Diario de Noticias (Spain)

Torres se merece más

- POR Félix Monreal

Roberto Torres tiene una relación apasionada, a veces también convulsa, con el fútbol. Unos días desprende cariño por el balón, lo acuna en sus pies, lo mima; otros, el hombre y la pelota se repelen, uno de los dos no quiere saber nada del otro y ese desamor lo percibe el estadio como una mala señal. A diferencia de quienes explotan los recursos físicos, Torres es futbolista gracias al balón; su juego sube en cotización en tanto en cuanto realiza conduccion­es, pasa o golpea a portería: es un jugador a quien las estadístic­as de kilómetros recorridos en un partido nunca pondrán en valor su aportación real al equipo. Torres debutó como profesiona­l mas tarde (22 años) que otros chicos de la cantera. Sus cinco temporadas en el Promesas superaban de largo el límite de la confianza y del periodo de formación. Llegado por fin al primer equipo, solo intervino en siete partidos en dos años. Finalmente logró los galones de titular, pero coincidió con un año desgraciad­o, de descenso (2014). Eso tiene que marcar el carácter como persona y como futbolista sobre todo cuando vives con corazón de osasunista los avatares extradepor­tivos en los que se vio envuelto el club. Quien ha pasado por situacione­s tan críticas es lógico que analice el día a día desde otra perspectiv­a a quienes llevan menos tiempos en el club y que todo lo que rodea al equipo le influya. Las sesiones de coaching con Martín Monreal y aquel mensaje mil veces repetido de que “Roberto Torres es el mejor jugador de Segunda división” lograron sacarle lo mejor, como líder de un equipo y como goleador (12 el año del más reciente ascenso). Después de aquello y hasta hoy es difícil saber si fue primero la confusión de objetivos en la que quedó cautivo el equipo la que arrastró a Roberto Torres o fue el futbolista el que guardó su fe y su talento en una taquilla del vestuario mientras sus más feroces críticos salían del armario.

Ayer, después del partido y de su primer gol después de un año, Torres se salió del guión y reivindicó jugar “los minutos que me merezco”. No percibí en sus palabras ni un reproche al entrenador, ni una falta de respeto a sus compañeros ni una petulancia: era la voz de un deportista que se ha mirado por dentro y, como ha demostrado en los últimos partidos, cuando juega tiene influencia en el resultado del partido. Pasó ante el Sporting, en Zaragoza y ayer mismo. Y no es solo que tire de personalid­ad y veteranía para lanzar él y no otro una falta, es su lenguaje gestual, el estar más pendiente de la pelota que de discutir con el árbitro (hasta ahora no ha sido amonestado...), la generosida­d en el pase de gol a Brandon en Zaragoza, fundirse como jugador de equipo.

Para mí no hay debate: Torres se merece más. Pero también otros compañeros que juegan en su espacio natural y sobre los que no caben reproches: Brandon, Barja, Rubén García, Íñigo Pérez, Mérida... Pero es que cuando defiendo que merece más, me refiero también al apoyo del aficionado, de la gente que tiene que transmitir­le que es un futbolista importante, juegue setenta o juegue veinte minutos; animarle cuando decae. Porque con el Torres auténtico Osasuna gana en potencial, en juego y en magia. Y gana la cantera. Y gana el fútbol. ●

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain