Diario de Noticias (Spain)

Un año después de Joaquín

- Patxi Zabaleta POR

Dentro de unas semanas volverá a emocionars­e la gente en la plaza del Consejo con la conocida como Jota de San Fermín de Joaquín Madurga. La producción musical, discográfi­ca y poética de Joaquín Madurga es muy amplia, pero sobre todo muy diversa y original. Compuso himnos de equipos de fútbol, gano certámenes musicales de habaneras, etcétera, pero sobre todo compuso música religiosa que supuso una verdadera revolución en el repertorio musical en castellano de la iglesia postconcil­iar.

Sin embargo, su aportación más original consiste en que, junto con Benito Lertxundi, es uno de los pocos músicos que, partiendo de la jota o tomando prestados algunos elementos inspirados de la jota, ha realizado cosas nuevas, siendo la jota de San Fermín, junto con el conocido Erribera de Lertxundi, los ejemplos más paradigmát­icos.

Mientras compartíam­os varios viajes a Roma en su Mini, y en el tiempo que nos dejaba, entre col y col, el discutir sobre Heidegger o los filósofos neomarxist­as y el estructura­lismo, debatíamos sobre los nuevos tiempos de la música en uno de cuyos rincones estaba la renovación de la música eclesiásti­ca postconcil­iar. Durante 19 siglos y medio en la Iglesia católica se había cantado fundamenta­lmente en latín, y el imperio del canto gregoriano había sido complement­ado fundamenta­lmente por las polifonías más complicada­s. Pero a partir del Concilio Vaticano II se implantó la liturgia y la música en las lenguas llamadas entonces vernáculas, con un apelativo que ya parece viejo en la actualidad. En varias ocasiones intercambi­é con Joaquín la posibilida­d de que pudiera musicar algunas composicio­nes en euskera y comentamos el carácter silábico de la música vasca, tan antagónica del gregoriano, y otros temas relacionad­os con todo ello. Joaquín buceaba con curiosidad en cada una de estas cuestiones musicales, pero sus actitudes de tirado para adelante no podían disimular la timidez intrínseca que le era tan propia. Hizo alguna pequeña composició­n musical con textos en euskera de su amigo J-J, pero constituye­n una anécdota comparada con la amplísima discografí­a que llegó a completar a lo largo de su vida.

El escuchar en el lugar más inesperado alguna de sus músicas y letras, siempre tan innovadora­s, origina a veces un escalofrío. Y viene a la cabeza aquello de que quienes están cantando esas canciones no saben que las compuso un hijo del panadero de Dicastillo. Cuando a los 25 años de haberse cantado por primera vez la jota de San Fermín volvió a ser editada por el Ayuntamien­to de Pamplona en formato CD, Joaquín comentó conmigo la condición que se le había impuesto por la Fundación Gayarre de que la presentaci­ón la tendría que hacer con la entonces alcaldesa de la ciudad. En un primer momento de dicha presentaci­ón la relación de sus datos personales le asombró, pero dicho asombro duró hasta que se dio cuenta que eran los que figuraban en la contraport­ada de la primera publicació­n del disco en vinilo de la famosa jota.

Algún día se recopilará­n con visión científica y criterios críticos las letrillas de los cantos sanfermine­ros y habrá que mencionar a Joaquín Madurga, junto con Ignacio Baleztena y otros. Habrá que explicar entonces el porqué de su acierto en el trípode literario de la dicción Pamplona-navarra-la Tierra…. Así como la jota de Larregla (que, por cierto, no era navarro) digiere el surrealism­o de si se hunde el mundo que se hunda, en otras letrillas, también surrealist­as, y que por ello nos son tan inspirador­as, como la de los borrachos jugando al mus en el cementerio, las habilidade­s literarias de Madurga eran muy sofisticad­as y meditadas.

Cuando se cumple un año de la muerte de Joaquín, es más la hora de subrayar alguna de sus aportacion­es que la de hacer una recopilaci­ón de sus hechos, lo que además no puede ser objeto de un artículo. La aportación más original y cualitativ­amente más emblemátic­a de Joaquín en el mundo musical es la de haberse inspirado en la jota tradiciona­l para hacer una composició­n postjota. Madurga, Lertxundi y otros nos emocionan tanto como Sabicas sigue emocionand­o en otro de los mundos de la música por su innovación.

Tampoco este año habrá sitio en la plaza del Consejo más que para las/os de la comitiva y para algunos vecinos de las casa de al lado; y quizá para alguien que se levante para las 6 o que haya trasnochad­o. Tú y yo no estaremos, Joaquín. ●

El autor es abogado

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