EL IRANÍ DE AQUÍ
GRUPO B TRAS HABER SIDO READMITIDO CON POLÉMICA, M ASOUD, JUGADOR DE OSASUNA DURANTE CINCO TEMPORADAS, LIDERA LA SELECCIÓN DEL GOLFO PÉRSICO QUE CALIBRA LOS MIEDOS DE ESPAÑA
PAMPLONA – Masoud Shojaei decía que era feliz en Pamplona. Entre él y Nekounam, el otro iraní con peso en la historia de Osasuna, llegaron a afirmar que se sentían pamploneses, aunque sus idas y venidas con su selección ponían de los nervios a técnicos y aficionados rojillos, que sabían cuando se iban y sabían de sus retornos complicados. Masoud se fue de Osasuna hace cinco años tras haber estado cinco temporadas –una grave lesión le dejó en blanco un curso, el 2011-12–, recaló en Las Palmas –estuvo en Segunda la temporada 2013-14, donde marcó cinco goles– y dos años más en Catar antes de aterrizar en Grecia –primero en el Panionios (2016-18)–, antes de ser traspasado en el último mercado invernal al AEK de Atenas, en donde se proclamó campeón de la Superliga griega.
A Masoud, los caminos del fútbol le han llevado a liderar a la selección de Irán, en la que es capitán, jugador de referencia –titular ante Marruecos– y, también, a tener un reconocido peso social en su país. A sus 34 años, el centrocampista está jugando su tercer Campeonato del Mundo, todo un hito.
Masoud luce el brazalete de los suyos, pero lo hace después de haber vivido una peripecia angustiosa hace poco menos de un año que le colocó fuera de la selección de su país. El 3 de agosto su club de entonces, el Panionios de Atenas, se enfrentó en Liga Europa al Maccabi Tel Aviv, y el Gobierno de Irán le impidió jugar el partido bajo la advertencia de que hacerlo supondría reconocer el Estado de Israel y vulnerar los principios de la revolución islámica.
El entrenador del conjunto griego le evitó jugar el partido de ida fuera, pero al perder por 2-0, fue reclamado junto con su compatriota en el equipo, Ehsan Hajisafi, para disputar el encuentro de vuelta. Ante la negativa de ambos para jugar también en Atenas, el Panionios les presionó para que lo hicieran e, incluso, si les hubiesen denunciado ante la UEFA, su futuro futbolístico iba a quedar casi liquidado. Tampoco desde la Federación Iraní les dieron una solución. La conclusión fue que Masoud y Hajisafi fueron los primeros deportistas iraníes que se enfrentaron a equipos israelíes en 38 años. Las consecuencias fueron terribles entonces. El ministro de Deportes iraní, Mohammed Reza Davarzani afirmó: “Masoud Shojaei y Ehsan Hajisafi nunca más serán invitados a unirse a la selección nacional. Traspasaron la línea roja”. Las redes agitaron las opiniones contra los dos futbolistas y mientras Hajisafi se disculpó en ellas, Masoud no lo consideró oportuno y quedó señalado.
Traspasado después al AEK de Atenas –entrenado por Manolo Jiménez–, Masoud pidió públicamente en enero que quería regresar a la
selección. Carlos Queiroz, el experto entrenador portugués al frente de la selección persa, estuvo atento a los movimientos, también lanzó sus mensajes y acabó por volver a contar con uno de sus hombres con más talento.
Masoud, que lleva trece años en la selección y doce jugando fuera de Europa, es un hombre que se ha significado también por otras reivindicaciones que le han hecho ser un futbolista popular y querido en Irán. Tras la clasificación para el Mundial, en una recepción con el presidente del país, Hasan Rouhani, preguntado sobre qué podría mejorar en la selección, el exrojillo fue claro al solicitar que las mujeres pudieran acudir a los estadios de fútbol.
El Masoud pelotero, jugador virguero, que camina en la fina línea que separa la filigrana del error, luce el brazalete de capitán en una selección iraní en la que también milita otro exosasunista. Karim Ansarifard no tuvo en Pamplona el brillo de sus dos compatriotas que estuvieron por Tajonar –el propio Masoud y el histórico Javad Nekounam–, pero fue irse de Osasuna y reverdecer laureles en Grecia. Los dos son los enemigos de una España en apuros. ●