Debussy en manos muy jóvenes
CONCIERTO HOMENAJE A DEBUSSY
Intérpretes: Recital de piano por los alumnos de Conservatorio Profesional Pablo Sarasate. Aritz Mayayo, Elena Sánchez, David Corella, Andoni Muñoz, Lucía Biurrun, Daniel Fortuna, Xabier Pérez, Lorena Aisa, Jokin Lecumberri, Mario Calvo. Programa: Debussy: Seis números de Preludios, Canción de cuna Heróica, Danza Bohemia, Mazurka, Más que lenta; Rachmaninov: estudio Opus 39 número 1. Programación: Conservatorio Profesional. Lugar: Auditorio Remacha. Fecha: 19 abril. Público: un centenar (gratis).
Un programa muy bien planteado dedicado a Debussy (centenario de su muerte), con un estrambote para Rachmaninov (75 aniversario de su muerte). Fue un acierto distribuir seis números de sus preludios, y otras piezas cortas, entre los diez intérpretes. Todo resultó abarcable para estos alumnos del Conservatorio Profesional Pablo Sarasate, quienes, aun con evidente diferencias de edad –no se especificaba tampoco el curso–, lo cierto es que, en el resultado general, se consiguió el peculiar estilo de Debussy, o, mejor que estilo, su atmósfera y emoción. El concierto, además, nos deparó una sorpresa interpretativa un tanto impactante. Estamos en período de formación, así que todo lo que aquí se diga, va con el ánimo de constatar y animar el encomiable trabajo de todos. Abre la ronda Aritz Mayayo, con Canción de cuna heroica, y ya nos mete en la fluctuante atmósfera del músico francés; tiene, indudablemente, una cierta madurez interpretativa. Le sigue Elena Sánchez, jovencísima, y muy delicada en La muchacha de los cabellos de lino, con el tiempo meterá un poco más de pedal en algunos tramos. David Corella –un crío– está muy bien para su edad, como corresponde a los primeros conciertos, algo nervioso. La mazurka de Andoni Muñoz, muy bien; así como la obra Más que lenta de Lucía Biurrun, que ya ofrece madurez interpretativa en su tierna edad. Daniel Fortuna –de más edad– hace una gran versión de los Sonidos…, sin importar un pequeño parón, se atreve con un pedal de gran sonoridad, quizás debiera ser un poco más claro al final, pero muy bien. A propósito de la utilización del pedal en Debussy, hay muchas opiniones, y, la verdad es que esa utilización es muy distinta y personal. A Xabier Pèrez, en Brezos, con dominio técnico sin problemas, le pediría un poco más de emoción. Lorana Aisa pechó con Danzarina de Delfos, una sección complicada de Los Preludios, la salvó; en la Serenata interrumpida también se defendió bien. Jokin Lecumberri, con El viento en la llanura forja una versión bastante madura y pensada, con excelentes regulaciones, y control en los volúmenes sonoros. La sorpresa saltó, al final de la velada, con Mario Calvo, un chaval de trece años, que mostró unas facultades por encima del alto nivel que hoy día estamos constatando en las disciplinas musicales. Calvo no solamente tiene una técnica apabullante para su edad, sino que, en Debussy –Minstrels de Preludios– se permite hacer una versión propia y bastante imaginativa –quizás inducida por sus profesores–. Y en Rachmaninov –estudio opus 39 número 1– está, francamente, espectacular. Al extremo virtuosismo exigido y solucionado sin reservas, añade un poderío extraordinario en la mano izquierda y una claridad cristalina en el teclado agudo. Serio, sin darse importancia, como un profesional, acomete el teclado y parece abarcar toda la inmensidad del pianismo ruso en sus pequeñas manos. Hay que seguirle. A él y a todos, claro, nunca se sabe. Enhorabuena. ●