LÓPEZ MERINO SEÑALA A SANZ Y BARCINA COMO RESPONSABLES DE LA DESAPARICIÓN DE CAN
● El exdirector de la Caja de Ahorros Municipal culpa del desastre a un Consejo de Administración politizado y a la falta de supervisión de los Gobiernos de UPN ● Asegura que la estrategia “dispersa y cara” acabó en 3 años con una caja “potentísima”
PAMPLONA – Manuel López Merino habla como ex director general de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona (CAMP) o como el director adjunto de la Caja Navarra postfusión que fue. Pero también como el ciudadano que “observa con estupor cómo en tres años desapareció una caja potentísima”. Cómo una estrategia directiva “ecléctica” y desarrollada en lo peor de la burbuja; un consejo politizado en exceso y plagado de “prima donnas”; y un Gobierno de UPN que ni supervisaba ni asumía responsabilidades in vigilando acabaron con lo que “ni las dos Guerras Mundiales, el crack del 29, el primer plan de estabilización o la quiebra del la bolsa del 87” pudieron: una caja centenaria, un banco minorista de referencia que desapareció cuando sus responsables (entre ellos el Gobierno foral, “gran responsable” para López Merino) se “embarcaron en aventuras”.
La del ex directivo fue, quizá, la sesión más dinámica y amena desde que a mediados del mes de abril arrancasen las comparecencias en el Parlamento de Navarra. Hombre multidisciplinar y de verbo suelto, se definió “como un director de orquesta” de la empresa: un psicólogo de formación que aprendió matemáticas en la Academia General del Aire, y que trabajó más de tres décadas liderando equipos en empresas tecnológicas, textiles y de investigación. Tras participar en seis fusiones empresariales y desbancar a 33 aspirantes en un concurso para una plaza de subdirector, llegó a la CAMP en 1982. Allí ocupó durante 18 años “el mejor despacho de España” –el de la quinta planta de la Avenida del Ejército, del que no cambió ni la moqueta– y por eso habló con conocimiento de causa y distancia para analizar las causas que dieron con la entidad financiera absorbida por Caixabank después de un turbulento final.
DIRECCIÓN, CONSEJO Y GOBIERNO El cuestionario de UPN (como viene siendo habitual, en la primera sesión del compareciente sólo habla Luis Zarraluqui) le permitió hablar de muchas cosas. Pero el análisis fundamental de por qué hoy ya no existe Caja Navarra tiene, para él, razones y responsables, aunque no a partes iguales.
Por supuesto, responsabilidad tuvieron los equipos directivos de la Caja, aunque no cargó contra ellos. No culpó ni a muchos de sus excompañeros en la CAMP que luego se quedaron con Goñi –“Le tendría que haber cobrado derechos de traspaso”, bromeó– ni al último director general. “Yo he sido profesional”, anticipó, y por eso entiende que “los errores se cometen y tienen que servir para mejorar”. Más que a reproche, su valoración sobre la estrategia directiva sonó a lamento. “Ha habido errores de desenfoque, de no dedicarnos a nuestro núcleo duro: somos una banca minorista, nuestro foco está en los pequeños clientes a largo plazo. Y durante mucho tiempo se dispersó el tema, tuvimos una estrategia ecléctica, con la que no sabíamos qué hacer, si conquistar el mundo, convertirnos en una multinacional”, hiló. Fue, en cualquier caso, una estrategia “desperdigada”, “hecha mal, tarde y cara” y que se desarrolló “en la peor época”, dijo probablemente en alusión a la estrategia de expansión que se disparó en pocos años. Baste un ejemplo: los activos materiales (en su mayoría inmuebles, oficinas, sedes...) suponían 124 millones en 2004; en 2008, la cifra ya era de 566.
Pero más que los directivos, López Merino responsabilizó a los encargados de diseñar las líneas maestras de la estrategia empresarial: el consejo de administración. Echó de menos más “prudencia, más moderación”. Y lamentó que no se tuviese la idea de que afianzar resultados es lo que te permite evitar depreciar tu empresa. Sucedió todo lo contrario. El consejo se llenó de prima donnas venidos de Madrid. “Las redes clientelares lo ofuscaron todo” por “un error conceptual en grado superlativo”: la politización, “buscada y programada”, para querer “unir el poder económico y el político”, explicó. “Y esto tiene un nombre: totalitarismo”. Si en lugar de esa composición hubiese habido “diez o quince pequeños empresarios”, le hubiesen “metido un sentido común que hubiesen evitado esto”, apreció, con algo de rabia. Pero no. “La Caja fue de las que más tiempo estuvo más politizada”, porque en base al Fuero se consiguió burlar la ley de Órganos Rectores de las Cajas de Ahorro de mediados de los ochenta, que democratizó muchos órganos de dirección y ya regía en otras cajas del Estado.
Y, por último, lo que también faltó y tuvo mucha importancia para López Merino fue la “supervisión e inspección” del Gobierno de Navarra. En este aspecto, quiso rebatir la teoría de Enrique Goñi (que defendía que la inspección estaba delegada en el Banco de España) y de UPN, que siempre quitó responsabilidad a Miguel Sanz y Yolanda Barcina, los expresidentes que más vinculados estuvieron a la Caja. “La potestad y atribución de la supervisión es del Gobierno de Navarra. ¡Y a Dios gracias, porque eso es el Fuero!”, subrayó. “Hay un principio ineludible: a mayor delegación, mayor control. El Gobierno pudo delegar, pero eso no le exime de la responsabilidad”, puntualizó. “Y la responsabilidad no se delega”, concluyó. ●
“En la gestión ha habido errores de desenfoque: éramos una banca minorista y por momentos parecía que queríamos conquistar el mundo”
“Las redes clientelares ofuscaron todo. Se quiso tener en la misma mano poder económico y poder político, y eso tiene un nombre: totalitarismo” “El Gobierno foral pudo delegar la supervisión, pero lo que no se delega es la responsabilidad”
MANUEL LÓPEZ MERINO Exdirector general de la CAMP