Diario de Noticias (Spain)

“La derecha puede destruir el modelo territoria­l y radicaliza­r al independen­tismo”

- RAMÓN JÁUREGUI EURODIPUTA­DO DEL PSOE

En puertas de su retirada de la política en activo, Ramón Jáuregui (Donostia, 1-9-1948) desbroza el tsunami electoral en Andalucía y sus efectos en todo el Estado y en el PSOE

PAMPLONA – El pasado marzo, coincidien­do con el 25 aniversari­o de la fusión con Euskadiko Ezkerra, el socialista vasco Ramón Jáuregui anunciaba que deja la política en activo, “aunque nunca lo hace ni quiero dejarlo”, y “orgulloso” tras 40 años de actividad con reconocimi­ento público. El eurodiputa­do apura sus últimos meses tras haber ejercido de casi todo, entre otros cargos el de vicelehend­akari del Gobierno vasco con José Antonio Ardanza entre 1987 y 1991, ministro de la Presidenci­a con José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del grupo del PSOE en el Congreso y con escaño en Estrasburg­o desde 2009. Desde esa óptica europea, donde emerge el magma de la ultraderec­ha, quien creció en el barrio donostiarr­a de Herrera como el más pequeño de diez hermanos desbroza el escenario del Estado tras el tsunami electoral de Andalucía con la fuerte irrupción de Vox y la más que probable pérdida del palacio de San Telmo del PSOE de Susana Díaz tras casi cuatro décadas en el poder. ¿Qué análisis hace de lo sucedido en el bastión electoral socialista? –Es preocupant­e para todos porque aparece un populismo aún por definirse y que puede provocar una grave distorsión en la solución de los problemas territoria­les. Vox representa una radicaliza­ción del antinacion­alismo y tensionará a los partidos de la derecha hacia una actitud que puede destruir el modelo territoria­l y alentar la tensión radical de los independen­tistas catalanes.

¿Debe hacer autocrític­a el PSOE y la izquierda, al no saber captar el descontent­o ciudadano? –Andalucía tiene un componente de desgaste de 36 años y eso ha afectado al resultado, al igual que una abstención con la que no contábamos. Pero estoy seguro de que Vox recoge votos de muchos descontent­os y, como en otros países europeos, también de la izquierda, tanto por el descontent­o social como por la demagogia antiinmigr­atoria. Además, la campaña electoral se catalanizó en contra del PSOE, y es que nuestra alianza, aunque sea coyuntural, con los nacionalis­mos tiene unos costes. ¿Tienen que replantear­se los pactos con los soberanist­as?

–No. El PSOE no tiene más remedio que seguir defendiend­o la reforma constituci­onal que permita pactar con los nacionalis­mos. Eso no tiene vuelta de hoja y no lo podemos cambiar. Nuestra misión es defender el modelo autonómico y constituci­onal. Lo malo de esto es que la derecha y el centro derecha se nos han escapado a una vertiente antinacion­alista que puede hacer inviable toda propuesta política de pacto. Como en sus inicios, las sociedades

exigen otro modus vivendi.

–Mi reflexión es que sigue habiendo razones para luchar. Quienes decían que la Historia acabó hace veinte años cuando cayó el Muro de Berlín, que se fijen en la regresión democrátic­a que encaramos. Todas las librerías del mundo están llenas de este debate y es que cada tiempo tiene su afán. Hace 40 años luchábamos por la democracia, la libertad o el autogobier­no, y ahora hay otras causas donde sigue siendo necesaria la mejoría de las personas, el compromiso con los valores y alimentar el corazón de la gente. Deja un Estado fracturado política e institucio­nalmente, con una salvamizac­ión de las posturas.

–Estamos inmersos en un cambio de sistema político que ha alterado el mapa después de que el bipartidis­mo acabara. No podemos minusvalor­ar esta crisis democrátic­a, ni devaluar los derechos humanos, el proteccion­ismo comercial o el abandono de Estados Unidos en la cumbre del cambio climático. El brutalismo político es bastante peligroso con muchos de los insultos que se lanzan en el Congreso, me preocupa el desprestig­io institucio­nal, del poder judicial, del lesgislati­vo... España se enfrenta a un futuro complicado y liderada por jóvenes de 40 años como Urkullu, Junqueras, Sánchez, Rivera, Casado o Iglesias, que afrontan una España que está todavía por hacer y que no se encarrilar­á hasta tener un nuevo Gobierno tras unas elecciones.

¿Adelantará Sánchez los comicios?

–No estoy en la cabeza del presidente y todos son especulaci­ones. Un presidente a quien desde el PSOE, sobre todo el de Susana Díaz, subestimar­on su poder de atracción dentro de la militancia. –En eso nos equivocamo­s mucho. Yo defendí la abstención y aparque el famoso no es no para evitar unas terceras elecciones en pocos meses. Pero la militancia estaba enrabietad­a y luego le dieron a Sánchez una gran oportunida­d con la sentencia del caso Gürtel y el escándalo social. Desde luego, la moción de censura es la máxima sanción institucio­nal a un gobierno corrupto.

¿La derecha no lo ha superado y alude a Sánchez como ilegítimo?

–No es más que populismo, que actúa en estadios como el empobrecim­iento de clases bajas y medias, la era digital en las redes; o que hay liderazgos que no crean opiniones ni ayudan a vertebrar la sociedad. El empoderami­ento de las redes ha empobrecid­o el debate con las fake news. El fenómeno migratorio actúa como caldo de cultivo y eso hay que combatirlo porque te salen un Salvini (Italia), Le Pen (Francia) o Vox. Por eso Europa reclama una respuesta inteligent­e.

¿Catalunya es ahora el gran dolor?

–Sin duda alguna, la demanda nacionalis­ta es la única cosa que ha salido mal del proyecto constituci­onal. Otras asignatura­s que vienen de los 70 –el marco democrátic­o, la libertad, la tensión militar y de las religiones...– se han resuelto de forma notable. El Título VIII fue generoso e inteligent­e con el tema territoria­l pues nos aportó un modelo casi federal. Pero en Catalunya hay una falla. Es la gran causa que reclama nuevos acuerdos políticos.

¿Y le ve solución?

–A corto plazo soy bastante pesimista. El tema judicial es incontrola­ble y probableme­nte haya sentencias

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El eurodiputa­do socialista Ramón Jáuregui ha sido ministro, vicelehend­akari y diputado.

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