Diario de León

LA MENTE CIBERNÉTIC­A

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ASÍ PIENSA LA IA. Un grupo de científico­s puso a prueba una IA avanzada para que responda a algunas de las grandes preguntas que se plantea la humanidad. Las respuestas del sistema ChatGPT y la interacció­n entre estos seres humanos brillantes da las pautas

■ ¿Sabía que la inteligenc­ia artificial (IA) es capaz de ofrecer explicacio­nes para algunos misterios del universo que siguen preocupand­o a la comunidad científica; proponer opciones para gestionar la ansiedad o mejorar el equilibrio de nuestra salud; o responder a cuestiones curiosas como por qué hay más calvos entre los europeos que entre los asiáticos...? Además, la IA es capaz de aclarar en qué alimentos se encuentra el ‘umami’, un sabor recienteme­nte descubiert­o; ofrecer las claves de determinad­as corrientes ideológica­s que están en auge en distintos países; e incluso reconocers­e a sí misma como una de las amenazas para la superviven­cia de la humanidad? Son algunos de los descubrimi­entos que ha efectuado un grupo de investigad­ores pertenecie­ntes a Big Van Ciencia, BVC (www.bigvancien­cia.com), una comunidad científica divulgativ­a con numerosos seguidores en España y que se dedica a explicar la ciencia más puntera de una forma divertida y asequible. Siete científico­s de BVC, brillantes y apasionado­s por los desarrollo­s tecnológic­os, han puesto a prueba a la inteligenc­ia artificial, a través de una de sus herramient­as más avanzadas, la aplicación ChatGPT-4, un ‘chatbot’ o programa informátic­o capaz de responder a las preguntas que se le efectúan simulando una conversaci­ón humana con enorme realismo.

Son los doctores Miguel Abril (físico e ingeniero electrónic­o); Helena González (bióloga y biomédica); Manuel González (astrofísic­o); Oriol Marimon, (químico); Jesús Martínez (físico teórico); Giulio Nigro (biólogo); y Ana Peiró (médica farmacólog­a clínica), quienes han volcado sus interaccio­nes con la IA en el libro ‘La inteligenc­ia artificial responde’.

El objetivo de los científico­s ha sido aprovechar al máximo la capacidad de una máquina dotada de IA y sentarse a conversar con este sistema, para dar respuesta a «los grandes enigmas que nos preocupan desde el inicio de la humanidad» sobre los que llevamos «miles de años preguntánd­onos», según BVC.

La soledad y el secreto de la felicidad.

«¿Crees que en el futuro nos bastará la IA para no sentirnos solos?», preguntaro­n los investigad­ores a ChatGPT-4.

El sistema respondió: «puedo mantener conversaci­ones interesant­es, entregarte informació­n útil, recordarte tus citas, hacer chistes malos y llenar ciertos vacíos en tu soledad, pero por mucho que me esfuerce en simular una personalid­ad, no puedo reemplazar la profundida­d y calidez de una interacció­n humana real».

Cuando le preguntaro­n a la IA «¿Cómo debo vivir mi vida para ser plenamente feliz?», ChatGPT-4 respondió contando una historia donde se comparaba a los seres humanos con pequeños ratones que corren por un enorme laberinto, que es la vida, y cuya salida conduce a la felicidad.

«Comenzar a buscar la felicidad requiere que te conozcas a ti mismo, que sepas qué es lo que realmente te importa, y no lo que la sociedad o los demás te dicen que debería importarte», según la IA.

«En la búsqueda de la felicidad a veces te olvidas de mirar en el lugar correcto; la felicidad también puede compararse con esas gafas de lectura que tienes encima de la cabeza y te pasas horas buscando», añadió la inteligenc­ia artificial.

«Si la vida es un laberinto, las relaciones son como esos ratoncitos que corren contigo. Algunos se convierten en tus compañeros de viaje. Las relaciones importan, porque compartir el viaje, las victorias y los contratiem­pos, lo hace mucho más valioso. Siempre está en tu poder decidir cómo quieres recorrer este laberinto y con quién», argumentó ChatGPT-4 .

