Diario de Noticias (Spain)

“Todos los presos de ETA tienen derecho a una segunda oportunida­d, incluso los que asesinaron a Juan Mari”

Maixabel y María representa­n dos generacion­es en la historia de la violencia de ETA, que las ha golpeado donde más duele. Aun así en su mirada al futuro no hay odio, ni siquiera hacia los asesinos de su marido y padre

- Una entrevista de Humberto Unzueta Fotografía Pablo Viñas

PAMPLONA – “Una segunda oportunida­d”, tanto a los asesinos de su padre como al resto de presos de ETA. Es la frase que más resuena en la familia de Maixabel Lasa y María Jauregi, esposa e hija de Juan Mari Jauregi, exgobernad­or civil de Gipuzkoa asesinado por la banda hace dieciocho años. No es un mantra ni un eslogan de cara a la galería. Es un convencimi­ento profundo y arraigado en el seno del hogar de los Jauregi-lasa que no ha podido ser quebrado por los golpes de la violencia de la banda y de otros grupos que han practicado la guerra sucia en Euskadi. Entienden y respetan que algunas víctimas no entiendan su mirada de las cosas, pero reclaman para sí el mismo respeto. Esa mirada les permite afrontar la vida sin odio ni rencor y poder rehacer su vida no como víctimas sino como Maixabel y María.

Ya con ETA disuelta, ¿en casa siguen hablando de este tema?

MAIXABEL LASA: De ETA precisamen­te no hablamos (risas cómplices), no ha sido nuestro tema favorito, pero sí hemos hablado y hablamos de la situación política, aunque no específica­mente de ETA. Más que de ETA hablamos mucho de aita.

¿Cómo se les cuenta una cosa así a hijos y nietos?

MARÍA JAUREGI: No me lo he planteado todavía cómo decírselo, aún son unos niños. M.L.: Ya habrá tiempo de explicárse­lo. Por supuesto, habrá que explicarle­s lo que ocurrió, como sucedió, con la mayor naturalida­d del mundo, sin buscar nada en lo que incidir... M.J.: … y decirles que no vuelva a pasar nada así. Ese es el mensaje, que no tiene que volver a pasar.

¿Y dónde queda el rencor en toda esa transmisió­n?

M.J.: (dirigiéndo­se a Maixabel): ¿Rencor? Nunca lo ha habido. Es difícil de creer que no pueda haber algo de rencor o incluso odio. M.J.: Puede ser, pero nunca lo ha habido, ni por parte de ama ni por mi parte. En casa siempre nos hemos guiado por los valores de los derechos humanos, da lo mismo quién sea. Lo que nos ha pasado a nosotros está mal, pero no se lo voy a desear a otras personas. Es lo que he vivido en casa y lo sigo manteniend­o. M.L.: Al principio tienes rabia e impotencia, pero con el tiempo intentas seguir viviendo y darnos una oportunida­d a nosotras mismas para salir adelante. A mí me costó muchísimo, fue muy duro, pero odio y rencor no hemos tenido nunca. Impotencia sí, sobre todo al principio, rabia de no entender por qué. Un hombre como Juan Mari, que clarificó los atentados de Lasa y Zabala... pero ni siquiera así el mundo de la izquierda abertzale le perdonó.

La conversaci­ón deriva hacia la biografía política de Juan Mari Jauregi y su batalla contra la guerra sucia que, en tiempos de Felipe González práctico el Gobierno español a través del GAL. El terrorismo de Estado se cobró la vida de una treintena de personas, la mayoría de los círculos de ETA y la izquierda abertzale, aunque no todos. El más sonado fue el secuestro, tortura y asesinato de Joxan Lasa y Josi Zabala, presuntos miembros de ETA refugiados en Iparralde. El juicio por el caso sentó en el banquillo de los acusados al general Galindo y varios guardias civiles más a su mando. La evidencia de los hechos fue tal que no pudieron evitar una sentencia de culpabilid­ad y de ingreso a prisión, aunque bastante más moderadas que en otros casos. Jauregi declaró como testigo en la Audiencia Nacional y su testimonio no gustó al temido Galindo. Maixabel recuerda la conversaci­ón que mantuvo esa noche con Juan Mari a su regreso de Madrid. Tras ver la mirada que le dirigió Galindo en la sala de juicio me dijo: “Maixabel, no sé quién me va a matar, ETA o Galindo”.

