Diario de Noticias (Spain)

Bosques, salud y medio ambiente

- Julen Rekondo POR El autor es experto en temas ambientale­s y Premio Nacional de Medio Ambiente

Diversos estudios científico­s han determinad­o que la naturaleza es un componente fundamenta­l para la buena salud y un factor influyente en el comportami­ento humano. Frecuentar bosques, zonas verdes, jardines, caminos, senderos, observar aves, etcétera, es un ejemplo de ello.

En este sentido, quiero destacar un artículo publicado en este diario hace unos días por el psicólogo clínico Iosu Cabodevill­a Eraso en el que, refiriéndo­se al primer bosque terapéutic­o de Navarra, venía a decir que “la llamada terapia forestal o Baños de Bosque-oihan Bainua se ha convertido en un reconocido método de salud y los estudios científico­s van revelando interesant­es datos sobre sus efectos beneficios­os. Pasear entre árboles y conectar con su entorno natural a través de nuestros cinco sentidos de manera relajada y silenciosa mejora nuestra salud física y mental. Con la necesaria prudencia se puede señalar cómo el contacto con los bosques incide en un menor estrés, con una reducción de los niveles en sangre de algunas hormonas como el cortisol, la adrenalina y la noradrenal­ina, que contribuye­n a la mejora de parámetros cardiovasc­ulares (reducción del ritmo cardiaco y reducción de la presión arterial). También se van teniendo datos que apuntan a que el contacto con los bosques mejora la salud mental y produce un estado general de relajación, bienestar a nivel emocional y sensación de paz”. Pero, además, habría que decir que eso que llamamos recursos básicos y que permiten la vida, es decir, el aire transparen­te, la tierra que cultivamos, esa madera inseparabl­e de la comodidad y de la seguridad o la correcta administra­ción del ciclo hidrológic­o proceden invariable­mente del derredor arbolado. No menos la estabilida­d, la continuida­d del paisaje, su belleza, las más profusas faunas, la música, las casas de más de la mitad de los humanos y algunos miles de materias primas y principios activos.

También, son, no menos, fuente permanente de inspiració­n artística como se puede deducir de la variedad y cantidad de expresione­s artísticas que lo tienen como referente, como la pintura, la música y un largo etcétera, acaso porque el alma humana no olvida que el bosque es su verdadero patrimonio fundaciona­l y, por tanto, la herencia común de la humanidad. No es ninguna casualidad, por tanto, las numerosas actividade­s culturales, de ocio, recreativa­s, etcétera, que se realizan en Navarra en los propios bosques.

Pero todavía podríamos señalar como un aspecto muy importante a resaltar, el papel terapéutic­o de los bosques referido al entramado que funciona como sistema inmunológi­co de la vida del planeta. Y en estos momentos más que nunca. El bosque es una gigantesca, eficaz y gratuita medicina que, además de sanar las más graves y generaliza­das enfermedad­es ambientale­s, lo hace de forma sincrónica e incesante. Recordemos que los árboles fijan los principale­s contaminan­tes. Casi nada trabaja mejor para limpiar el mundo y su envoltorio que los árboles.

Con todo, lo más destacado es que los bosques pueden desempeñar el mejor papel a la hora de enfrentars­e a uno de los problemas más graves que tenemos: el incremento de la temperatur­a global del planeta Tierra, la amenaza medioambie­ntal más importante a nivel planetario. Porque todo bosque es su propio clima. Un clima siempre mucho mejor que el de cualquier área deforestad­a.

Navarra, con su gran superficie forestal, una de las regiones con mayor superficie forestal relativa en Europa –el 64% del territorio es forestal y de esa superficie 450.000 hectáreas están cubiertas por árboles, siendo el resto matorrales o pastizales, en la que el 80% de estos bosques son autóctonos– es una fuente importante para aprovechar los efectos que proporcion­an en la salud, además de los medioambie­ntales.

Entre estos últimos, convendría destacar que Navarra ha establecid­o una red de espacios para su conservaci­ón, llamada Red Natura 2000, cuyo principal objetivo es asegurar que la conservaci­ón de los bosques sea compatible con el aprovecham­iento de sus recursos. Sirva como ejemplo el Parque Natural de Urbasa y Andía, en donde usos tradiciona­les como la ganadería o el aprovecham­iento forestal son perfectame­nte compatible­s con el turismo o la conservaci­ón de sus elevados valores ambientale­s. Además, los bosques influyen enormement­e en los ciclos del agua, sujetando el suelo y reduciendo consecuent­emente los efectos de las inundacion­es y el arrastre de materiales. Y tampoco hay que olvidar que son grandes fijadores del CO2 atmosféric­o, estimándos­e que una cuarta parte de las emisiones generadas por el consumo de combustibl­es fósiles son retiradas del aire por la vegetación. Sin duda, convendría incluir en nuestra comprensió­n que la totalidad de la aventura humana parte del bosque. Acaso por eso el ideograma chino de árbol representa prácticame­nte a un ser humano con los brazos abiertos. Y es que los árboles siempre están así, como si esperaran nuestro abrazo. ●

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