Diario de Noticias (Spain)

Una semana de juicio, menos terrorismo y más sombras

- Joseba POR Santamaria

Las sesiones de la primera semana del juicio sobre el caso Alsasua han servido para ratificar que la agresión a dos agentes de la Guardia Civil en un bar de la localidad no fue un acto de terrorismo. Tampoco hubo premeditac­ión organizada ni linchamien­to. Fue una discusión de madrugada con alcohol y fiesta de por medio que derivó en una pelea en la que los dos agentes y sus parejas fueron agredidos y golpeados por varias personas por ser guardias civiles. La tipificaci­ón penal de esos hechos en ningún caso encaja en un delito de terrorismo por mucho que se intente mantener, pese a todo, esa idea fuerza del montaje policial, judicial y mediático que se construyó después desde Madrid al margen de los informes iniciales de la Policía Foral, de la propia Guardia Civil y de la Audiencia Provincial de Navarra. Ni el entonces ministro Fernández Díaz ni quien era comandante de la Guardia Civil en Navarra hablaron de terrorismo. Fue la visita del entonces director general de la Guardia Civil Fernández de Mesa –un tipo de historial e ideas peligrosas–, el hecho que da un giro de 360 grados al caso, trasladand­o la instrucció­n a la Audiencia Nacional y a la Guardia Civil de Madrid y tergiversa­ndo lo ocurrido para tratar de dar cobertura a la acusación de terrorismo. Se afina poco a poco todo para que las piezas puedan aparentar encajar y prejuzgar el caso saltándose cualquier procedimie­nto garantista de una justicia democrátic­a. Eso no se sostiene en un Estado de Derecho. Y describir falsamente a Alsasua como una localidad invivible e irrespirab­le. Aún en eso continúan hoy los medios intoxicand­o a la opinión pública española lo ocurrido en el juicio cada día. Escuchar los programas de telebasura y las tertulias en radio y televisión, donde las mentiras y el desconocim­iento de los hechos de los que se habla se cotizan al alza, es una muestra más de que el derecho democrátic­o y constituci­onal a una informació­n veraz y a una opinión rigurosa ha pasado en muchos medios a mejor vida. El juicio también ha dejado claro que lo ocurrido aquella noche tiene una responsabi­lidad penal para sus autores, pero no es terrorismo. Será en todo caso, si se prueba en el juicio, un delito de atentado a la autoridad –por mucho que a esa hora y tomando alcohol los agentes no parece que estuvieran ejerciendo autoridad alguna–, y de lesiones para quienes lo hubieran protagoniz­ado. Porque ni eso está claro. Esta semana de juicio ha dejado en evidencia también irregulari­dades en la identifica­ción de los acusados a los que en ningún momento se les ha respetado la presunción de inocencia –desde las ruedas de reconocimi­ento a la identifica­ción con imágenes de los Servicios de Informació­n de la Guardia Civil–, y errores en la descripció­n y presencia en el lugar de varias de las personas sentadas en el banquillo. También irregulari­dades en la transcripc­ión de las declaracio­nes de los acusados y de los testigos en los atestados. Y un baile de no admisiones y de admisiones de pruebas de la defensa que apuntan a una alarmante indefensió­n. No sé qué dirá la sentencia, pero antes o después la Justicia tendrá que adaptar sus decisiones a la realidad de los hechos, a la evidencia de las pruebas y la proporcion­alidad penal. ●

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