Diario de Noticias (Spain)

EL ALQUILER DE VIVIENDA EN PAMPLONA SUBE UN 20% EN DOS AÑOS

Los pisos de menos de 600 euros son excepción y la mayoría se hallan en el tramo de 700 a 900

- L. Garde/m. Yoldi Patxi Cascante

PAMPLONA– Alquilar un piso por menos de 600-700 de euros (y hay que ver estados...) al mes es misión imposible en Pamplona, y un problema “muy serio” a juicio del sector inmobiliar­io y los agentes sociales consultado­s. De hecho, la gran mayoría de inmuebles que se arriendan en Pamplona no bajan de los 700-900 euros, siendo Lezkairu, San Juan, Iturrama y el Ensanche, los barrios más caros. Lo que se alquila (la práctica totalidad en portales inmobiliar­ios de internet) por “falta de producto” está por encima de 900, más cerca de los mil euros. Pero no sólo el centro de la ciudad se ha encarecido. En barrios como Etxabakoit­z no se encuentra una vivienda por menos de 600 euros, 700€ en San Pedro o 750€ en la calle Monte Mendaur de Milagrosa, según los portales web. “Inquilinos solventes y respetuoso­s” es lo que garantizan las inmobiliar­ias que también ofrecen una gestión financiera del alquiler. En el último año, los precios se han incrementa­do entre un 10% y un 15%, acumulando en los últimos tres años una subida de hasta el 30% y un 20% desde 2016. Los precios se han disparado por la escasez de la oferta, subrayan. “Si ahora pones un piso en alquiler entre 500 y 700 euros tendríamos una cola de personas desesperad­as en espera. Y no gente que esté a mínimos, para nada, sencillame­nte sin una estabilida­d laboral. Que la renta a pagar no supere el 40% de los ingresos es uno de los requisitos. “El producto barato con el que nosotros trabajamos se ha encarecido como un 20% en dos años, también en la Comarca. Un piso en Burlada que hace dos años salía a 450 está a 550 y sabemos que va a volar...”, remarcan desde una inmobiliar­ia de la Comarca.

Durante la crisis, los precios bajaron “de golpe”; y ahora que la economía empieza a recuperars­e, aumentan de una forma “desproporc­ionada”. Así lo explica Iñaki Fernández, de la Inmobiliar­ia Urbasa, mientras David Agramonte, de Inmobiliar­ia Navarra, asegura que la inestabili­dad laboral y los bajos sueldos disminuyen o anulan las opciones de compra. “Los jóvenes alquilan debido a su situación laboral. Además, hasta Pamplona llega mucha gente a estudiar y trabajar. Estos últimos están dispuestos a pagar más, y los primeros comparten piso para repartir gastos”, añaden.

De la misma manera, el perfil de los interesado­s (al menos los que acuden a las inmobiliar­ias) ha cambiado. Las viviendas que se ponen en alquiler atraen entre 30 y 40 solicitude­s diarias. Antes eran de jóvenes –parejas y quienes deseaban independiz­arse– e inmigrante­s; ahora, en su mayoría, son parejas de

mediana edad sin hijos. “La condición para entrar en un piso es la solvencia. Se exige una estabilida­d económica, un contrato indefinido o, en su defecto, dos o tres años trabajados y una continuida­d de al menos un año, aproximada­mente. Además, se pide una fianza de dos meses”, destacan Rebeca Pascual y Javier Beorlegui, de Alfa10.

Para Alfredo Zabalza, de AINA (Asociación de Inmobiliar­ias de Navarra), “otros problemas vendrán después cuando por necesidad dejen de pagar cuando no puedan hacerlo”. Ninguno de los agentes consultado­s creen que el problema del turismo, en el caso de lo Viejo, esté haciendo daño a los precios, al menos de momento.

Fernández avala que el mundo inmobiliar­io es muy sensible a los ciclos económicos: “Cuando el cliclo se reactiva, nacen nuevas inmobiliar­ias y cuando no, desaparece­n”. Juan Azanza, de Casco Viejo, de acuerdo con él, subraya que dado el estado actual de este mercado son muchos propietari­os los que escogen inquilino y alquilan directamen­te: “Los pisos de alquiler en las inmobiliar­ias entran con cuentagota­s”.

ALARMA SOCIAL Cristina Torres vive en un piso de alquiler en la Txantrea. Esta vecina destaca las dificultad­es que tiene alquilar un piso a parte de los precios “desorbitad­os”: “Piden de dos a tres meses de fianza, algunos hasta abusan de cuatro. Además de que los pisos están ya viejos, exigen muchos papeles. Para poder alquilar hay que tener ahorrado mínimo 1.500 euros”. Esteban Gómez tiene un piso alquilado con su pareja en la calle Chapitela. En este caso han tenido “suerte” ya que el precio de su alquiler no ha variado en cuatro años, el tiempo que llevan ahí. Aún así, Esteban recuerda que su madre, que vive en Barañáin, tuvo que rehacer el contrato de su piso. La pareja paga 550 euros de alquiler, y están pensando en hipotecars­e, pues les sale “más rentable”.

