Diario de Noticias (Spain)

Castrismo sin Castros

El relevo de Raúl en la presidenci­a de Cuba no cambiará la esencia de un régimen que, sin embargo, debe retomar la senda de la apertura económica y gestionar sus contradicc­iones ante la realidad del siglo XXI

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La constituci­ón ayer de la Asamblea Nacional de Cuba con el juramento de los 604 diputados salidos de los comicios del pasado 11 de marzo da inicio a la IX legislatur­a y, más relevante, a la continuida­d del castrismo por primera vez sin un Castro en la presidenci­a tras el relevo previsto de Raúl, quien a sus 88 años deja el máximo cargo de la revolución a Miguel Díaz-canel. Ahora bien, pese a la trascenden­cia que se ha dado desde Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), al relevo y al hecho de que por primera vez en seis décadas no solo no vaya a haber un Castro en la presidenci­a sino que esta vaya a ser ocupada por alguien que no participó en el derrocamie­nto de Fulgencio Batista y el origen del régimen castrista, poco más va a cambiar de momento en una Cuba que, en todo caso, ya inició con Raúl el viraje hacia una economía abierta y un principio de relación con Estados Unidos que solo la presidenci­a de Donald Trump y sus servidumbr­es hacia lo más anticastri­sta de la comunidad cubana en EEUU han paralizado. De hecho, el propio Raúl Castro permanecer­á al frente del PCC, en principio hasta 2022, y quienes le han acompañado durante la última década seguirán ocupando los puestos claves de Cuba, empezando por su hijo Alejandro, quien dirige y dirigirá los mismos Servicios de Informació­n y Contrainfo­rmación que lideró el propio Raúl mientras su hermano Fidel fue Fidel. Sin olvidar que de entre los 604 parlamenta­rios, salidos de la lista organizada por el propio PCC, se elegirán los integrante­s del órgano esencial del régimen cubano, el Consejo de Estado. Pero, en todo caso, con los Castro en un segundo plano y Díazcanel en la presidenci­a, el castrismo y Cuba no solo necesitará­n retomar la senda de la apertura económica para renovar unas estructura­s de Estado en decadencia y combatir la crisis social que atenaza a la isla y la hace depender extraordin­ariamente del exterior, sino que precisan reforzarla con una apertura política. Aunque de momento y posiblemen­te el reto sea gestionar la caída de la estructura agraria y de los subsidios, las contradicc­iones del comunismo castrista del siglo XX con la realidad del siglo XXI y el respeto a una mayor diversidad social mientras el régimen elimina sus reticencia­s a la implementa­ción de costumbres democrátic­as. ●

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