EXPECTACIÓN ANTE EL RIVER-BOCA EN MADRID
Un despliegue de seguridad sin precedentes en un partido de fútbol envuelve hoy la final de la Copa Libertadores en Madrid. Una especie de ensayo general, con mucho riesgo, para frenar el ‘hooliganismo’
LA FINAL DE LA COPA LIBERTADORES, DOS SEMANAS MÁS TARDE Y EN UN ESCENARIO INÉDITO
No son pocos los que se preguntan por qué Madrid –y por extensión el Estado– asume el reto de organizar un partido de fútbol de un torneo americano que había sido suspendido en Buenos Aires por el comportamiento salvaje y vandálico de un numeroso grupo de hinchas y que derivó en gravísimos disturbios de orden público en los aledaños del estadio. La estimación de que el evento tendrá un impacto económico directo de 42 millones de euros en la ciudad no parece argumento suficiente para defender el esfuerzo derivado de un despliegue policial sin precedentes con unas cuatro mil personas (agentes de policía nacional y local, sanitarios...), la exposición a un riesgo que puede repercutir en ciudadanos y negocios, e incluso posibles cancelaciones o cambios de planes de quienes pensaban acudir a Madrid y se han podido echar atrás para evitar posibles contratiem- pos. Dando por hecho que antes de llegar a un acuerdo con la Confederación Sudamericana de Fútbol para acoger el encuentro se han sopesado todos los condicionantes y ha habido un visto bueno por parte de las autoridades competentes, la asunción de este River-boca parece guardar más relación con un intento de mostrar al exterior la capacidad del país para dar cobertura de seguridad a grandes eventos, poner a prueba los sistemas de filtrado para detectar a sujetos problemáticos e impedir su presencia, y hacer un ensayo general que si ofrece un resultado positivo permita solicitar la organización de grandes acontecimientos internacionales con asistencia de miles de aficionados de diferentes países, como es un Mundial de fútbol por el que ya ha demostrado su interés Pedro Sánchez. Un intento de exhibir músculo para controlar y apartar a los hinchas más violentos, una especie de laboratorio de lucha contra el hooliganismo, de aislar a los radicales (se espera la presencia de unos 400) de los aficionados que solo quieren disfrutar de un día de fútbol. No se le escapa a nadie que la apuesta también puede volverse contra quienes han dado su beneplácito a este experimento, pues no puede llamarse de otra forma a un hecho completamente inusual en el mundo del fútbol como es que el máximo título de una competición continental por clubes se solvente en otro continente ante la imposibilidad de garantizar el normal desarrollo del evento en el país de los equipos finalistas. Aunque en el fútbol-negocio que ya está aquí estos cambios de escenario cada vez serán más habituales. Pero el reto sigue siendo el acabar con los violentos que encuentran cobijo a su sombra. ●