María retoma el asunto del odio para apuntalar sus conviccion­es. Recuerda los tiempos en los que estudiaba Ciencias Medioambie­ntales en la Universida­d de Huelva.

M.J.: Más de una vez, hablando de estos temas con compañeros de clase o la gente de allí y comentando un atentado, algunos abogaban por pagarles a los asesinos con la misma moneda. Cuando yo les replicaba que matando a los asesinos te pones a su altura y que las cosas no se solucionan así, con odio, me espetaban que me estaba poniendo de su parte: “Díselo a las víctimas”, me decían. Cuando les contaba lo que hicieron con aita, se quedaban callados e incluso me pedían perdón. Yo les decía que no me tenían que pedir perdón, que es su forma de pensar, como yo tengo la mía. Si todos nos guiásemos por el odio y el ojo por ojo, ¿cómo terminaría todo?

M.L.: El odio no te deja vivir y he procurado no trasmitírs­elo a María ni tampoco a los nietos. M.J.: Nunca me lo habéis transmitid­o, ni antes de que mataran a aita, ni después.

Una vez de que ETA ha echado la persiana abajo, ¿queda algo por resolver en torno a la violencia en Euskadi?

M.L.: La situación no va a cambiar demasiado, pero creo que todavía a la izquierda abertzale le queda mucho camino por recorrer en cuanto a la autocrític­a sobre la violencia. Hace unos días estuve en Errenteria en el homenaje al guardia civil Cedillo que fue asesinado hace años por ETA. El homenaje fue organizado por el alcalde de Bildu, Julen Mendoza. Es una cara de la moneda. La familia del agente marchó de Euskadi y ahora su hijo ha vuelto al lugar donde le mataron a su padre. Pero ese mismo día las juventudes de la izquierda abertzale Jarraierna­i volvieron a alentar todo eso que ha pasado durante décadas. Entiendo que la izquierda abertzale tiene problemas internos sobre este tema, hay unos más radicales y otros más suaves. En general, no me parece sincero lo que están haciendo, porque afirman una cosa pero luego siguen haciendo homenajes y bienvenida­s a presos de ETA que salen de la cárcel. M.J.: Lo que está haciendo Julen Mendoza es el camino a seguir, un ejemplo para todos. Siempre nos centramos en lo que hace o deja de hacer la izquierda abertzale y hay que pedirles cuentas. Pero también hay otros que tienen deberes pendientes si queremos avanzar en la convivenci­a. Me refiero al terrorismo de Estado, de los GAL y otros grupos de extrema derecha… eso también es terrorismo, además utilizando para ello herramient­as democrátic­as. Nadie ha pedido perdón por ello.

M.L.: Yo comparto eso.

M.J.: El Gobierno debería pedir perdón y más aún ahora con el Gobierno socialista en el poder, ya que fue otro Gobierno socialista (el de Felipe González) el que estuvo en el poder cuando lo de los GAL. Este Gobierno debería aprovechar su situación para pedir perdón por aquello. M.L.: Yo tenía esperanzas y pensaba que, del mismo modo que a Ibarretxe le exigíamos una autocrític­a y un perdón por el abandono a las víctimas de ETA (“y lo pidió”, recuerda María) y aquello tuvo un resultado positivo, Patxi López tuvo la oportunida­d de contribuir a que su partido diera ese paso sobre la responsabi­lidad del PSOE en los GAL y otros abusos policiales. Pudo haber dicho que no todo lo que hicimos estuvo bien y entonar un mea culpa en algunas cosas. No era necesario que se hubiera flagelado…

M.J.: Hay que reconocer todas las cosas. Lo mismo que no están bien los recibimien­tos a los presos, tampoco estuvo bien que Felipe González se plantara frente a la puerta de la cárcel de Salamanca para despedir a Barrionuev­o y Vera, encarcelad­os por su implicació­n en el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala.

“Cuesta entender por qué mataron a Juan Mari, que ayudó a clarificar los asesinatos de Lasa y Zabala... pero ni así la izquierda abertzale le perdonó”

“No me parece sincera la autocrític­a de la izquierda abertzale porque dicen una cosa y luego siguen con los homenajes a los presos de ETA”

“Los presos que han hecho autocrític­a deben tener un apoyo para que cuando salgan de la cárcel puedan lograr un trabajo”

MAIXABEL LASA Esposa de Juan Mari Jauregi

M.L.: Pasé mucha vergüenza aquel día. Barrionuev­o y Vera fueron condenados por la Justicia y se les hizo una despedida…

¿Qué les parece que se lleve a las aulas de las escuelas los testimonio­s de las víctimas?

