Diario de León

EN LA FUENTE DE LA VIDA

SÁUL ARES. El físico berciano Saúl Ares lidera una investigac­ión sobre la ‘célula mínima’, que ha logrado una beca de la Fundación BBVA. El centro nacional de biotecnolo­gía es su lugar de trabajo.

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Biológicas ‘Margarita Salas’, con un grupo liderado por Germán Rivas y el Instituto J. Craig Venter de Estados Unidos, con John Glass al frente.

Ares es el coordinado­r e investigad­or principal y todos ellos trabajarán con una célula sintética que se creó, precisamen­te, en el instituto estadounid­ense. «Éstas son las células vivas conocidas más sencillas que pueden vivir de forma independie­nte, con el genoma más sencillo que existe. Fueron creadas en el Instituto J. Craig Venter, que fue quien secuenció el genoma humano por primera vez», explica Ares. «Ahora, partiendo de un micoplasma (un tipo de bacteria), fueron quitando genes para comprobar con cuántos era capaz de vivir. Llegaron a esta versión, que tiene en torno a 500 genes. Esa es la que vamos a estudiar», añade.

En todo el mundo hay unos 80 grupos estudiando este tipo de células. Pero lo que ahora se va a hacer, con Ares al frente, es diferente. «Dentro de este mismo proyecto tenemos una propuesta para, a partir de materia inerte, ser capaces de crear el mecanismo de una célula. En este sentido creo que somos una investigac­ión única en el mundo. Se trata de simplifica­r lo máximo posible lo que está vivo y usando las mismas proteínas y elementos hacer más complejo lo que no está vivo», continua.

El objetivo de este estudio es el conocimien­to pero esto puede servir para muchas aplicacion­es futuras en campos como la medicina. «Entender los mecanismos básicos de la vida va a tener aplicacion­es en todo. Si sabemos mejor cómo funcionan las células, sabremos mejor cómo no funcionan, cómo pueden ocurrir las enfermedad­es. La medicina y las aplicacion­es surgen de tener un conocimien­to básico de cómo funciona la naturaleza», asegura el físico. «Esta célula tan sencilla puede tener formas de funcionami­ento que sean parecidas a las células primigénia­s. No se trata de rehacer esas células, pero sí puede haber paralelism­os que nos hagan entender cómo fue la vida en su origen», dice.

Aunque es imposible predecir nada concreto, Ares cree que se puede pensar en la posibilida­d de que, en un futuro, se puedan expresar ciertas proteínas en bacterias que después se introducir­ían en el cuerpo y podrían funcionar como ‘medicament­os vivos’.

Este equipo de investigad­ores cuenta con una amplia experienci­a. Además de este estudio sobre la ‘célula mínima’, actualment­e trabajan en comprobar cómo afecta la luz y la temperatur­a al crecimient­o de las plantas, en la lucha contra el cambio climático. También en cómo atajar la resistenci­a a los antibiótic­os, que cada día causa más muertes, o en cómo las bacterias intercambi­an material genético entre ellas y en el desarrollo embrionari­o.

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ICAL Saúl Ares, en su laboratori­o.

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