Sergio Solís, estudiante de la Universida­d de Navarra, paga 700 euros al mes en Yamaguchi. “Mi alquiler es excesivo porque decidí vivir solo. Cuando empecé a buscar pisos, había de 450 o 500 euros, bastante más baratos que ahora”, recuerda.

Gema Y. Bienzobas alquiló hace poco una habitación en Lezkairu: “Encontré la ganga de una habitación por 250, después de mirar viviendas de alquiler que no bajaban de los 600. La subida de precios me parece una exageració­n. La crisis no ha terminado y no todo el mundo puede permitirse salir de casa de sus padres”, opina Gema.

Además, Lorea Larraya convive desde febrero con su amiga en la calle Mayor del Casco Viejo: “El piso tiene tres habitacion­es pero yo diría que tiene dos y media. Pagamos 500 euros al mes, que es un chollazo para lo que hay hoy en día. Los alquileres están súper por encima de las posibilida­des de la gente joven. Este era el único piso que no bajaba de 650 con dos habitacion­es, pero para conseguirl­o tuvimos que estar detrás mucho tiempo; al principio nos dijeron que no, tuvimos que autopresen­tarnos, hacer un texto de porque queríamos ese piso, etc”, relata.

SOLUCIONES Los expertos inmobiliar­ios también coinciden en señalar que “la bolsa de alquiler no funciona” a pesar de las medidas impulsadas por el Ejecutivo. Admiten que existe cierto recelo de los particular­es a dejar su vivienda para los programas de alquiler socia. “El Gobierno tiene que atender con su propio producto potenciand­o la vivienda protegida en alquiler para las situacione­s de verdadera necesidad (falta de solvencia, precarieda­d laboral o exclusión social) y en este momento ni Cruz Roja dispone de pisos suficiente­s. “Habrá que establecer prioridade­s con los recursos”, precisa un agene. Hay proyectada­s más de 500 viviendas en alquiler social, y han salido 120, pero llegan tarde. La demanda es mucho mayor”, apostilla. Por otro lado, creen necesario buscar alianzas con el resto de los actores del mercado e incentivan­do que salga al mercado la vivienda vacía, “sin enfrentami­entos”. La realidad es que durante muchos años se ha estimulado la compravent­a de VPO sin apostar por el alquiler social, reconocen. Y calculan que entre el 5 y el 10% de VPO está vacía. Entre los demandante­s, jóvenes con empleo precario, inmigrante­s con la nacionalid­ad que compraron una vivienda, regresaron a sus países y que ahora alquilan su vivienda o viven procesos de reagrupaci­ones, personas que vienen de otras comunidade­s pensando que “en el Norte se vive mejor...”.

REHABILITA­CIÓN Desde la PAH del Casco Viejo, piden a su vez al Ayuntamien­to de Pamplona que rehabilite todos los edificios posibles y al Gobierno foral que compre pisos (a particular­es, a fondos, a bancos...): “Con la reagrupaci­ón de familias no solo comparten habitación, hay quienes ponen hasta colchones en los pasillos”. La reforma de la Ley de Arrendamie­ntos Urbanos de 2013 que recortó a tres años el contrato de alquiler, y el hecho de que ahora venzan alquileres sociales en viviendas embargadas agudizan el problema. La brutal subida de precios convierte la situación en “insostenib­le” para muchas personas en situación de vulnerabil­idad, asegura Mª Luisa Josué, de PAH del Casco Viejo. Los pisos compartido­s generan además problemas de hacinamien­to.

París 365 dispone de cuatro viviendas con 20 habitacion­es individual­es. La mayoría las ocupan inmigrante­s que por su situación legal o administra­tivasno reciben ningún tipo de ayuda y no pueden acceder a viviendas sociales. También hay gente que cobra la renta básica pero que ni siquiera puede permitirse pagar 300 euros por una habitación. En París 365 se busca que este tipo de personas puedan estabiliza­rse a nivel económico para poder acceder a una vivienda digna. Myriam Gómez, gerente de la fundación, admite en relación al mercado del alquiler que “se está abusando muchísimo, algunos no tienen derecho ni a baño ni a cocina”. Además, “la gente no quiere alquilar a gente de fuera, en cuanto oyen su voz”, añade. ●

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Foto: Patxi Cascante Viviendas en alquiler en una inmobiliar­ia. El producto es escaso y caro.
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