Pedro Sánchez y el cambio en Navarra
Que Pedro Sánchez abandonase su escaño en el Congreso antes que apoyar la investidura de Rajoy supuso una apuesta muy arriesgada que podría haberle condenado a la irrelevancia política, pero esa coherencia le ha proporcionado la presidencia del Gobierno. La militancia del
PSOE se ha situado tradicionalmente a la izquierda de la dirección y esto permitió que ganase las primarias y que derrotase a Felipe González, su opositor real aunque fuese Susana Díaz quien diese la cara. A un comportamiento ético le ha seguido una recompensa. La alegría porque el PP haya sido desbancado del Gobierno parece proporcional al grado execrable de corrupción al que se había condenado a la política española. Sin embargo, con solo ochenta y cuatro diputados se verá obligado a negociar de forma constante. Sería deseable que las fuerzas progresistas pudiesen consensuar una política social que acabase con los recortes desmedidos, con las cesiones a la banca y con la conculcación de derechos civiles, sociales y laborales; la conformación del nuevo Gobierno, no obstante, apunta a que en política económica se procurará el apoyo de partidos como Cs, el PNV e incluso el PDECAT. Previsiblemente, la política territorial del nuevo Gobierno dará un giro copernicano. Produce tristeza que el PSOE de Pedro Sánchez apoyase el 155; sin embargo, con éste en la presidencia el diálogo tal vez habría sido más fluido y no se hubiera llegado a ese extremo. A partir de este momento, Catalunya ganará en estabilidad y las posturas entre el Estado y la Generalitat no se enconarán tanto. Ahora bien, quedan ya muy lejos aquellas legislaturas en que el PSC constituía por sí mismo una importante agrupación de diputados del Grupo Socialista en el Congreso, con la consiguiente pérdida de influencia del catalanismo dentro del Partido Socialista. En cuanto a Navarra, el
PSN padece una enorme fatalidad: su intrascendencia en Madrid consigue que no se tengan en cuenta sus intereses o que se antepongan otros más importantes desde el punto de vista cuantitativo, como los del PSOE andaluz. Las bases socialistas navarras han debido de sufrir mucho por el apoyo constante a UPN y por haber frustrado al menos dos veces el cambio político y social. Con total probabilidad, los dirigentes del PSN anhelan colaborar con partidos como Geroa Bai, Podemos e I-E y desearían participar en el Gobierno del cambio. Si el escollo está en la política en torno al euskera, un diálogo intenso y fructífero podría cimentar un acuerdo de base que permitiese continuar con la normalización lingüística en la Educación, en la Administración y en la calle, donde el sentimiento vasquista va ganando posiciones progresivamente, cuanto más que siempre ha estado presente como seña identificatoria navarra. Muchas veces se menciona a Navarra como una sociedad conservadora por su apoyo a Franco en la Guerra Civil, por la presencia de la congregación del Opus Dei, porque UPN es el partido más votado, etcétera. Sin embargo, la suma de los parlamentarios del cuatripartito y del PSN conforma casi el 70% del Parlamento foral. Que UPN gane las elecciones solo significa que la izquierda está mucho más fragmentada. Por lo tanto, podemos afirmar que la inmensa mayoría de la sociedad navarra desea un gobierno progresista estable; de alcanzarse un acuerdo éste podría mantenerse sine die. Es de suponer que Pedro Sánchez conozca la realidad de la comunidad foral; sin embargo, queda por comprobar hasta qué punto respetará la voluntad de los navarros y navarras o, por el contrario, si la sacrificará por otros intereses más o menos bastardos, como los del ultranacionalismo español centralista y homogeneizador. La prueba de fuego del nuevo PSOE tal vez pueda estar en si es capaz de colaborar con un gobierno progresista en Navarra junto a las fuerzas políticas del cambio. ●
El autor es escritor
Las bases socialistas navarras han debido de sufrir mucho por haber frustrado al menos dos veces el cambio político y social
La prueba de fuego del nuevo PSOE tal vez pueda estar en si es capaz de colaborar con un gobierno progresista en Navarra