Pobres e inmigrantes y el camarote de los hermanos Marx
No creo que sea casualidad. Entre otras cosas, porque no es nuevo esto de utilizar el señalamiento al diferente, al pobre o al inmigrante para azuzar el debate social hacia posiciones extremistas u obtener protagonismo y atención mediática y lograr supuestos réditos políticos, electorales o, como en este caso, sindicales. Y también porque por no haber sido algo habitual en el escenario de debate público en Navarra resulta difícil que su aparición ahora, a apenas ocho meses para las elecciones de 2019, sea casual. En apenas una semana, los sindicatos UAGN y Afapna, el primero centrado en el sector agrario y el segundo en la Administración Pública, han agitado ideas que ponen en cuestión el sistema de protección social de Navarra para atender las necesidades de los sectores y familias en situación de pobreza o exclusión social. UAGN acusó a la Renta Garantizada de favorecer un fraude masivo que dificulta la contratación de mano de obra para el campo. Afapna descalificó despectivamente las capacidades de los niños y niñas inmigrantes y los señaló en el ámbito de un debate parlamentario que trataba de la violencia en los centros escolares. Pobres y emigrantes como responsables de los males del campo navarro y de las agresiones en el sistema educativo foral. Ni una acusación ni la otra son ciertas. El departamento de Derechos Sociales y el consejero Laparra –también la Red contra la Pobreza y EHNE, el otro sindicato de la agricultura y ganadería de Navarra–, desmontaron las acusaciones de UAGN y el Servicio Navarro de Salud ha optado por asumir el control de los contratos y de la oferta de trabajo en el agro navarro. El presidente del Consejo Escolar de Navarra, Aitor Etxarte, dejó en entredicho las denuncias de Afapna y destacó en sentido contrario los niveles de convivencia en las aulas navarras. Da igual. Los datos, los hechos y la realidad desmienten a UAGN y Afapna, pero el mal ya está hecho. Se trata de poner en circulación un debate que señala a los otros, los pobres, los inmigrantes, los diferentes como responsables de los problemas de la sociedad navarra. Es un discurso que se compra fácil. Basta ver cómo se extiende por el Estado en una dura pugna entre los líderes de los partidos conservadores y la derecha pollita y mediática. Que UAGN sea un sindicato que ha vivido cómodamente de las prebendas y dádivas que repartían los gobiernos del anterior régimen en Navarra –a costa de las arcas públicas, eso sí– entre los adeptos, y que Afapna sea un sindicato de la función publicado vinculado a UPN tiene posiblemente algo que ver. Ese discurso con sello y tintes xenófobos, mesiánicos y reaccionarios tiene público, pero también coste social en una sociedad progresista y avanzada como la navarra. Dar la cara directamente con esas posiciones puede tener penalización electoral. Más aún cuando, la fragmentación política de las derechas en Navarra –ya son UPN, PP, Ciudadanos y Vox, un camarote de los hermanos Marx– obliga a una competencia que sólo puede ir elevando a más y más el tono de ese penoso y antidemocrático discurso. Pero que hayan quedado en evidencia UAGN y Afapna no significa que no hayan logrado el objetivo de situar en Navarra el debate que abandera la ultraderecha en toda Europa y que no hayan cumplido con ello, conscientemente o no, un objetivo político en favor de los partidos que añoran la vuelta al viejo régimen conservador. ●