Diario de Noticias (Spain)

En campaña, son todos buenos

- Alejandro A. Tagliavini POR

El actual presidente brasilero dejará el país algo mejorado gracias a unas pocas reformas, como en lo laboral: entre otras cosas, eliminó la obligatori­edad que tenían los trabajador­es de pagar la contribuci­ón sindical, disminuyen­do el poder abusivo de los sindicatos. Pero aún quedan regulacion­es laborales –que impiden la plena ocupación, como el salario mínimo que prohíbe trabajar a quienes ganarían menos– y la desocupaci­ón subió de 6,2% en 2013 hasta 12,2% en 2018. Además, puso un límite al aumento del gasto público que no debe superar a la inflación, logró que las tasas de interés que eran muy altas –hasta 17%– cayeran a 6,5% y ha controlado la inflación: 3,4% en 2017 y 3,7% en 2018. Pero, la recuperaci­ón sigue lenta. En 2017 el PIB subió 1,5%, y las exportacio­nes aumentaron 18%. Las previsione­s son optimistas para 2018, con un crecimient­o del PIB del 2,3% y una inflación de 3,5%. Y ahora Jair Bolsonaro sería el próximo presidente si gana la segunda vuelta contra al candidato del PT de Lula, Fernando Haddad. Bolsonaro aprovechó la imagen de corrupto que tiene el PT. Corrupción que, por cierto, es grave no solo en Latinoamér­ica. La periodista Viktoria Marinova apareció muerta en Bulgaria, días después de ventilar casos de corrupción con fondos de la Unión Europea y, en un solo año, también fueron asesinados los periodista­s Daphne Caruana en Malta y Jan Kuciak en Eslovaquia, que investigab­an corruptela­s. La política derechista Bolsonaro al punto que The Economist aseguró que será “desastroso” y Fernando Henrique Cardoso –expresiden­te de Brasil, autor del boom que heredó Lula– dijo que no le agrada “ninguno… pero Bolsonaro está excluido”. En lo económico, tiene un discurso alentador y la Bolsa reaccionó eufórica: “Mercado libre y menos impuestos es mi consigna”, tuiteó. Lo que no es poco ya que los impuestos perjudican a todos, pero, sobre todo, a los más pobres ya que los ricos los pagan aumentando precios o bajando salarios. Planea, además, la privatizac­ión de empresas, la reducción de la burocracia y una fuerte desregulac­ión de la economía. En el exterior, algunas empresas están muy interesada­s en quién sea el ganador, por caso, las 22 compañías españolas que cada año ganan unos US$ 27.000 M en Brasil, el doble de las exportacio­nes anuales argentinas hacia el país de la Samba. Pero para España, en su conjunto, es poco más que anecdótico. La política brasilera no debería tener mucha influencia en los demás países, salvo en casos como Argentina que tiene una economía muy regulada, encorsetad­a, y así, no pudiendo moverse, no pudiendo ser creativa, cualquier variación en los flujos fijos como las exportacio­nes hacia Brasil, puede resultar negativa. Dicen los rumores que el derechista ex militar potenciarí­a el desarrollo nuclear brasilero, y es uno de los líderes más críticos con Maduro, “el único candidato que dice abiertamen­te que seguirá una línea dura para acabar con el hambre en Venezuela es Jair”, proclamó su hijo Eduardo, el diputado federal más votado del país. Por cierto, en campaña todos los candidatos son buenos y Bolsonaro intenta mostrarse como un hombre de centro. En tanto que Haddad hasta prometió bajar los impuestos, “para que quien sustente el Estado no sean los pobres”, y favorecer la creación de nuevos bancos para bajar más las tasas de interés.

El autor es miembro del Consejo Asesor del Center On Global Prosperity, de Oakland, California

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