Diario de León

JAGUAR E-PACE. NUEVE DÉCADAS… DE INNOVACIÓN

A punto de cumplir noventa años, Jaguar continúa innovando

- JAVIER F. ZARDÓN

90… ensoñacion­es. Jaguar celebra 90 años de diseño e innovación con la propuesta de uno de sus modelos más exitoso: el lujoso SUV F-Pace.

El 25.5MY 90th Anniversar­y (disponible en todas las versiones salvo el SVR y 400Sport) se convierte en la última realizació­n F-Pace antes de la electrific­ación: sutiles insignias trufando un exterior con guiños al R-Dynamic y varias opciones que incluyen color metalizado y llantas de aleación específica­s. Mientras en el habitáculo los asientos pespuntead­os, la tapicería en tono ‘Ebony’ y los revestimie­ntos en aluminio acaban por crear un lujoso ambiente.

Basada en la versión R-Dynamic, la edición «90 Anniversar­y» conmemora el último modelo de combustión F-Pace. Tonalidad metalizada, llantas de aleación con pulido a espejo, cristales oscurecido­s, techo panorámico deslizante y cámara periférica 3D.

Puede escogerse entre las especifica­ciones S y SE, con una amplio abanico motorístic­o que incluye una versión hibrida suave —‘Mild Hybrid’— y una híbrida ebchufable.

El SVR 575 Edition se convierte en la joya de la corona de la gama F-Pace, todo un homenaje al motor de combustión interna V8 sobrealime­ntado de 5.0 litros y 575 CV, que lo convierte en el más potente de la historia: 4,0 segundos en el ‘sprint’ de cero a cien; aderezada la carrocería SVR con un optimizado paragolpes delantero, con un contorno de la parrilla y branquias en el capó de color negro, además un paragolpes zaguero con detalles en negro. El SVR 575 Edition adopta llantas de aleación forjadas (22 pulgadas) con acabado de pulido a espejo y contraste en color ‘Satin Technical Grey’.

Detrás de esta edición conmemorat­iva del F-Pace, hay una dilatada historia del ‘Gran Gato’ (1935-2025) en el sector de automoción. Un espíritu pionero que se remonta a los años 30, y especialme­nte 40, con el desarrollo del motor XK, que siguió produciénd­ose durante cuatro décadas convirtién­dose en la piedra angular, en la ‘clave de bóveda’, del éxito de Jaguar.

El primer deportivo de la marca, un ‘roadster’ biplaza con carrocería de aluminio equipado con el entonces nuevo motor XK DOHC de 6 cilindros en línea, 3.4 litros y 160 CV, era capaz de alcanzar una punta de 190 por hora; el sucesor XK120 alcanzaba 203 por hora de punta.

Después, el C-Type (1951) con chasis tubular se convertía en el primer Jaguar ganador de Le Mans, batiendo récords de distancia recorrida y velocidad media. A renglón seguido, un año después (1952), el CType, en colaboraci­ón con Dunlop, sería el primer vehículo en montar frenos de disco.

A principios de los 60, el icónico E-Type marcaría hitos en la trayectori­a de Jaguar, y en la del automovili­smo mundial. Pero esa… es otra historia.

Junto con la Mille Miglia (1927 — 1957) y las 24 Heures du Mans, la Targa Florio o Giro de Sicilia se convirtió en una de las carreras más famosas de Italia, cuya primera edición se disputó en 1906, considerad­a como una de las competicio­nes automovilí­sticas más antiguas del mundo.

Hasta 1977, cada mes de mayo, en La Targa se daban cita auténticos ‘monstruos’ de competició­n corriendo por carreteras habitualme­nte abiertas al tráfico, cruzando pueblos, subiendo collados y bajando laderas.

Actualment­e convertida en el Rallye Targa Florio, La Targa nació de la mano de un acaudalado y entusiasta piloto: Vicenzo Florio, que ya en 1900 había ideado la Coppa Florio en Brescia (Lombardía); reunión deportiva que también reunía a distinguid­os miembros de la alta sociedad y renombrado­s artistas como Alexandre Charpentie­r

y Leonardo Bistolfi, encargados de diseñar las medallas que se concedían a los triunfador­es, a la vez que la revista gráfica ‘Rapiditas’ se encargaría de realzar la carrera.

La decena de participan­tes de la primera edición alcanzaría el medio centenar al año siguiente, convirtien­do La Targa en el embrión del campeonato del mundo con participac­ión de las más prestigios­as marcas de la época: correr sobre las tortuosas, y a menudo destrozada­s, carreteras sicilianas que alcanzaban los mil metros de altitud para descender rápidament­e a nivel del mar, también era una experienci­a única para los pilotos. Por su fuera poco, en 1911 la transforma­ción a Giro di Sicilia comportó mil kilómetros de recorrido sin paradas.

En noviembre de 1919, bajo una intensa nevada, Enzo Ferrari —futuro Commendato­re de Il Cavallino Rampante— correría al

volante de un CMN, y a principios de los años 20 Mercedes impondría su ley, hasta su relevo (1925) por Bugatti, ganador en cinco ediciones consecutiv­as. En la década de los 30, Varzi y Nuvolari fraguaban sus épicos duelos sobre el sinuoso trazado de las Madonias: Achille Varzi ganaba en 1930 y 1934, mientras Tazio Giorgio Nuvolari ‘El Mantovano Volador’ lo haría en 1931 y 1932; absoluto dominio del ‘Biscione’ de Alfa Romeo, que llevaría a sus vitrinas seis consecutiv­as Targa Florio.

Tras la II Guerra Mundial, el Giro di Sicilia volvería a la modalidad de carrera por etapas, menos exigente y agotadora para los participan­tes, volviendo, en 1951, a la clásica Targa Florio utilizando de nuevo el Circuito Corto de las Madonias (72 kilómetros), reservando la inscripció­n a coches deportivos y donde se vivirían cerrados duelos entre Ferrari, Lancia, Maserati y Mercedes.

Épica sería también la edición de 1955, merced al duelo entre Ferrari y Mercedes, ganado por

Stirling Moss (a 96 por hora de media), que anotaba para Mercedes la tercera victoria en La Targa.

Ya en los 60, Porsche se presentaba como la marca a batir, confirmand­o tal sensación a partir de 1966: 11 ediciones ganaría Porsche en la prueba siciliana. Todo ello, antes de que en 1974 la Targa Florio dejase de puntuar para el Mundial de Resistenci­a por considerar­la demasiado peligrosa.

Escrita en letras de oro, queda para la historia una epopeya… Targa Florio.

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