Màxim Huerta y los cómicos
a primera entrevista del nuevo ministro de Cultura y Deporte se la concedió Màxim Huerta a Ana Rosa. Una primicia por todos los años que trabajó como colaborador y tertuliano en Telecinco. O dicho de otra manera, el nuevo jefe de la cultura y los deportes es un tertuliano de las mañanas de telecinco en las que lo mismo se habla del último crimen que se comentan los avatares de Belén Esteban. Unos lo ven como un intruso y otros como un tipo normal: al fin y al cabo la televisión es una de las herramientas que más ha contribuido y contribuye a uniformizar los conocimientos. Otra cosa es que los conocimientos que emite Telecinco tengan
Lmuy poco que ver con el conocimiento, la educación y la cultura en el sentido amplio de esos términos. La tele ha sido el instrumento que más ha universalizado la lengua y que un personaje de la tele sea el ministro de Cultura no debería de chocarnos. La tele tiene el poder de poner de moda una expresión en pocas horas o de hacer que utilicemos un determinado vocablo por muy especializado que sea. Su poder divulgativo es brutal y en estos momentos todavía superior a internet. Pero lo cierto es que hay todavía una idea de la cultura que dista mucho de las tertulias de Ana Rosa y por eso el nombramiento de Màxim Huerta chirría bastante. Pero todo es cuestión de tiempo y de que nos vayamos acostumbrando. No tardaremos mucho en que estos tertulianos crucen de orilla y sean los próximos prescriptores de la política o del consumo del arte. Es cuestión de poco tiempo que todos estos personajes que tanta popularidad han conseguido en televisión la capitalicen en el resto de las redes sociales. Ya ha pasado con Donald Trump, quien ha sabido utilizar su popularidad y trasladarla sin complejos a la maquinaria política. Su éxito ha abierto los ojos a todo el mundo. Si un cómico es capaz de dirigir el país más poderoso del mundo, es cuestión de tiempo que otros cómicos lo intenten en sus propios ámbitos. ●