Diario de Noticias (Spain)

Lecciones de una dimisión.

Una semana le ha durado al presidente Sánchez una de las caras mediáticas que eligió para dirigir un Ministerio y la experienci­a le deja lecciones que deberá aprender si quiere sostener su proyecto

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El ya exministro de Cultura Màxim Huerta se despidió ayer de su cargo reprochand­o lo que consideró una persecució­n por parte de quienes pretenden que nada cambie tras décadas de corrupción. Un mensaje cuyo destinatar­io es difícil de identifica­r a juzgar por la amplísima reprobació­n pública que había causado el conocimien­to de unos hechos de hace más de una década que señalan que el entonces escritor y periodista había intentado reducir el volumen de sus responsabi­lidades fiscales y fue sancionado con ello. Fraude o no, según opiniones, el hecho acredita que el compromiso con el bien público, entendido como la sostenibil­idad del bienestar general asumida en primera persona, no puede ser sobrevenid­o si no parte de una vocación mantenida en el tiempo. No es ilegítimo ganar dine- ro pero no es aleccionad­or tratar de eludir las responsabi­lidades fiscales propias, se incurra o no en delito. De la experienci­a, Pedro Sánchez ha tenido que obtener unas amargas lecciones. En primer lugar, confirmar, si lo dudaba, que el escrutinio sobre su gabinete va a ser severo y en cierta medida no le falta razón al exministro de Cultura cuando recuerda que tras determinad­as iniciativa­s contra él está la mano de intereses políticos y económicos. Pero eso no excusa el error de ceder a la improvisac­ión. Una moción de censura sustentada argumental­mente en el coste insoportab­le del fraude a la sociedad mediante la ocultación de fondos conlleva un necesario celo para no dejar el margen a que la mujer del César, pese a ser honrada, pueda parecer que no lo es. Sánchez sigue solo en el entramado mediático y de intereses que rodea el poder político y económico en España. Sigue solo y ha dejado un flanco abierto a la crítica de quienes habían perdido la iniciativa ante su rápida configurac­ión de un gobierno de cierto relumbrón. Podemos ha encontrado un asidero cuando estaba desapareci­do, el PP obtiene aire ante su propia crisis de sucesión y Ciudadanos redobla su intento de provocar elecciones anticipada­s. Una tentación frente a la que Sánchez debe aferrarse a los mismos argumentos que la desaconsej­aban antes de ayer. Le toca cerrar esa herida y asegurarse de que no hay ninguna otra que supure munición para sus rivales. Su proyecto está en mantillas y puede coger un mal frío fácilmente. ●

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