M.J.: La educación es importante y creo que se está trabajando bien. Algunas experienci­as han sido bien valoradas por los alumnos. M.L.: De lo que se trata es de la deslegitim­ación del uso de la violencia y la defensa de los derechos humanos, y la empatía. Son valores éticos que hay que trasmitir a los jóvenes para que no vuelva a ocurrir.

¿Hay que hablar de todas las víctimas o solo de las de ETA?

M.L.: Glencree es la semilla que pusimos y ahora se está llevando a cabo en muchos municipios donde hay foros de paz y convivenci­a. M.J.: El contexto actual ayuda a mantener conversaci­ones, antes era tabú.

Maixabel Lasa fue la primera directora de la Oficina de Atención a las víctimas del terrorismo que echó a andar en 2002 con Juan José Ibarretxe como lehendakar­i. Permaneció una década al frente de este comisionad­o y desde esta atalaya participó, ya con el lehendakar­i Patxi López, en los trabajos previos de preparació­n de la conocida como vía Nanclares, que catapultó a los presos disidentes de ETA hacia posiciones de autocrític­a, de desmarque de la banda y la violencia y de reconocimi­ento del injusto dolor causado a sus víctimas. En este interín, Maixabel tuvo ocasión de conocer en persona a dos de los tres integrante­s del comando que asesinó a su marido: Luis Mari Carrasco e Ibon Etxezarret­a. Con ambos ha mantenido –y mantiene– contacto y conversaci­ón coincidien­do con algún permiso de salida de cárcel. El tercer etarra, Patxi Makazaga, el que disparó a Juan Mari, no se acogió a la vía Nanclares ni ha dado señales de arrepentir­se de lo que hizo. También sigue en la cárcel.

M.L.: Yo a los dos que participar­on en el asesinato con los que he podido estar les dije que prefiero ser la viuda de Juan Mari a ser la madre de cualquiera de ellos. Lo peor que le puede pasar a una madre o a un padre no es que le maten a su hijo o hija sino que sepa que su hija o hijo haya matado a una persona. Los presos que han hecho un recorrido personal de reconocimi­ento del daño causado y han hecho autocrític­a deberían de tener apoyo de las institucio­nes para que una vez salgan de la cárcel puedan acceder a un trabajo, porque la reinserció­n no puede producirse si una vez en la calle no se les ofrece un trabajo. Hay quien no lo entiende y piensa que usted está bajo el síndrome de Estocolmo. M.L.: Soy consciente de ello. Cuando nos involucram­os en esto fue por voluntad propia. Se nos dijo desde el principio que en cualquier momento del proceso podríamos abandonarl­o. Respeto a todas las víctimas que puedan pensar así. Solo pido que me respeten a mí. No soy ni mejor ni peor que nadie, lo hago por convencimi­ento propio, porque en mi fuero interno siempre he pensado que todo el mundo tiene derecho a la segunda oportunida­d, hagan lo que hagan, también los que mataron a Juan Mari.

Y usted, María, ¿entiende que su madre hable con los asesinos de su padre?

M.J.: Sí, ya lo ha dicho ella, hay que darles una segunda oportunida­d. Además son personas que han hecho su reflexión, su forma de ver las cosas ha cambiado. Y ese tipo de reflexione­s ayudan mucho a la convivenci­a.

M.L.: Estoy convencida de que las reflexione­s de estas personas serían de gran valor para los jóvenes en las aulas, contarles cómo y por qué entraron en ETA, lo que hicieron y lo que supuso la reflexión posterior.

¿Tienen que pedir perdón los presos para ser acercados a cárceles de Euskadi?

M.J.: Siempre he dicho que no tienen que cumplir ningún requisito, se trata de cumplir la ley. El familiar no tiene porque pagar por lo que ha hecho otra persona. El objetivo de la normativa penitencia­ria es la reinserció­n del preso y para eso hay que trabajar con el recluso dentro de la cárcel, y cuando el preso consiga pasar de grado y pueda acceder a la calle esa reinserció­n será más fácil si está cerca de su casa.

M.L.: La misma ley señala que las condenas las tienen que cumplir cerca del lugar de residencia. El que ha delinquido es el que está en la cárcel cumpliendo condena, no el familiar. El que dos de los tres que asesinaron a Juan Mari se hayan arrepentid­o ¿añade más impotencia o tranquiliz­a más? M.J.: Tranquiliz­a más porque se han dado cuenta de que está mal hecho.

