El ‘susanismo’ como derrota
Seguramente habrá otras causas en la pérdida de respaldo electoral del PSOE en Andalucía, del estancamiento a la baja de Unidos Podemos y del aumento del apoyo en las urnas a las derechas españolas cada vez más extremistas. Pero la principal causa se encuentra en este caso en el propio PSOE andaluz. Los electores llegaban a las urnas con 37 años ininterrumpidos de los socialistas en la Junta de Andalucía –una nuevo aval les hubiera llevado hasta los 41 años en el poder– y con una creciente presencia de casos de corrupción con dirigentes políticos e institucionales del PSOE implicados. Y, sobre todo, una Susana Díaz que era la peor candidata posible en el peor momento del PSOE de Andalucía. Díaz no suscitaba apoyo popular y llegó a estas elecciones marcada políticamente por su contundente derrota en las primarias del PSOE frente a Pedro Sánchez. No parece sea fácil pedir la confianza de los ciudadanos para asumir la presidencia de la Junta de Andalucía cuando tus propios compañeros socialistas no te la han dado para dirigir el partido. Dos factores, junto a la perdida de señas de identidad del discurso socialista de Susana Díaz –lo que los andaluces llaman con sorna susanismo– más escorado cada vez a la derecha y al centralismo del nacionalismo español que ha legitimado las opciones conservadoras –sobre todo tras romper en 2015 su acuerdo con Unidos Podemos y optar por Ciudadanos– y blanqueado sus contenidos más reaccionarios facilitando sus opciones electorales. En realidad no es nuevo lo que le ha ocurrido al PSOE en Andalucía. Ya lo han vivido antes sus compañeros en otros territorios del Estado –Navarra ha sido un buen ejemplo de ello– y la antes poderosa socialdemocracia europea reducida ahora a mínimos en buena parte de los estados de la UE. La manipulación racista del debate sobre la inmigración y el impulso de aquel nefasto a por ellos policial, judicial y mediático contra el soberanismo en Catalunya han influido, claro, pero la incapacidad de ofrecer respuestas eficientes en Andalucía a las consecuencias deshumanizadoras de la crisis desde 2008 y una creciente y acomplejada derechización de sus discurso político también forman parte fundamental de la dura derrota de Susana Díaz. ●