Hambre de democracia
Son los siete de Lledoners. Siete políticos y activistas catalanes que han acabado en la cárcel por defender sus ideas por medios pacíficos y democráticos y llevar a cabo el mandato de sus electores. La foto de los siete en el patio de la cárcel antes de iniciar su huelga de hambre seguramente pasará a la historia cuando nos demos cuenta de lo que está pasando de verdad. Posan con aire sereno, vestidos de calle, de modo informal y deportivo; sonríen en un intento de transmitir al exterior una tranquilidad compleja en la situación en la que se encuentran. No son políticos presos sino presos políticos. Vale de juegos semánticos. La Constitución, que ayer cumplía 40 años de luces y sombras, puede ser democrática pero la democracia no es la Constitución. Ni lo legal es moral. El Estado celebra 40 años de Constitución con presos políticos en huelga de hambre. Resulta triste e increíble que la imagen de esas siete personas en el patio de una cárcel no haya sido suficiente como para suspender cualquier acto de celebración institucional en esta tierra. No se puede conmemorar el aniversario de una Carta Magna que ha sido utilizada torticera y de manera abusiva por varios tribunales para tratar de encarcelar las ideas, gusten o no. Y eso es lo que está pasando aquí y ahora. Y está pasando porque se ha tratado de reducir a “nacionalismo” o “independentismo” (incluso a “golpismo”) lo que realmente era un puro ejercicio de democracia además, por vías pacíficas. Es cierto que el 1-0 y todo el procés desbordaba el marco institucional y legal pero ningún cambio importante en la historia de este país ni del propio mundo ha salido adelante sin ello. El sistema basado en la transición trata de defenderse al verse amenazado por el frente social y por el frente territorial. Pero su desproporcionada respuesta (con sus reglas del juego hubiera sido entendible una inhabilitación política pero nunca una petición de penas tan elevadas y una prisión preventiva que no se aplica en otros casos hoy también de actualidad) en realidad no va a generar más que más independentismo, por un lado, y más nacionalismo español por otro. Y este monstruo sí que da miedo a tenor de lo ocurrido en Andalucía. Estos sí que se meriendan la Constitución mientras otros inician una huelga de hambre. ●