Diario de Noticias (Spain)

Los roces de Trump con el G-7 opacan su primer pacto diplomátic­o

EEUU prevé la desnuclear­ización de Corea del Norte antes del fin de 2020

- Lucía Leal

SINGAPUR – El presidente estadounid­ense, Donald Trump, defendió ayer el impacto global de su histórica cumbre con el líder norcoreano, Kim Jongun, pero las tensiones que ha generado con los países del G7 aguaron su anhelo de ser reconocido como un gran estadista tras la firma de su primer acuerdo diplomátic­o.

“Todo el mundo puede sentirse mucho más seguro hoy que el día que yo llegué al poder. Ya no hay amenaza nuclear de Corea del Norte”, declaró Trump en un tuit al aterrizar en Washington después de un largo viaje desde Singapur.

“Antes de que llegara a la Casa Blanca, la gente asumía que íbamos a la guerra. El presidente (Barack) Obama dijo que Corea del Norte era nuestro mayor y más peligroso problema. Ya no es así. ¡(Pueden) dormir tranquilos esta noche!”, añadió.

Trump se pronunció así a pesar de que el proceso de desnuclear­ización ni siquiera ha comenzado y, si llega a producirse, podría durar muchos años, según los cálculos de expertos.

Sus tuits trataban de promociona­r el comunicado que firmó el martes en la cumbre con Kim, que, pese a su vago contenido, marcó el estreno en la diplomacia proactiva de un presidente que hasta ahora se había distinguid­o por su ruptura de consensos bilaterale­s e internacio­nales.

Por su parte, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, inició ayer un viaje a Corea del Sur y China que supone el primer movimiento diplomátic­o tras la cumbre.

AGENDA POSITIVA La reunión con Kim supuso el intento más notable de Trump de trazar una agenda positiva en el plano mundial, y los aliados tradiciona­les de Estados Unidos valoraron la cita como un paso para rebajar las tensiones con Pyongyang.

Sin embargo, sus bruscos anuncios del último año y medio le han otorgado una reputación de líder poco fiable, y la cumbre tampoco ha cambiado la forma en la que el mundo le percibe. Las complicaci­ones llegaron tres días antes de la cita con Kim, poco después de abandonar la cumbre del G7 en La Malbaie (Canadá).

Después de que el resto de líderes de las mayores economías del mundo cedieran a varias de sus exigencias para el comunicado final, Trump retiró su firma del mismo cuando el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se quejó de los aranceles de EEUU a sus exportacio­nes de acero y aluminio.

Las tensiones comerciale­s con Canadá, Japón y la Unión Europea (UE) ya estaban a flor de piel antes de la cumbre del G-7, y el hecho de que esa cita estuviera pegada en el calendario a la reunión con Kim no ayudó.

Poco después de llamar “débil” y “sumiso” al líder del país vecino y gran aliado de Estados Unidos, Trump se deshacía en halagos con el dictador de la nación más hermética del mundo, elogiando su patriotism­o, su inteligenc­ia y su talento negociador.

“Después de violentar a algunos de los aliados democrátic­os más cercanos de EEUU, (Trump) exaltó las virtudes del dictador norcoreano y respaldó su opinión de que los ejercicios militares conjuntos (de Washington y Seúl) son provocativ­os”, resumía un editorial de The New York Times.

La inesperada decisión de Trump de suspender los ejercicios militares en la península coreana inquietó a Japón, que antes de la cumbre ya temía que el presidente estadounid­ense ignorara sus preocupaci­ones para rubricar un pacto histórico con Pyongyang.

En la práctica, este ambiente puede llevar a que “aliados que son necesarios en las negociacio­nes de Corea del Norte sean más reticentes a trabajar” con Trump, opina Dan Balz, columnista de The Washington Post. ●

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Foto: Efe Un hombre lee un periódico cuya portada ilustra la histórica cumbre mantenida entre Donald Trump y Kim Jong-un.

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