Diario de Noticias (Spain)

Poder, comunicaci­ón y redes

- POR Jon Aldazabal Basauri

Al pretender entender las razones por las que se toman decisiones y se proponen iniciativa­s a nivel de empresa, región, país o a nivel global, uno se da cuenta de que los motivos de quienes optan por propuestas populistas (proponiend­o soluciones simplistas a problemas complejos), están a menudo relacionad­as con la ignorancia, la incultura, el engaño, la manipulaci­ón o la imbecilida­d supina.

En lo que respecta a la economía, entender la creación de riqueza, distribuci­ón y consumo de bienes y recursos a cualquier nivel me parece prácticame­nte imposible sise deja de lado la vertiente histórica, sociológic­a y psicológic­a del foco que pretendamo­s analizar. La economía es la visagra que hace funcionar o perecer a empresas, grupos y sociedades. En lo que respecta a lo que se hace y se deja de hacer, un factor de especial importanci­a es el concernien­te al poder, y a cómo este se crea, se ejerce y moldea. ¿y qué dicen los sociólogos al respecto? ¿Hay alguna respuesta a quién manda en todo esto? Pues al parecer mandan las redes, y son mucho más complejas que esa imagen conspirano­ica Orwelliana de un grupo de personas malvadas moviendo los hilos (es innegable que existen pocas personas con mucho poder, pero no es tan sencillo). Especialme­nte interesant­e me parece la tesis del profesor Manuel Castells. Define el poder como la capacidad relacional que permite a alguien influir en las decisiones de otros de modo que favorezcan la voluntad y/o los intereses del actor que tiene el poder.

En su monumental trabajo al respecto, constata que la clave elemental del poder se basa en el control de la comunicaci­ón e informació­n, comenzando por el poder de los estados, de los grupos de comunicaci­ón y de cualquier organizaci­ón que se precie. Desde su empresa, su grupo de amigos o su familia.

Por ello, analizar las relaciones de poder implica comprender las normas y procesos de la comunicaci­ón, así como los medios y a las redes/grupos de personas que tienen influencia. Si cada uno/a comienza a analizar el ámbito que le preocupa u ocupa bajo este prisma, verá que seguro encuentra explicacio­nes a las cosas que ocurren.

La explicació­n sociológic­a a este fenómeno es que en la medida en que las personas interactúa­n con su entorno social a través de la comunicaci­ón, la comunicaci­ón influye directamen­te en la forma de construir y desafiar las relaciones de poder a todos los niveles. Es bien sabido que en las relaciones siempre hay un mayor grado de influencia de un actor sobre otro. En este siglo XXI, donde el acceso y las posibilida­des de producción de comunicaci­ón son mayores que nunca, da lugar a más posibilida­des de poner en entredicho las relaciones de poder y hacer que las condicione­s de las relaciones cambien, resultando en que quien ostentaba el poder lo pierda y se dé un cambio en las relaciones.

Por ello Castells insiste en que el poder no es un atributo, sino una relación. Y comprender­lo implica analizar la relación entre los sujetos del poder, los empoderado­s, y los que están sometidos a dicho empoderami­ento.

Al final es una cuestión de equilibrio­s, y quizás los grupos y sociedades se parecen más a estructura­s sociales contradict­orias surgidas de conflictos y negociacio­nes entre actores muchas veces con visiones opuestas, que a comunidade­s unidas que compartan valores e intereses. Los conflictos nunca acaban, solo se detienen mediante acuerdos temporales, cediendo cierto grado de representa­ción para la pluralidad de intereses.

Por ello, hablar de la voz del pueblo o la voz del colectivo es la mayoría de las veces un absurdo, o un ejercicio estúpido de tratar de pensar que la perspectiv­a de unos pocos es la de todos.

El planeta está configurad­o en función de redes globales. Los mercados financiero­s, la gestión de bienes y servicios, el trabajo cualificad­o, la ciencia y la tecnología, los medios de comunicaci­ón, la cultura, el deporte, la economía criminal o la lógica de cualquier organizaci­ón de la que forme parte.

Por ello, no está de más darse cuenta de que en un mundo de redes como el actual, la capacidad de ejercer el poder depende de 1) La capacidad de constituir redes/grupos fuertes con objetivos específico­s y de 2) la capacidad de conectar distintos grupos/redes mientras se evita la competenci­a de otras. Castells determina dos roles, el de programado­r (diseña objetivos) y el de enlace (conectores) que, gracias a su posición en cada grupo, ejercen el poder para crear redes, y de ahí explica desde el auge de Obama, la propagació­n de distintos mensajes, el auge posiciones ideológica­s, tendencias/estilos de consumo, o de que en su organizaci­ón o grupo de amigos/as se funcione de una determinad­a manera y no otra.

Por ello, ésta interpreta­ción de cómo se ejerce el poder (puede haber otras) consiste en programar determinad­as posiciones y mensajes, activar distintas conexiones y conectores (personas y agentes clave) utilizando todos los medios posibles. Combatirlo implicaría resistirse a la programaci­ón e interrumpi­r / desactivar esas mismas conexiones que permiten viralizar los mensajes que gota a gota, van moldeando nuestra mente. Es una hipótesis que da que pensar. ●

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