Diario de Noticias (Spain)

Veinte años de bolillos en Leitza

LINU PUTZU, EL GRUPO DE ENCAJERAS LOCAL, CELEBRÓ AYER SU VIGÉSIMO ANIVERSARI­O CON UN ENCUENTRO

- Un reportaje de Nerea Mazkiaran

Linu putzu, el grupo de bolillos de Leitza, cumple 20 años. Por ello, ayer organizó un encuentro de encajeras en el que participar­on en torno a 80 artesanas venidas de Pamplona, Altsasu, Irurtzun, Ibarra, Logroño, Tafalla, Andoáin, Burlada y Zizur, que durante toda la mañana mostraron en el karrape su destreza con los bolillos, un mágico juego de hilos y alfileres del que surgen puntillas, mantillas, abanicos o guantes, tal y como se pudo ver ayer.

Las anfitriona­s eran Arantza Grajirena, Begoña Olano, Pili Ezkurdia, Txaro Gordobil, Maritxi Goñi y Andone Salbarredi, que ayer quisieron realizar un pequeño homenaje a su maestra, Gloria Irurtia, que introdujo esta técnica en Leitza. Aunque el grupo ha bajado de número –llegaron a ser una veintena–, se siguen reuniendo un día a la semana, los viernes por la tarde, tres horas que se les pasa volando. Y es que entre los beneficios de hacer bolillos es que propicia la sociabilid­ad de las personas. Asimismo, puede ser una buena terapia para aquellas permerenda­mos”, sonas que padecen problemas de estrés, dado que requiere grandes dosis de paciencia, y también muy beneficios para mejorar la concentrac­ión.

“Lo importante es seguir aprendiend­o”, señaló Juana Mari Goñi, de Irurtzun, que ayer acudió a Leitza junto con Aurora Burgui, Carmen Kerejeta y Antonia Torrecilla, nacida en Jaén, que aprendió esta técnica de niña. El grupo de Irurtzun, unas 18 mujeres, se juntan dos veces a la semana, los martes y jueves. “Hacemos bolillos, nos corregimos unas a otras y hablamos. También confesaron.

De Bakaiku eran las gemelas Regina y Margari Urrestaraz­u, así como la nieta de la primera, Izadi Barandiara­n, de 13 años, muestra de que el encaje de bolillos también es para la juventud. “Les enseñé a todos mis nietos, a chicos y chicas, desde que tenían cuatro años”, apuntó esta maestra de bolilleras.

El grupo más numeroso y también mixto era de Pamplona, de San Fermín: el de una veintena de encajeras que no se pierden los encuentros que se celebran en Navarra, Zaragoza, La Rioja, Burgos o Soria, entre otros lugares en los que han mostrado su buen hacer. Y es que es un día de intercambi­arse picados, es decir, copias de labores, y patrones, de intercambi­o de hilos y otras experienci­as, un día de convivenci­a entre personas que comparten una afición, como destacó Pepi Cid. ●

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Fotos: N.M. En el encuentro de Leitza había encajeras de todas las edades.

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