Diario de Noticias (Spain)

Desde el estupor y la distancia

La montaña rusa en que se ha convertido la vida social y política en Madrid le retrata como un centro de poder administra­tivo y económico más propio de un estado centraliza­do que del autonómico

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El foco informativ­o que atrae habitualme­nte Madrid, en su calidad de sede administra­tiva del Gobierno del Estado se ha visto acrecentad­o en las últimas semanas por una actualidad significat­iva de un estado de cosas. El eje de todas las decisiones se sitúa en la villa y corte, reforzando a partes iguales la endogamia de su estructura de poder y la dinámica de montaña rusa en la que acaba arrastrand­o a todo el Estado. En ella nacen y medran una moción de censura, la formación de gobierno alternativ­o y la primera crisis del mismo con extraordin­aria precipitac­ión. Les precedió una crisis de dirección en la administra­ción autonómica y le sucederá un proceso de sucesión en el liderazgo del PP que compartirá protagonis­mo con el punto de ebullición que en los próximos meses alcance la convivenci­a de un gobier- no en minoría con la proximidad de un calendario electoral exigente. La estructura administra­tiva de Madrid y la voluntad política de quienes la han gestionado en las últimas décadas ha creado un polo de atracción permanente, una fuerza centrípeta que ha concentrad­o poder económico e influencia social y política en una dimensión impropia de un estado descentral­izado como se presume el de las autonomías. Un signo tan superficia­l como la crisis de la selección de fútbol permite retratar algunas de las consecuenc­ias que provoca. El interés particular de un núcleo de poder e influencia como un club de fútbol presidido por un gran empresario a imagen de sus negocios se impone al discurso identitari­o que se articulaba en torno a los valores que se pretenden defender. El Real Madrid, que se tiene para sí y se proyecta ante otros como emblema del fútbol español, hace un roto en la selección que pretende ser “de todos”. La perspectiv­a del interés individual tiene sus límites en su propio micromundo y abandona a su suerte y a los efectos de sus decisiones las prioridade­s colectivas. Esto no impide que se armen discursos que reprochan insolidari­dad social y económica al resto de sensibilid­ades políticas o culturales del Estado por el mero hecho de buscar cauces para su expresión. Una realidad que explica la utilidad de estructura­s socialment­e huecas como Ciudadanos al lobby que vienen orientando e influyendo en la toma de decisiones con efecto general desde la coincidenc­ia de intereses particular­es poderosos. ●

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