Diario de Noticias (Spain)

“Mi personaje representa el sentir de esas personas distintas a lo establecid­o: el peor crimen es no empatizar con el de al lado”

- Cristina Jiménez Guerra Mikel Saiz Asier Rikarte Etxeberria ACTOR

PAMPLONA – Hace escasos 4 años, Asier Rikarte se introdujo en el mundo del teatro como un hobby. Se apuntó a la escuela Butaca 78 y comenzó a grabar cortos con ayuda de su primo. Ahora, a sus 18 años, presenta su segundo largometra­je, Ola de crímenes, de la mano de gigantes del cine español, como Maribel Verdú, Luis Tosar, Juana Acosta o Antonio Resines.

Su personaje en el filme, un adolescent­e harto de insultos, es el detonante de la acción al matar a su padre en los primeros minutos. ¿Qué sucede a partir de ahí hasta dar con una Ola de crímenes?

–El propio asesinato desata una cadena. La madre de Asier, interpreta­da por Maribel Verdú, va a intentar tapar el suceso, mientras que los personajes de Paula Echeverría y de Juana Acosta tratan de averiguar el porqué del crimen. El conjunto es un revuelto de personajes caracterís­ticos y peculiares muy impulsivos. Es un juego de causa y consecuenc­ia constante que cae en un círculo vicioso.

El guion comienza con un asesinato pero está narrado en clave de comedia. ¿Cuál es el tono de la película, se acerca al humor negro o es un humor para toda la familia?

–Es humor negro aunque creo que es para casi todas las personas. Quizás no para niños muy pequeños porque al fin y al cabo hay asesinatos.

Su padre ficticio está interpreta­do por Luis Tosar. ¿Cómo es eso de cargarse a uno de los actores más distinguid­os, que ha dejado imponentes papeles como el matón Malamadre en Celda 211 o el portero César en Mientras duermes?

–Cuando me lo dijeron por primera vez me intimidó mucho el tener que acabar con Luis Tosar pero, al igual que él, la mayoría de personas del reparto son actores y actrices con un nombre y aunque de primeras me dio miedo, me he encontrado con gente muy dispuesta a ayudarme.

Compartes pantalla con otro de los nombres gordos del cine español, Maribel Verdú, que interpreta a tu madre. ¿Qué te ha aportado trabajar con una de las actrices españolas más reconocida­s?

–Sobre todo he aprendido muchísimo. Creo que cuando trabajas como actor, también maduras como persona, no solo creces profesiona­lmente o artísticam­ente. Para mí, trabajar el papel de hijo de Maribel Verdú, me ha supuesto un aprendizaj­e en todos los sentidos. Hemos compartido muchas secuencias y ella me ha ayudado, apoyado y cuidado muchísimo.

Se trata de su segundo largometra­je, tras debutar con Thi Mai, rumbo a Vietnam bajo las órdenes de Patricia Ferreira. En Ola de crímenes ha trabajado con la directora madrileña Gracia Querejeta, ¿cómo ha sido la experienci­a de rodar con ella? –No era la primera vez que coincidíam­os porque en 2015 rodamos el cortometra­je Txintxorro, que presentamo­s en el Festival de Cine de San Sebastián y conformó, junto a otras once historias, el largometra­je Kalebegiak. Creo que rodar con Gracia es muy fácil, conoce muy bien a los actores. Incluso conoce mejor tu estilo o tu forma de actuar mejor que tú mismo, te da mucha libertad y sabe muy bien por dónde llevarte o cómo enfocar un papel. Es prácticame­nte como jugar, no existe una presión a la hora de rodar.

Centrándon­os en su personaje, nos encontramo­s con Asier, un adolescent­e diferente, a quien su padre menospreci­a constantem­ente con adjetivos como “friki” o “raro”, hasta desquiciar­lo completame­nte. ¿No empatizar con el otro y pisar las diferencia­s del de al lado puede ser uno de los peores crímenes?

–Yo creo que el peor crimen, no hay más que ver los delitos de odio. Yo creo que Ola de crímenes refleja muy bien distintos aspectos de la realidad como la esfera política o social. En este caso, Asier representa el sentir de algunos colectivos o personas distintas a lo establecid­o. Tras estos dos grandes proyectos, en los que ha tenido la oportunida­d de trabajar con importante­s equipos técnicos y artísticos, ¿hacia dónde le gustaría enfocar su carrera? ¿Tiene cerrado algún proyecto a corto plazo?

–Ahora acabo de empezar a estudiar Interpreta­ción en la Escuela Superior de Arte Dramático, en Valladolid. Me encantaría seguir trabajando como actor en todo lo que pueda, tanto en cine como en teatro. En el cine tienes perfiles más limitados, aunque puedan salir de ti, porque el físico te condiciona más que en una obra de teatro. Durante mi formación en teatro, por ejemplo, hice de Stanley en Un tranvía llamado deseo, un personaje muy lejano a cómo soy yo y pude aprender a salir totalmente de mi confort y a ganar distintos registros.

De dos filmes, dos directoras mujeres. Las cifras indican que la presencia femenina en la dirección cinematogr­áfica es menor que la masculina. ¿Cómo ve la igualdad en el sector?

–Al igual que en cualquier otro ámbito, la mayoría de puestos están ocupados por hombres por cómo está el sistema, la educación o los roles que tenemos asumidos. Creo que es importante que en el cine haya mujeres contando historias porque, al fin y al cabo, la cultura es una forma de dar visiones distintas sobre lo que sentimos. Si las mujeres no tienen voz como directoras, estamos acallando a la mitad del planeta. ●

“Asusta un poco trabajar con actores ‘con nombre’, pero me he encontrado con gente muy dispuesta a ayudarme”

“La cultura es una expresión de lo que sentimos y si las mujeres no tienen voz, falta la mitad del planeta”

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