El juez encarcela al padre como autor del triple crimen de Cáseda y deja libres a los hijos
Juan Carlos Jiménez Jiménez disparó en cuatro ocasiones y se autoinculpó tras ser detenido ● Medidas de seguridad especiales para los dos hijos ● Interior reitera que el 112 alertó del suceso a Policía Foral y un minuto después a Guardia Civil
PAMPLONA – El juez de Aoiz 2 decretó ayer el ingreso en prisión comunicada y sin fianza de Juan Carlos Jiménez Jiménez, el padre de 53 años y vecino de Muniáin de la Solana detenido por el triple crimen perpetrado el martes en Cáseda tras una disputa entre dos familias. Los otros dos arrestados, sus hijos Juan Carlos, de 22, y Emilio, de 18 recién cumplidos, quedaron en libertad provisional al pedirlo así la Fiscalía con la obligación de acudir cada 15 días al juzgado.
Una disputa entre dos familias por la ruptura y reconciliación de la pareja formada por Julio (hijo y hermano de las víctimas) y Amparo (hija y hermana de los detenidos y que abandonó Cáseda unos días antes, se fue a Muniáin y volvió ese martes por su cuenta y en el coche de un tercero para retomar la relación, algo que su familia no toleró) acabó a tiros con la vida de Fermín Jiménez Echeverría, de 50 años y de Eslava, así como de sus hijos, José Antonio, de 29 años, vecino de Cáseda, y Cristian, de 17.
En el auto en el que decreta el ingreso en prisión del padre, el juez argumenta que al acusado “se le relaciona directamente por testigos presenciales de los hechos e incluso por él mismo mediante manifestación espontánea tras ser detenido, como el responsable de haber dado muerte mediante cuatro disparos de escopeta a los tres fallecidos”. El tiroteo se produjo, tras una discusión “acalorada” y “un intercambio de golpes” entre los padres de ambas familias a raíz de la separación y posterior reconciliación de la hija (Amparo) del acusado con el hijo (Julio) de una de las víctimas. El juez justifica el ingreso en prisión del detenido ante “la gravedad de los hechos que se están investigando, un triple homicidio o asesinato” que “cuando menos puede llevar aparejada la imposición de una pena de entidad relevante, como puede ser la prisión permanente revisable”.
LA PARTICIPACIÓN DE LOS HIJOS Por otro lado, señala que “se desconoce por el momento, con una rotundidad que permita atribuir unos indicios racionales de criminalidad serios, la participación concreta” de los otros dos detenidos. Y que también se “desconoce el arraigo laboral o social” de los tres investigados, ya que ninguno de ellos declaró. Sobre el padre, subraya que “a pesar de carecer de antecedentes, indiciariamente es responsable, bien por sí o con la colaboración de sus hijos, de dar una muerte violenta a los tres fallecidos utilizando un arma de fuego de su titularidad hasta en cuatro ocasiones”. Los dos primeros disparos impactaron de pleno contra los cuerpos de las víctimas y, en el tercero, hirió de refilón a uno de los hijos, al que finalmente, asestó otro tiro certero, el cuarto. Los disparos se ejecutaron en una única acción, sin necesidad de cargar la escopeta. El otro arma que había dentro del coche se encontraba inutilizada para disparar y la Policía Foral descarta que se usara. En el curso de la pelea se describe que alguno de los hijos detenidos fueron golpeados o amenazados con un palo. Al menos uno de ellos presentaba golpes y requirió examen forense. Tampoco hay testigos que manifiesten que alguno de los hijos portara armas. A continuación, huyeron del lugar con el padre como conductor y no se resistieron a ser detenidos. El padre se autoinculpó entonces y manifestó ante los policías que él era quien había disparado y que sus hijos no habían hecho nada. Jurídicamente, al no tratarse de una declaración policial o judicial, dicho reconocimiento o confesión no tiene validez.
Asimismo, el juez comparte la visión del Ministerio Público sobre “un evidente riesgo de fuga” del acusado “a la vista de la gravedad de la pena” y de que salió huyendo nada más cometer el crimen y no depuso en su actitud de escapar hasta que fue interceptado por la Policía Foral. También justifica que la prisión preventiva evita que se puedan ocultar o destruir pruebas o influir en el testimonio de otros testigos. Además, considera que “en caso de quedar en libertad, podría tratar de arremeter de nuevo” contra la familia de los fallecidos. Añade el juez que el riesgo de fuga del investigado se revela “no sólo en la gravedad de la pena, sino por el hecho de que una vez perpetrado el crimen, ya salió huyendo y tan sólo al ser interceptado por la Policía Foral depuso su actitud”. ●