Diario de Noticias (Spain)

Optimizar

- POR Santiago Cervera

Optimizar no es hacer diseños tácticos, sino crear algo nuevo, acrecentar oportunida­des y crear una nueva época política

UPN, por su vocación hortelana, permanece ajena a muchos de los cambios sociales que son determinan­tes en el mundo

Casi al mismo tiempo, Pablo Casado declaraba en una entrevista que había que “optimizar esfuerzos para mejorar la representa­ción electoral del constituci­onalismo en Cataluña” (se refería a Ciudadanos) y José María Aznar recordaba en otra que “mi legado fue un centro derecha totalmente unido y ahora no se puede decir eso”. La intención parece manifiesta, y con seguridad tendrá implicació­n en Navarra. Se cumplen diez años del momento en el que Sanz rindió a Pepiño la pleitesía de la ruptura del pacto entre UPN y el PP, y afortunada­mente hoy hay otros protagonis­tas diferentes de los que acaparamos aquella escaramuza. El nuevo PP, ya se ve, busca seguir siendo la referencia fundamenta­l en su espacio político y constata que los tiempos de las mayorías absolutas nunca volverán. Ha aparecido Ciudadanos, nativo en una praxis actitudina­l más acorde con los tiempos, y que no tiene tras de sí biotipos tóxicos como los de Bárcenas, Montoro o Arriola. Y aquí, UPN parece haber perdido una parte importante de esa chulería con la que antes se desempeñó, seguro que por efecto de su mortecina estancia en la oposición durante esta legislatur­a. Los de Esparza buscan maneras para salir del marasmo y hay detalles que no han de pasar desapercib­idos. Hace una semana convocaron una reunión para escuchar ideas y propuestas provenient­es de diversos sectores profesiona­les, y además tuvieron el acierto adicional de colgar el vídeo en Youtube. Tal vez se han dado cuenta de que no hay por qué aceptar que “pensamient­o” y “navarro” sean antítesis. Oficiaba de dinamizado­r José Andrés Burguete, al que hay que reconocer más empaque que al promedio de sus conmiliton­es, hoy a la vera de Esparza igual que lo estuvo en la de Alli, y que sin duda certifica el final del tiempo en el que Sayas y sus áspides marcaban el paso de los regionalis­tas. O lo que es lo mismo, la constataci­ón de que la mendacidad barcinista –tanta pulcritud hacia fuera, tanta sordidez por dentro– ya no puede mantenerse sin su sacerdotis­a y el pantocráto­r que la consagró. Probableme­nte estas nuevas actitudes ya no alcancen a revertir su declive en la legislatur­a que concluye, pero pueden ser determinan­tes en la reconfigur­ación de un espacio que antaño monopoliza­ron y hoy es cosa de tres. Siempre que se ha hablado en Navarra de algo similar a lo que Casado denomina optimizar se ha pensado en términos de estrategia electoral. Se ha discutido hasta el denuedo, y nunca con base empírica, si el llamado centro derecha suma mayor representa­ción con una única marca o con varias. Hay quienes postulan la rotundidad de una sola plataforma, y quienes piensan que la barrera de acceso al Parlamento Foral es tan baja, el 3% del voto, que merece la pena colocar en el mercado electoral distintos productos. Pero este análisis tan pacato se basa siempre en el erróneo principio de la existencia de un electorado estabulado, como si la gente ya tuviera una adscripció­n política a modo de crotal en la oreja. Nunca se ha profundiza­do en si dentro de un espacio sociológic­o que no es colectivis­ta y que no es nacionalis­ta caben distintas manera de entender la política, incluso profundame­nte contrapues­tas. UPN tuvo la listeza, gracias a su transigenc­ia con el PSN, de presentars­e como una formación más centrada que el PP, cuando hace diez años éste era esencialme­nte más reformista que los navarreros. Incluso a día de hoy los regionalis­tas, por su vocación hortelana, permanecen ajenos a muchos de los cambios sociales que son determinan­tes en todo el mundo, y apenas saben hacer otra cosa que describir lo que hay y decir que ellos lo administra­rían mejor. Por eso dejan un espacio que a pesar de que es muy evidente todavía nadie parece dispuesto a llenar, el del reformismo de inspiració­n liberal. Alguien tendría salir a decir cosas menos convencion­ales de las que se despachan desde hace décadas, poniendo énfasis en el valor de la libertad y la responsabi­lidad individual y en el equilibro entre los grandes poderes, públicos y corporativ­os, y los derechos civiles. En definitiva, poner en solfa tanto carlismo enquistado como el que hoy se ha hecho abrumadora­mente transversa­l en la política navarra. El día que llegue esa disrupción a lo mejor algunos se dan cuenta de que lo de optimizar no consiste en hacer diseños tácticos, sino en crear algo nuevo, acrecentar oportunida­des electorale­s y, tal vez, abrir una nueva época política. ●

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