El teatrillo de las cuentas
Es curioso que, cuando llega el tiempo de presentar los Presupuestos, a los gobernantes se les hacen los dedos huéspedes y les ataca como una especie de desasosiego aun entrando a la refriega ya antes de que nadie sepa cuánto hay para gastar. Esa agitación ataca también a los de la oposición, que aún conocen menos lo que habrá en la bolsa pero da igual, toca arrear.
Eso de los Presupuestos es tema árido, tedioso, puras matemáticas que casi no dan oportunidad a la imaginación, pero son tan importantes que afectan a la estabilidad económica y social de los gobernados para el plazo de un año. Sorprende, por tanto, escuchar a los gobernantes cuando pintan bastos eso de que no pasa nada si no se aprueban, que la prórroga sería suficiente porque luego las cosas se irían acomodando. Pero sí pasa, sí, y forzosamente habrá que acomodar lo que se gasta con lo que hay. La cuenta de la vieja. Y sorprende, también, comprobar que los que se oponen a las cuentas se nieguen a apoyarlas de oficio, porque toca, aun a costa de castigar a la gente con la prórroga y que se joda el sargento que yo no me como el rancho.
En cualquier caso, cuando le toca presentar Presupuestos a un Gobierno en minoría, como es el caso en la CAV, sabe que la oposición va a discrepar por principio. Al adversario –quizá mejor, al enemigo–, ni agua. Y si a ese desacuerdo de salida se le añade la circunstancia de unas elecciones próximas, lo que toca es arremeter como hienas contra esas cuentas, exprimiendo la debilidad del proponente. Curioso este ritual de apareamiento, que comienza de lejos advirtiendo que con ellos no se cuente, que apechuguen con su minoría, que en ningún caso van a salvarle los trastos a un Gobierno que defiende todo lo contrario de lo que ellos defienden; o echándole resentimiento como el PP, que a dónde vas manzanas traigo, lo que te exijo es que te divorcies de los malos. Este desacuerdo frontal, poco a poco, hace como que se apacigua quizá para evitar que nadie les eche en cara haberse mantenido el margen. Y llega el anuncio de buena disposición para hablar con una oferta formal de negociación que, como fuego de artificio, servirá para mantener el tipo ante la opinión pública. Téngase en cuenta, por cierto, que los que se oponen a los que gobiernan participaron en la ceremonia antes de conocerse los números, los dineros, sin saber a ciencia cierta de qué posibilidades económicas estaban hablando. Simplemente, estaban tomando posiciones, para presionar y para cubrir cada uno sus necesidades de propaganda.
Tras amagos varios, tanto Elkarrekin Podemos como EH Bildu presentaron sus propuestas. Insisto, antes de que se hubieran presentado los Presupuestos, incluso antes de saber cuánto hay para gastar. Los de Pablo Iglesias, fieles a su mantra del PNV antisocial y neoliberal, plantearon a Lakua una oferta con 15 propuestas entre las que figuran un plan de empleo dotado con 150 millones de euros y medidas para garantizar la continuidad de La Naval. Eso sí, ya avanzaron que tienen “serias dudas” para alcanzar un acuerdo con el Gobierno. Y el Gobierno, que a dónde van, que se han pasado tres pueblos, o sea, 1.500 millones por encima de las posibilidades reales.
EH Bildu, en extravagante pirueta, volvió a los viejos tiempos y ofreció dos abstenciones, suficientes para la aprobación de las cuentas, a cambio de que se busquen soluciones a la situación de los pensionistas con el objetivo de llegar a los 1.080 euros de pensión mínima, generar empleo nuevo, estable y de calidad, poner fin a la brecha salarial, en fin, “escuchar a la calle”. Y el Gobierno les pide más realismo, más concreción, convertir a números el clamor de la calle.
Uno, quizá por viejo, quizá por escaldado, suele tender a la suspicacia, a pensar más allá de lo que parece. Que el PP exija el divorcio abertzale para apoyar las cuentas podrá servirle para sacar pecho ante sus competidores por la derecha, pero ha repetido tanto eso de la revancha contra el PNV que el requerimiento antiabertzale parece un mero pretexto para la galería. Además, nunca se sabe si serán capaces de unirse al equipo del ‘no’ que anuncian los populistas de extrema izquierda y de los proetarras. En cuanto al brindis al sol de EH Bildu y Elkarrekin Podemos, en ardorosa pugna por la defensa de los desfavorecidos, pretendiendo el milagro de que las cuentas vascas den para todo, prefiero contextualizarlo en los tiempos electorales que se avecinan y que les toca disputarlos en el mismo espacio de votantes. Ha resultado que hay más dinero de lo que se pensaba, pues qué bien. A ver si ese dato anima a los actores a dejarse de teatro y a concretar cómo quieren que se reparta. ●