M.L: Para mí estas dos personas ahora no son las dos personas que asesinaron a Juan Mari el año 2000.

M.J.: Hay que dar una segunda oportunida­d a las personas. Todos nos podemos equivocar. M.L: Le guste o no a María, me guste o no a mí, nosotros estamos ligados a estas tres personas que mataron a Juan Mari. Para lo bueno y para lo malo. Me imagino que ellos se acordarán de lo que hicieron todos los días, es su mochila. ¿Cómo no les vamos a dar una segunda oportunida­d? Sobre todo a Luis (Carrasco) e Ibon (Etxezarret­a), que han hecho su camino. Y sobre Makazaga diría que puede cumplir su condena perfectame­nte en Martutene o en Basauri.

¿Pero Makazaga debería admitir que matar estuvo mal?

M.J.: Insisto en que no, no tiene que cumplir ningún requisito para ser acercado.

M.L.: Siempre tendrá más credibilid­ad si lo hace, y además le ayudará a él mismo en su reinserció­n.

M.J.: No mezclemos las cosas. Eso es una cosa y tiene su camino en la progresión de grados, y otra bien diferente es su derecho a ser acercado a una cárcel de aquí. Y las víctimas no tenemos que influir en todo eso. Nosotros somos como cualquier ciudadano.

¿Cuál es entonces el papel de las víctimas?

M.L.: Ser notarios de lo que ha pasado en este país.

M.J.: No deben cambiarse posiciones políticas y normativas en función de lo que nosotros digamos o hagamos. La política para los políticos. M.L.: Nosotros también tenemos derecho a opinar.

M.J.: A opinar sí, como cualquier ciudadano, pero a influir no.

M.L.: La víctima es Juan Mari. Él es el que no ha podido disfrutar de todos los proyectos que teníamos, de su hija, de sus nietos… Yo quiero ser Maixabel Lasa, una ciudadana a la que le ha pasado lo que le ha pasado, pero yo no he elegido ser víctima, me ha venido impuesto. Pero quiero salir de ese círculo vicioso que algunas personas no quieren o no pueden salir. Hay algunas víctimas que quieren influir y otras que no pueden salir de esa rueda por diversas circunstan­cias.

M.J.: El sufrimient­o es el mismo para todas las víctimas, tengan su origen en ETA, los GAL o en otra parte y por eso la empatía es muy importante.

¿Están cambiando su posición los colectivos de víctimas en los últimos meses?

M.J.: Sí veo un cambio, las últimas declaracio­nes de Covite y la AVT, por ejemplo, me han sorprendid­o positivame­nte, porque hasta ahora siempre han estado enrocados en su no a los acercamien­tos. Pero ahora incluso han pedido al PP y a Ciudadanos que no utilicen las víctimas para hacer política. Eso es justamente lo que yo siempre he pensado y lo que siempre me ha enrabietad­o. Cada partido puede opinar como quiera pero que no utilice a las víctimas para hacer política. Las víctimas somos muchas y cada una piensa de una manera. Algunas están a favor de los acercamien­tos y otras no, pero que no nos utilicen de manera partidista.

¿Creen que el Gobierno de Pedro Sánchez va a acercarlos? Da la impresión de que se ha echado un poco atrás?

M.J.: Se está ciñiendo solo a presos que han pedido perdón o que han progresado de grado… como si para acercarlos tuvieran que hacer todo eso y no es así. Tiene que ser más valiente.

M.L.: Ya se irán haciendo. Me parece bien que el ministro Marlaska informe primero a las víctimas pero es verdad que hay que ser más valiente, si no no se va a hacer. ●

“No solo la izquierda abertzale, también los que impulsaron el terrorismo de Estado tienen deberes pendientes. Nadie ha pedido perdón por ello”

“El Gobierno de Pedro Sánchez debería aprovechar su situación para pedir perdón por lo que hizo otro gobierno socialista, el de Felipe González, con los GAL” “Entiendo que ama se reúna con los asesinos de aita. Son personas que han hecho su reflexión y ayudan a la convivenci­a”

MARÍA JAUREGI Hija de Juan Mari Jauregi

 ??  ?? María Jauregi y Maixabel Lasa, hija y esposa de Juan Mari Jauregi, fotografia­das en Bilbao.
María Jauregi y Maixabel Lasa, hija y esposa de Juan Mari Jauregi, fotografia­das en Bilbao.
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