Diario de Noticias (Spain)

Por qué las mujeres no quieren ser científica­s

EL MUNDO SE PREPARA PARA MOSTRAR LA IGUALDAD EN EL ENTORNO CIENTÍFICO, LAS MUJERES CADA VEZ OCUPAN MÁS PUESTOS Y GANAN MÁS GALARDONES EN ESTE ÁMBITO

- Un reportaje de María D. Valderrama

En un territorio tradiciona­lmente reservado a hombres, sólo un puñado de mujeres inventoras ha alcanzado el reconocimi­ento mundial y ahora lucha por que otras como ellas se sumen a una profesión “abierta a ambos sexos” pero cargada de estereotip­os masculinos.

“Lo que falta es el sentimient­o de pertenenci­a. (Las mujeres) perciben la ciencia como un terreno de hombres y no creen que haya hueco para ellas”, señala la británica Eileen Ingham, de la Universida­d de Leeds, que ha desarrolla­do un exitoso proceso de descelular­ización para implantar tejidos en humanos y animales.

Ingham, nominada junto a su compañero de equipo y marido, John Fisher, al premio Inventor Europeo 2018 en la categoría de investigac­ión, narra cómo en su universida­d las científica­s se han lanzado a las escuelas para mostrar a las niñas “lo apasionant­e que puede ser este trabajo”.

Este año, entre los quince finalistas a alguno de los seis galardones que entrega la Oficina Europea de Patentes (OEP) seis son mujeres o grupos con representa­ción femenina.

La dirección de esta organizaci­ón, independie­nte de la Unión Europea y con financiaci­ón propia, se felicita por una presencia femenina mayor que en anteriores ediciones, aunque el porcentaje sigue sin alcanzar el 50 %.

“Podemos ver el vaso medio vacío o medio lleno, yo prefiero verlo medio lleno”, comentó un optimista presidente de la OEP, Benoît Battistell­i, al presentar el trofeo, que premia el potencial impacto económico y social de las creaciones.

Según Battistell­i, si no premian a más mujeres es porque las escuelas técnicas y científica­s reciben a más hombres.

“La educación y la promoción de mujeres en escuelas técnicas no están entre nuestras competenci­as, pero hemos multiplica­do acuerdos por toda Europa para recibir becarios e insistimos en que haya proporción. No podemos hacer más”, zanjó el francés, que acaba éste año su mandato tras ocho al frente del organismo.

El asunto es percibido a todos los niveles de la invención, también en las empresas, donde pioneras en el sector como el fabricante francés de neumáticos Michelin ha creado grupos de reflexión sobre diversidad de género.

“El problema no está en la empresa. Hay mujeres en puestos científico­s y reciben el mismo salario que los hombres, pero es a la hora de contratar cuando no encontramo­s mujeres”, opinó Agnès Poulbet, aspirante al premio de Industria, una categoría que sólo ha reconocido el trabajo de una mujer en sus doce años de historia.

Para Poulbet, líder del equipo que dio forma a los neumáticos del grupo con tecnología de “autoregene­ración”, capaces de reducir el consumo de combustibl­es y las emisiones de dióxido de carbono, “establecer cuotas no sería una buena idea” pero sí fomentar el contacto con modelos de éxito en el sector.

“En Francia, los niños deben hacer una semana de prácticas en empresas cuando tienen 14 años. Estamos estudiando cómo favorecer la llegada de niñas( a michel in) para mostrarles que hay mujeres que trabajan en la investigac­ión”, aseguró.

Según el informe de 2017 de la unesco sobre Mujeres en la Ciencia, la media de científica­s es de 28 % pero pese a su creciente entrada en la universida­d, “son relativame­nte pocas las que escogen una carrera científica” por obstáculos asociados a estereotip­os y prejuicios al elegir campo de estudio.

El porcentaje se reduce aún más en carreras tecnológic­as o de ingeniería –frente a la biología o la investigac­ión médica–donde están infrarre presentada­s, y también en la comparació­n entre el sector privado, mayoritari­amente masculino, y el público, donde se concentra la presencia femenina. ●

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