El cambio de Gobierno en Madrid descoloca a UPN y retrata al PSN
Barkos tiende la mano al socialismo navarro para que se sume a la mayoría progresista
PAMPLONA – Todo ha sido tan rápido que apenas ha habido tiempo para adaptarse a la nueva situación. En solo una semana el Gobierno de España ha pasado a la oposición, y la oposición al Gobierno. Sin previo aviso y de forma inesperada han cambiado completamente los roles dibujando una nueva legislatura en España. Pero también en Navarra, donde los efectos colaterales del cambio iniciado en Madrid empiezan a visualizar las primeras consecuencias.
La más evidente la encarna UPN, descolocado ante la nueva situación, y que se debate entre la oposición frontal a la que apuntan PP y Ciudadanos y la mano tendida al Gobierno de Sánchez para facilitar puentes con el PSN en el futuro. Imprescindibles si quiere recuperar el poder autonómico y municipal perdido en 2015. Es la vía a la que apunta el diputado Íñigo Alli, quien con más claridad apuesta por marcar distancia con el PP. Duda sin embargo Javier Esparza, que observa cómo los socialistas se alejan de UPN para acercarse al PNV, ahora socio prioritario en Madrid, y que no oculta su preocupación por las consecuencias que pueda tener para su partido.
De entrada, los regionalistas han perdido la interlocución directa con el Gobierno de España. Un lazo que les ha permitido patrimonializar determinadas inversiones del Estado, con el TAV a la cabeza, y que confiaban en visibilizar en los próximos meses con la puesta en marcha de las obras paralizadas desde 2013. En esa foto ya no estará Esparza, ni tampoco ningún ministro del PP. Queda en poder de un Partido Socialista que empieza a mostrar buena sintonía con el Ejecutivo foral, que presumiblemente se exhibirán en una próxima reunión entre Pedro Sánchez y Uxue Barkos.
El PSN asume así la gestión de las inversiones en Navarra con un delegado del Gobierno cercano a Santos Cerdán, principal figura orgánica del PSOE y quien con más claridad ha rechazado la vuelta a las alianzas con UPN. “En Navarra queremos un Gobierno progresista y plural”, subrayaba recientemente en una entrevista en este periódico el coordinador territorial del PSOE.
UN NUEVO ESCENARIO Los socialistas han logrado así recuperar el centro político en Madrid, apoyados además en una alianza que se parece mucho a la que sostiene al Ejecutivo foral. Y aunque Sánchez ha impuesto un Gobierno monocolor que le permite gestionar los tiempos y las formas en esta nueva etapa, la apuesta por completar la legislatura le va a llevar necesariamente a buscar acuerdos puntuales con quienes le auparon a la Moncloa.
Queda por ver la profundidad y la valentía de las nuevas medidas, pero de momento la dirección parece clara. En apenas dos semanas ha habido gestos de distensión con Catalunya, se ha abierto la posibilidad de una revisión de la política penitenciaria y se ha tomado la bandera social en ámbitos como la inmigración o las políticas públicas. Medidas que recuerdan mucho a las que se han venido aplicando en Navarra en cuestiones como la renta garantizada, la atención sanitaria a inmigrantes e incluso en posiciones políticas como el acercamiento de presos o la demanda de vías de diálogo con Catalunya.
Y que retratan también al PSN, que tras una legislatura de la mano de UPN y PP ahora recibe las mismas críticas que estos tres años han ido a parar al Gobierno foral. Lo que quedará todavía más en evidencia si Sánchez acaba con la dispersión o promueve una reforma fiscal para mejorar en el gasto social. Por lo que antes o después el socialismo navarro deberá adecuar su discurso en Navarra para no caer en una evidente contradicción con lo que vaya pasando en el Congreso de los Diputados.
Es el marco que queda dibujado para una legislatura que entra en su último curso en Navarra. Un campo de juego donde en términos generales nada ha cambiado sustancialmente todavía. El cuatripartito sostiene cohesionada su mayoría, y pese al caos interno de Podemos la alianza parece sólida como para afrontar un segundo mandato. La oposición también mantiene su unidad de acción en los temas centrales, con la política lingüística como principal arma arrojadiza. Así que parece difícil y poco probable un cambio de alianzas a corto y medio plazo.
Hay sin embargo corrientes de fondo que empujan a todos los partidos, que tras el verano entrarán ya en la fase de elaboración de listas y en precampaña electoral. Un tiempo en el que todos intentarán reforzar su posición para una hipotética negociación de alianzas que dependerá tanto de la voluntad política como de la aritmética parlamentaria. Y ahí el éxito o el fracaso de la operación Sánchez en Madrid también puede tener mucho que decir. ●
Después de tres años de la mano de UPN y PP, el PSN ve cómo las fuerzas que tanto ha criticado son hoy su principal apoyo en Madrid