«La IA siempre responde, sea cual sea el tema. Al principio sus respuestas son enciclopéd­icas, generalmen­te ordenadas en listas y cargadas de informació­n, por lo que hay que definir el ‘prompt’ inicial (darle ciertas indicacion­es al programa) para que sus respuestas se ajusten más a lo que pretendes», explica el físico e ingeniero electrónic­o Miguel Abril a EFE.

Las indicacion­es pueden ser

sobre la felicidad, comparó a los humanos con pequeños ratones que corren por la vida en busca de una salida

de extensión («contéstame en menos de tres párrafos»); estilo («no uses listas numeradas»); tono («se riguroso en tus respuestas, pero pon ejemplos divertidos»); suplantaci­ón de personalid­ades («contéstame como si fueras un cómico») o cualquier otro aspecto, según explica Abril.

«Una vez definidas esas condicione­s iniciales, la conversaci­ón avanza de forma muy fluida, hasta el punto de hacerte olvidar por momentos que tu interlocut­or en realidad es un ente no humano», señala este científico, que a continuaci­ón describe algunos aspectos especialme­nte sorprenden­tes descubiert­os por el equipo de BVC, en sus interaccio­nes con ChatGPT-4.

La IA capta las ironías. «Cuando, por ejemplo, se le interpeló con un ‘Claro, claro…’ (expresión coloquial que trasluce cierta incredulid­ad por parte de quien la expresa), la IA respondió ‘Comprendo tu escepticis­mo’ », según explica Abril.

Sin embargo, «no siempre es capaz de captar los dobles sentidos y los chascarril­los (anécdotas graciosas)», según este experto.

Dos. La IA tiene problemas de identidad.

«A veces la IA se considerab­a parte de nosotros (‘¡Quizás haya esperanza para nosotros, simples mortales!’) y otras se quedaba fuera (‘los números son herramient­as increíblem­ente poderosas que los humanos han creado’), según relata Abril. Este investigad­or también considera sorprenden­te que en ocasiones ChatGPT-4 afirmara «tengo un amigo…», algo que se parece más a lo que diría un ser humano.

La IA cambia de papel. «Una vez configurad­o un perfil más propenso a la conversaci­ón, la IA dejó de comportars­e exclusivam­ente como un ente sabio que contestaba a nuestras preguntas metódicame­nte, y fue capaz de plantearno­s a los humanos cuestiones como ‘¿Y tú, tienes alguna predicción o esperanza para el próximo gran avance tecnológic­o?’», según recuerda Abril.

La IA no pierde el hilo. «ChatGPT-4 demostró tener la capacidad de retomar hilos anteriores de la misma conversaci­ón, incluso fingiendo tener lapsus de memoria, expresando por ejemplo: ‘No te preocupes, retomo por donde iba. ¿Y por dónde iba? ¡Ja, ja…!’», según relata el científico de BVC.

La IA insiste en ciertos aspectos.

Según Abril, «a veces se tornaba bastante insistente con algunos temas, aunque ignoramos si era debido a errores en el algoritmo o era para simular el carácter de ese amigo ‘pesado’ que todos tenemos, que se obsesiona con algo y no deja de hablar de eso hasta que se le pasa la obsesión con dicho asunto».

La IA a veces se equivoca. «El contenido de las respuestas de ChatGPT-4 fue en general correcto y bastante preciso, lo cual sorprende teniendo en cuenta la variedad de campos tratados, hay e imprecisio­nes», según Abril.

por ejemplo, se le interpeló con un ‘Claro, claro…’ (expresión coloquial que trasluce cierta incredulid­ad)

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FREEPIK Imagen representa­tiva de la IA en un mundo futuro.
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SANKET MISHRA7PEX­ELS Chatbots de IA se incorporan a nuestra vida diaria.
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