A la contra Basta de juegos
Si coges en Youtube la Vuelta a España de 1983 y ves una llegada se observa que en el suelo en la meta hay escrito 5 veces el nombre Sombra. Sombra era una marca de tabaco, que también aparecía en los carteles de metros restantes (300, 200, 100, etc). El puesto de cronometraje de los jueces lo patrocina 103, un Brandy. En la Liga de Baloncesto, jugaban el Licor 43 o el GIN-MG o el Ron Negrita Joventut. Hay ejemplos a decenas. Esto hace tiempo que no sucede. Se prohibió, como es lógico, ya que publicitar sustancias nocivas en prácticas deportivas es una aberración moral y sanitaria. No entiendo cómo se permite aún que casas de apuestas patrocinen a equipos deportivos, como el caso de Osasuna recientemente, que ha anunciado que una de ellas será su patrocinador los tres próximos años. No creo que la responsabilidad sea ni de la casa de apuestas ni de Osasuna –aunque creo que los límites los tendría que haber puesto Osasuna–, pero las apuestas son la base de adicciones –ludopatía– que destrozan vidas. No hace falta poner ejemplos, ni dar cifras, porque todos hemos visto o conocemos personas a las que el juego –las apuestas son un juego peligroso, te permiten apostar por infinidad de hechos deportivos, que si mete gol este o este, el resultado, mil variables– ha machacado su vida y la de sus seres queridos. El incremento de locales de apuestas en las ciudades es enorme y el incremento es mayor en los barrios menos favorecidos, afectando especialmente a personas jóvenes de entre 18 y 30 años, que inicialmente apuestan por entretenimiento pero que, en algunos casos, acaban desarrollando una adicción seria. Los casos atendidos en las asociaciones de apoyo a ludópatas crecen año tras año. Que esta actividad aparezca en campos deportivos patrocinando a clubes debería estar prohibido por la legislación deportiva, del mismo modo que se prohibió a tabaco y alcohol.
●