Las modas y otras bobadas
Al final los papas de Roma acaban siendo todos papas de Roma, algunos más, otros menos, pero de Roma, como Francisco. Hace pocos días salieron a la luz parte de las manifestaciones que hizo para la edición de un libro publicado el pasado lunes. En el libro opina de montones de cuestiones y una de ellas es la homosexualidad en la Iglesia, de la que asegura que “no es solo expresión de un afecto. Por eso, la Iglesia recomienda que las personas con esa tendencia arraigada no sean aceptadas al ministerio ni a la vida consagrada. El ministerio o la vida consagrada no es su lugar”. Bajo su prisma, los curas homosexuales serían más proclives a llevar una doble vida dentro de la Iglesia y a no respetar el celibato que aquellos que son heterosexuales, lo que no deja de ser curioso o cuando menos una clara generalización para con los homosexuales, sean curas o no. Él sabrá, en todo caso, mejor que yo, puesto que de Iglesia e iglesias sé poco y no seré quien se escandalice por lo que en temas sexuales digan los papas, puesto que llevan diciendo barbaridades desde que el mundo es mundo. Lo que sí es indignante es que sea capaz de decir, él, que se supone que es una persona cuando menos leída y mínimamente culta, que “parece que la homosexualidad está de moda”, como si ser homosexual o descubrir ser homosexual o bisexual o transexual en el momento en el que uno o una lo descubra –desde que se tiene uso de razón, en la adolescencia, más tarde– fuese producto de una moda, como ponerse pendientes o que la barba te roce el suelo. El sexo es sexo y es tan natural como comer, beber y respirar, jamás una moda, sí y a lo sumo y en determinados casos un proceso de exploración y descubrimiento, pero jamás impuesto desde fuera. Desde fuera los únicos que han impuesto y lo siguen haciendo son los papas de Roma y la jerarquía eclesiástica en general, contra natura hace milenios. ●