“No he encontrado a una sola reina que haya sido feliz”
CRISTINA MORATÓ. ● La periodista publica ‘Reinas de leyenda’, un libro en el que disecciona las figuras de cinco mujeres “poderosas” y “maltratadas por la Historia”
–A ninguna. Ha sido mi libro más laborioso, con tres años de documentación. He escogido unas reinas que lo fueron por derecho propio, en periodos muy turbulentos. Hay muchas y buenas biografías de estas reinas, pero yo quería darles voz. Descubrirlas en su intimidad, en su día a día. Y por eso he recurrido a los libros de viajes de las damas de compañía. Por ejemplo, Carlota de México viaja desde Bélgica acompañada de una ayudante, que dejó por escrito ese viaje. O Catalina de Aragón, comprometida desde los tres años, a los catorce marcha a Reino Unido sabiendo que ya no va a volver a ver Granada ni a ver a sus padres, y eso lo cuenta en las numerosas cartas que envió, hablando de la soledad y de la añoranza que sentía. Y por último he recurrido a las crónicas de las diplomáticos, que en muchos casos se limitaban a valorar su aspecto físico o los ropajes que utilizaban. –Virginia Woolf dijo que “en la mayor parte de la Historia, Anónimo era nombre de mujer”. Para destacar en un mundo de hombres, estas reinas tuvieron que ser mujeres muy resistentes e inteligentes.
–Todas ellas son rehenes y víctimas de las alianzas estratégicas de sus padres. Y fueron reinas en un tiempo en el que era antinatural. Si estas mujeres sobrevivieron a golpes de Estado, cautiverios, exilios e intrigas es porque todas tienen en común una infancia desdichada y solitaria, sin amigas. A lo que hay que sumar la crueldad y la humillación de los maridos, siempre presionadas para concebir un heredero varón.
Catalina de Aragón, por ejemplo, una de las princesas más cultas del Renacimiento, se casó en segundas nupcias con Enrique VIII, al que le daba mil vueltas en todo. Todas ellas vivieron situaciones límites que las hicieron muy duras y maduras.
–Por el hecho de ser mujeres, ¿sus leyendas negras se amplifican?
–Por ser mujeres y porque sus reinados dieron paso a revoluciones, tras el ocaso de las grandes dinastías. Mao, por ejemplo, intenta acabar con el legado de la emperatriz Cixí. Nunca reconoció que fue la que modernizó y sacó a China del medievo. La borró de la historia, como si se hubiera producido un lapsus histórico. O el ejemplo de Catalina la Grande, como comentaba antes, que los bolcheviques trataron de desprestigiar, diciendo por ejemplo que contaba con una habitación del sexo. Los estudiantes rusos aprendían la historia con libros que decían que murió practicando zoofilia, y no por una apoplejía, que fue lo que realmente le sucedió.
–¿De las cinco con cuál se queda?
–Me ha impresionado mucho la emperatriz Cixí. Y se trataba de una concubina de dieciséis años que llegó a emperatriz. Gobernó China detrás de una cortina de seda, porque los consejeros no podían verla. Fue una mujer implacable que dejó su huella, en un reinado de cincuenta años. Mao ordenó quemar todos los documentos que había generado, pero por suerte algunos asistentes no le obedecieron, y por eso ahora podemos saber todo eso que Mao intentó hacer desaparecer. –Dentro de cien años, ¿cómo catalogaría a la reina Letizia en un hipotético nuevo libro?
–No me interesan mucho las reinas contemporáneas. No tienen el interés de las reinas del pasado ni el escenario histórico es tan atractivo. Reconozco que el de la reina Letizia es un caso insólito y extraordinario, ya que se trata de una periodista divorciada que acaba siendo reina consorte. Aun siendo una mujer muy preparada, perfeccionista y culta, el problema es la propia institución, que no ha cambiado nada desde el tiempo de María Antonieta. Siguen siendo objetos decorativos. María Antonieta era la embajadora de la moda francesa, y hoy mismo se habla más de los tacones de Letizia que de la labor que está haciendo en un sinfín de instituciones, y la relegan, como María Antonieta, a ser embajadora de la moda. No olvidemos que nuestra monarquía no ha cambiado la Constitución y sigue existiendo la prevalencia del hombre sobre la mujer. Tenemos a una princesa Leonor seria, preparada, que no sería la futura reina si hubiera tenido un hermano varón, aunque su hermano fuera un inepto. Hablamos de una monarquía obsoleta, machista y poco adaptada a los tiempos modernos.
La monarquía española es obsoleta, machista y se ha adaptado poco a los tiempos modernos”