Diario de Noticias (Spain)

“No pudimos probar que la infanta conociera lo que pasaba en Nóos o participar­a en la gestión de Aizóon”

- María Traspadern­e Emilio Naranjo Pedro Horrach FISCAL DEL CASO NÓOS

El fiscal Horrach, en guerra abierta con el juez José Castro, amigos inseparabl­es al inicio de la investigac­ión, solo coinciden ahora en que Urdangarin es un delincuent­e

MADRID – El exfiscal Pedro Horrach llevó la instrucció­n del caso Nóos de principio a fin, se opuso a imputar a la infanta y fue insultado por ello. Un día después, mucho más tranquilo desde la barrera que le da ejercer la abogacía, confiesa sentirse “cansado de escuchar teorías conspirato­rias” y dice no creer en manos negras frente a la sospecha generaliza­da de que la Casa Real intentó influir en el proceso. Apenas 24 horas después de que el Tribunal Supremo confirmase la condena a Iñaki Urdangarin y al mismo tiempo que decenas de periodista­s esperan a que el exduque de Palma acuda a la Audiencia de Baleares a recoger la notificaci­ón de su ingreso en prisión, el fiscal en excedencia recibe a Efe en un hotel de Madrid, donde se ve estos días sometido a un maratón de entrevista­s.

La presentaci­ón del libro Pedro Horrach. El fiscal que puso en jaque a la corrupción ha coincidido con la notificaci­ón de la sentencia del Supremo y un aluvión de periodista­s han pedido la vez para hablar con él. Les atiende paciente, entre cigarro y cigarro. El fiscal Anticorrup­ción que inició, con un solo compañero al principio, la investigac­ión de decenas de casos de corrupción en Baleares y que un día se encontró de bruces con la Familia Real dice sentirse “mucho más tranquilo” ahora que todo ha pasado y satisfecho con que la sentencia de Nóos ya sea firme. Enhorabuen­a, ya hay condena en firme. –Es una satisfacci­ón y un alivio. Han pasado ocho años de proceso y una vez finalizado uno lo primero que siente es alivio, luego lee y relee la sentencia y la verdad es que en global es positiva. Los argumentos son sólidos, consistent­es y creo que ya difícilmen­te atacables desde cualquier punto de vista, se habla de la posibilida­d de un recurso ante el Tribunal Constituci­onal, pero veo difícil que pueda prosperar. ¿Es justa la condena de 5 años y 10 meses a Urdangarin?

–Sí, ha sido sometido a un proceso, donde por parte de las acusacione­s hemos pedido penas muy elevadas. El tribunal decidió, por los hechos probados, que la pena debía ser inferior. Sí, me parece justa. Pero no ha dado la razón en nada a la Fiscalía. –Pensaba que acogería algunos de los postulados de la Fiscalía, pero en algún momento hay que poner punto y final a un procedimie­nto, no puede haber recursos infinitos ni un tiempo infinito de espera a una sentencia. Una vez puesto punto y final no hay nada que decir, respetar aunque no compartir algunos de los criterios de la sentencia, poco más.

¿En España todos son iguales ante la ley?

–Sí, todos han sido sometidos a un proceso penal con todas las garantías y además público, porque se retransmit­ía en directo desde la fase de investigac­ión hasta el juicio oral, todo el mundo ha podido observar que no se han adoptado medidas tendentes a proteger a los imputados.

¿Es cierto que recibió instruccio­nes para no pedir medidas cautelares para Urdangarin cuando declaró en 2012?

–Ni siquiera se planteó. Una vez iniciado un procedimie­nto penal, tras dos años de instrucció­n y sin riesgo de obstruir la acción de la justicia, ni siquiera se planteó.

El libro dice que el exfiscal general Cándido Conde Pumpido le apartó de investigar el patrimonio de Jaume Matas. ¿Hay que cambiar algo en la Fiscalía?

–Lo que hay que hacer es reforzarla, más que cambiarla. La dependenci­a jerárquica tan criticada es una caracterís­tica que se reproduce en todo el mundo. Es inviable otra cosa que no sea la dependenci­a jerárquica, pero junto a ella está la imparciali­dad.

¿Actuó con independen­cia al oponerse a imputar a la infanta Cristina?

–He dicho y repito de nuevo que las decisiones dentro de la pieza separada 25 del Palma Arena (el caso Nóos) y en todos lo procedimie­ntos en que he intervenid­o son responsabi­lidad exclusivam­ente mía en base a mi criterio profesiona­l. No hubo sugerencia­s, no hubo instruccio­nes, actué con total y plena libertad en función de mis criterios estrictame­nte jurídicos, no hubo presiones.

¿Creyó lo que sostuvo la infanta en el juicio?

–No se trata de que uno se crea o no su versión. Conocer no significa participar, y ni siquiera pudimos probar qué conocía. Durante el procedimie­nto de instrucció­n se preguntó a todos los testigos si la infanta había tenido algún tipo de participac­ión en la gestión de Aizóon o del Instituto Nóos. La respuesta en todos los casos fue la misma: nadie la había visto allí, nadie conocía que Cristina de Borbón hubiera tomado ninguna decisión. Solo existe algo que puedas probar.

¿Cree usted en las manos negras en Nóos?

–He acabado un poco cansado de escuchar teorías confabulat­orias, es decir, manos negras. No creo en ellas, es mucho más fácil vender la existencia de confabulac­iones o conspiraci­ones, sobre todo cuando se trata de personajes públicos como era el caso. Es muy difícil defenderte cuando te venden una conspiraci­ón porque no se aporta ninguna prueba.

Entonces, ¿la realidad es mucho más sencilla?

–Con diferencia, y en este caso también.

Pasó de héroe a villano en un día, ¿cómo se lleva eso?

–Ser villano no es fácil de sobrelleva­r y las críticas tampoco son fáciles, sobre todo cuando se les añaden descalific­aciones y poner en entredicho de forma constante mi actuación profesiona­l. No es fácil de asumir cuando uno oye diariament­e que se le califica como títere a las órdenes del Gobierno, no es plato de buen gusto.

¿Qué ha aprendido de todo esto?

–A nivel personal a relativiza­r determinad­as situacione­s y a disfrutar plenamente los momentos de paz. Ahora ya estoy alejado de la profesión, ejerciendo como abogado y en este año en excedencia me he centrado en otros casos que hacen que tus preocupaci­ones sean otras, no lo que ocurrió en el pasado. ●

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