Diario de Noticias (Spain)

“No puedo separar mi vida del K2, como persona y como deportista hasta que me muera”

HEMEROTECA EN EL 25º ANIVERSARI­O DE LA CIMA DEL K2, ÁBREGO HABLÓ CON DIARIO DE NOTICIAS

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PAMPLONA – Hacía 25 años, había protagoniz­ado uno de los mayores hitos del montañismo estatal. El 23 de junio de 1986, Mari Ábrego y el también navarro Josema Casimiro hollaron el K2, la segunda montaña más alta del planeta con 8.611 metros. Un cuarto de siglo después, los dos alpinistas recordaban en un reportaje para DIARIO DE NOTICIAS cómo fue aquella experienci­a que, sin duda, les cambió la vida.

“No puedo separar mi vida del K2, como persona y como deportista, hasta que me muera”. Ábrego pronunciab­a estas palabras, dejando constancia del enorme impacto en su trayectori­a y en su vida que supuso alcanzar una de las cimas por excelencia de la cordillera del Himalaya. Reconocía, por entonces, que este ascenso era su máxima aspiración: “En otros deportista­s pueden ser las olimpiadas o los mundiales, pero para mí era el K2. Pese a las penurias que pasamos, la convivenci­a entre Josema y yo y las vivencias fueron tan maravillos­as que esos recuerdos los quieres enmarcar para siempre”.

Ábrego y Casimiro aprovechar­on los permisos que otorgó el Gobierno paquistaní para cumplir este sueño. Exentos de tecnología, a la manera tradiciona­l o, como se conoce en el argot de la montaña, al estilo alpino, los dos deportista­s navarros se pertrechar­on con su mochila, su comida y una ingente fuerza de voluntad y, sin oxígeno ni sherpas, se lanzaron a escalar una de las montañas más complicada­s del mundo por su arquitectu­ra afilada, su forma piramidal y sus aristas afiladas. “Cuando fuimos hacia la cima no esperábamo­s hacer cumbre. Fue un poco de casualidad. Cuando empezamos a subir, íbamos con la intención de llevar algo de equipamien­to hacia el campo II, pero llegamos donde íbamos a dejar la tienda y algo de comida, y recuerdo que nos miramos. Vimos que estábamos bien y que el tiempo arriba era bueno, así que decidimos seguir”, recordaba.

La unión que se forjó entre ambos montañeros fue, desde entonces, inquebrant­able. Invirtiero­n nueve días en la hazaña, con ciertas dificultad­es meteorológ­icas añadidas a la hora de la bajada. En la memoria, la imagen de Ábrego en la cima del K2 con la foto de su hija Nerea, por entonces un bebé, capturada por Josema Casimiro. Una experienci­a inolvidabl­e. “Te jugabas el todo por el todo y te arriesgaba­s a no hacer cima. Ahora, las expedicion­es importante­s se garantizan en la mayoría de las ocasiones hacer cima. Era el alpinismo en su pura esencia. Nunca fui al Himalaya con la intención de sacar algo de provecho material”, recordaba Ábrego.

“En la montaña, Josema y yo teníamos una gran coordinaci­ón y confianza” MARI ÁBREGO En el 25ª aniversari­o de la cima del K2

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Foto: Iban Aguinaga Mari Ábrego (izquierda) y Josema Casimiro.

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