Los seis meses de vértigo de la Presidencia rumana de la UE
El 1 de enero Rumanía asumía la Presidencia de turno del Consejo Europeo durante los seis primeros meses de 2019. El Ejecutivo rumano se enfrenta a una agenda de prioridades tremenda, un conjunto de reformas pendientes arrastradas a lo largo del pasado año y con el brexit y las elecciones europeas de mayo como hitos principales. Mucha tela que cortar, poco tiempo para avanzar en medio de la incertidumbre internacional y, para colmo, dudas razonables de la capacidad de su Gobierno para afrontar el desafío presidencial. Cierto es que las presidencias de la UE ya no tienen la relevancia de antaño, toda vez que el Tratado de Lisboa varió las funciones de los tres organismos de la UE, Consejo, Comisión y Parlamento. Pero no es menos cierto que la impronta política del Estado miembro que preside, sigue siendo muy relevante a la hora de establecer la agenda de trabajo e imprimir el ritmo de las decisiones del Consejo.
Rumanía ha establecido cuáles serán sus prioridades durante los seis meses en que presidirá el Consejo: estimular el crecimiento de la UE; mejorar las condiciones para la competitividad; fortalecer la seguridad interna; promover los valores comunes europeos de democracia, libertad y respeto por la dignidad humana en la UE y más allá de sus fronteras y centrarse en la lucha contra el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia y el populismo. Nada que objetar a este elenco de buenas intenciones, salvo que queda por definir las acciones concretas en que se materializarán los objetivos. Respecto al crecimiento de la UE, que se está ralentizando, el presidente del BCE, Mario Draghi, ya ha anunciado que irá retirando sus medidas de estímulo monetarias, por lo que si no se aprueba algo parecido a un presupuesto en la zona euro con compromisos de inversión y gasto público, difícilmente se mejorarán las previsiones. La seguridad está ligada a la cuestión migratoria y sigue sin aprobarse la propuesta de la Comisión de una policía de fronteras europea. Y respecto a los valores democráticos y la lucha contra el racismo, es evidente que demasiados gobiernos de la UE coquetean con fuerzas políticas que vulneran los derechos fundamentales. En todo caso, a lo largo del semestre la UE se enfrenta a dos momentos trascendentales: el brexit a finales de marzo y las elecciones europeas del mes de mayo. Ambos asuntos de incierto desenlace, hoy por hoy. Si se da el escenario más positivo, brexit con acuerdo y elecciones europeos con mayoría en la nueva Eurocámara europeísta, el viento volverá a soplar de popa a la nave del proyecto común. Pero si el brexit acaba en una ruptura sin pacto alguno y en el Parlamento Europeo las fuerzas eurófobas alcanzan una minoría de bloqueo, la Unión podría verse abocada a una crisis por falta de consensos básicos para avanzar y, por tanto, en la práctica extinción de la UE por inoperancia. Además, la
Unión Europea debe abordar en este periodo el final de la negociación sobre el próximo presupuesto del nuevo Marco Financiero Plurianual 2021-2027. Unas cuentas que exigen más recursos, si queremos más y mejor Europa, pero que cuentan con la oposición a incrementar el gasto común por parte de los países del Norte, liderados por Holanda.
El inicio de la Presidencia rumana ha venido precedido por unas declaraciones del presidente de la Comisión Europea, Jean-claude Juncker sobre la capacidad de Rumanía para liderar este crítico momento de la UE. “Tengo muchas dudas de si Rumania está preparada y si es consciente de la responsabilidad que la presidencia supone”, afirmó el político luxemburgués que agota sus días en Bruselas. Se refería, evidentemente, al gobierno rumano, que se ha visto asolado en los últimos meses por la corrupción dentro de su país, el fracaso de su referéndum para vetar los matrimonios homosexuales, las crisis internas de Gobierno y la superación de una moción de confianza. Una crisis de tal calado que Klaus Iohannis, presidente de Rumanía, y que no pertenece al partido del Gobierno, llegó a afirmar en noviembre que existía una “necesidad política” de reemplazar al actual Gobierno, al que él mismo nombró. Sea como sea el 9 de mayo, Rumanía organizará una cumbre informal del Consejo Europeo en Sibiu, donde los líderes discutirán los planes sobre el futuro de la UE. Será su primera reunión tras la retirada del Reino Unido de la Unión y la última antes de las elecciones europeas del 23 al 26 de mayo. Con mucha probabilidad en
Sibiu se decidirá el destino de la Unión Europea. Deseemos, pues, todo el acierto a nuestros socios europeos rumanos en la preparación de tan histórica cita. ●