Diario de Jerez

Viajar con los libros

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SEGURO que algunos de ustedes están preparando ya el viaje de este verano. Viajar es un placer que hoy en día es bastante habitual, pero no siempre ha sido así. En el siglo pasado el célebre artista japonés Mitsumasa Anno tuvo la suerte de viajar por varios países de Europa y debió quedar fascinado, si nos fijamos en el gran trabajo miniaturis­ta que dejó plasmado en su serie “Los viajes”, publicada en España en los años 70 y reeditada ahora por Kalandraka. Desde su particular mirada de pájaro, el pintor retrata escenas de vida cotidiana que ayudan a comprender cómo era el día a día de países como Italia, Japón o Gran Bretaña. Su obra está llena de referencia­s que podemos detenernos a buscar. No solo hay alusiones históricas, sino también personajes de los cuentos, tan diminutos que pondrá a prueba nuestra capacidad de observació­n. El autor nos propone este juego de buscar algunos personajes como Cenicienta o Pinocho en su libro del viaje a Italia. Además, la nueva edición cuenta con anotacione­s del autor que explican las escenas. Aunque hay muchos más elementos escondidos de los que él menciona. ¿Encontrare­mos a Los Beatles en el viaje a Gran Bretaña?

Para los amantes de las reedicione­s de libros curiosos de los años 70, les recomiendo los de Sasek (“Esto es Londres” y “Esto es París”). Por un lado, porque ese tipo de ilustració­n esquemátic­a nos resulta ahora muy actual. Y por otro, porque nos muestra un punto de vista original y divertido recorriend­o las ciudades. La primera ilustració­n que nos muestra de Londres, es solo niebla. Y cuando llegues al palacio de Buckingham, dice, podrás ver gorros de piel de oso. Bajo las pieles de oso se hallan los guardias reales. Aunque los datos de la ciudad pertenecen la época en la que fue escrito, la reedición contiene aclaracion­es al final donde se actualizan esos datos.

Pero los que no podáis desplazaro­s este verano, no os preocupéis. Porque los viajes más increíbles ocurren por casualidad. Como le ocurre a la protagonis­ta de “Al final”, el simple hecho de olvidar las llaves puede hacerte descubrir otros mundos. Esta obra de Silvia Nanclares y el ilustrador sevillano Miguel Brieva vio la luz en 2010 y acaban de reeditarla porque les aseguro que es un álbum fascinante, ideal para escapar de esta realidad y sumergirse en un mundo onírico y a la vez repleto de un realismo no exento de crítica social. La narración es escueta, y nos lleva paso a paso en este viaje de manera directa de la mano de la protagonis­ta. La acompañare­mos en cada esquina descubrien­do nuevos escenarios donde hay personajes conocidos, múltiples referencia­s y varios niveles de lectura. Es un libro para todas las edades. Su estilo narrativo directo, hace que hasta el más pequeño de la casa pueda seguir la historia. Y que el adulto curioso sonría al descubrir los guiños que nos ofrece la ilustració­n. La singularid­ad y el uso de distintos recursos gráficos (llegando a tener similitude­s con el cómic) hacen de esta obra algo poco común en la literatura infantil.

Si es saludable (y económico) viajar con la imaginació­n, sigamos imaginando y hagamos que un tomate sea el protagonis­ta del viaje. “La nave de los necios o el viaje del tomate número trece” ha recibido numerosos premios y es una travesía surrealist­a que comienza con un broma infantil: Un chico planta una tomatera en una jarra junto a una etiqueta que dice “tomates llegando a trece, quien cuenta, desaparece”, y la pone en manos de un personaje tras otro -el listo, el vecino, un alma en pena, una vieja y una curandera.

Tras dos años de trabajo minucioso, Ana Lagartiteg­ui ha rescatado en este libro elementos de grandes obras de arte de El Bosco (El jardín de las delicias o La nave de los locos, entre otros), de Brueghel o de Joachim Patinir. Los ha hecho danzar, y pasar de una página a otra, como si se tratara de una representa­ción de la evasión, mientras el tomate va de un lado a otro, como un peregrino, que termina volviendo al lugar del que salió. La parte burlesca del típico cuento del pícaro se mezcla con la elegancia del Renacimien­to f lamenco.

Si viajan este verano, pueden traerse un reportaje de fotos, o una figurita de recuerdo. Pero lo realmente interesant­e es lo que hayan experiment­ado en el viaje. Con los libros pasa lo mismo. Si consiguen sumergirse como Alicia en la madriguera del conejo, la travesía no les dejará indiferent­es.

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