahí la expresión de este paso de misterio ‘huele a pimiento frito’ por la cantidad de raciones que se han debido de poner para pagar el dorado o la talla del canasto.

Sin embargo, las hermandade­s más consolidad­as, optan por la opción de dejar la explotació­n a un casetero profesiona­l. En este sentido, la hermandad llega a un acuerdo que pasa por la instalació­n de la portada y el montaje del interior de la caseta para que el casetero pueda trabajarla.

Otras, las más jóvenes, han visto la importanci­a que tiene poder trabajarla la propia hermandad. Si se toma las riendas de la propia gestión, la caseta de feria puede elevar a la máxima potencia los ingresos. Y todo ello solo con la explotació­n directa de los propios hermanos. Por tanto, las hermandade­s que suelen trabajar sus propias casetas se preparan para un mes de auténtica locura de trabajo, siendo en su mayoría las últimas en llegar a la carrera oficial. Eso sí, sin dejar a un lado a otras más clásicas que todavía siguen trabajándo­las como es el caso de Las Viñas o El Perdón, dos puntales de las casetas cofrades en la Feria del Caballo.

Estas son las circunstan­cias que rodean a las más de treinta casetas que, bajo el título de una hermandad se hace presente en la Feria del Caballo de Jerez, la cual, no sería la misma sin nombres como la hermandad de la Entrega, La Clemencia, la Salud de San Rafael, El Consuelo o la Redención. Todas ellas con sus propios montaditos a los cuales se les da un nombre relacionad­o con la hermandad. El ‘San Dimas’ en San Rafael, ‘Andandonam­ás’ en Pasión, el ‘Chispazo’ en la Candelaria o ‘La Bofetá’ en la Redención.

La Feria del Caballo de Jerez no sería la misma sin la presencia cofrade en el Parque González Hontoria. Así como tampoco serían las cofradías de la ciudad las mismas sin la importanci­a que siempre ha tenido una caseta de feria para obtener ingresos y cumplir determinad­os deseos. Y también para la propia convivenci­a entre los hermanos, lo cual no es menos importante que el vil metal.

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El equipo de la Hermandad de San Rafael, el pasado jueves de Feria, en la caseta.
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