Un espacio rural vivo
El ruido y las miserias del debate político tapan muchas veces la realidad social en la que viven, trabajan y construyen el devenir de la sociedad, las personas. En este caso, los navarros y navarras. La Federación Navarra de Municipios y Concejos ha presentado su estudio sobre los cambios poblacionales entre 2007 y 2017, la década de la crisis. Y la conclusión es que el éxodo rural en determinadas zonas de Navarra sigue pese al aumento global de la población de la Comunidad. Pirineos, Tierra Estella y la Zona Media lideran el crecimiento de la despoblación en beneficio de Iruña –sobre todo de los grandes municipios de su Comarca–, y en la zona sur, de Tudela. El estudio apunta la necesidad de más recursos económicos, humanos y técnicos porque son demandas y necesidades imprescindibles para la defensa de un modelo de desarrollo socioeconómico que garantice el necesario equilibrio territorial como garantía de impulsar el espacio rural humano y natural y de frenar el riesgo de desertización, despoblación y envejecimiento.
Es una cuestión de prioridades en políticas de servicios sociales, vivienda, turismo, medio ambiente, educación, comercio, cultura, sanidad, industria, sector primario o transporte. Se han adoptado ya iniciativas políticas públicas desde el Gobierno y los ayuntamientos, medidas de discriminación positiva, pero sigue siendo necesario insistir en ellas. El espacio rural de Navarra, que al mismo tiempo que pierde población también poco a poco está recuperando la presencia de nuevas generaciones en sus localidades, debe ocupar su propio lugar en el conjunto de Navarra. La pérdida de un mundo rural vivo es una perdida de riqueza común, de colaboración social, de patrimonio cultural y natural y de identidad propia. La equidad territorial es tan garantía de futuro para Navarra como la equidad social o la equidad fiscal. ●