Diario de Noticias (Spain)

Rubén García deja un taconazo de fantasía para el primer gol de Mérida

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LA JUGADA – Incluso cuando pierde, los goles de Osasuna tienen un toque de fantasía. Como el taconazo (no es el primer que ejecuta y que acaba con el balón en la red) que dibujó Rubén García en el inicio del tanto de Fran Mérida. El pase del volante a Clerc mirando al tendido encontró la colaboraci­ón del lateral zurdo y la generosida­d de Roberto Torres en el pase a su compañero para asegurar un disparo sin obstáculos. Primer gol de Mérida esta temporada.

El estilo de un equipo está sometido al examen riguroso de las derrotas. También al estrépito provocado por las goleadas. Puedes perder sin rascar bola ni dañar tobillos ajenos, sin asomar el morro en el área del contrincan­te y tocando la pelota solo cuando la rescatas de tu red. Asumir que “el fútbol es así” cuando te hacen una manita o irte por la puerta de atrás cuando te han dado un montón de manotazos. Pero también puedes volver a casa con un 4-1 en contra sin haber bajado la cabeza, habiendo soportado como un accidente del juego una desventaja de tres goles en media hora de partido, buscando soluciones de forma insistente y atacando sin miedo a quedarte descubiert­o. En fin, comportánd­ote tal como eres, fiel a la forma de entender el fútbol, ese juego con toques de azar en el que si el primer remate en lugar de aplastar el balón contra el larguero sonríe a la ejecución de Rubén García hubiera deparado un partido diferente. El partido ni más ni menos que quería proponer Osasuna, como dejó constancia en los diez primeros minutos, sintiéndos­e parte activa en el ritmo y en la propiedad de la pelota, queriendo ser protagonis­ta. Luego pasó lo que pasó.

Y lo que pasó es motivo de análisis, sobre todo en el comportami­ento defensivo: frágil, desorganiz­ado y dubitativo por parte de los rojillos. También cuestionab­le desde el punto de vista de la elección de los jugadores. Arrasate se quejó de jugar mucho al pie en lugar de hacerlo en largo, de las pérdidas de pelota y de la falta de intensidad en la recuperaci­ón. Pero habrá que tener en cuenta que de los diez jugadores de campo, solo tres (Unai, David y Oier) tienen un perfil en el que prima su faceta de contención sobre el resto de caracterís­ticas. Los laterales de ayer quieren la banda para atacar más que para hacer encerronas al rival; y los jugones que por primera vez compartían la línea de medio campo nacieron para crear y no para destruir. Así las cosas, las líneas trazadas en la pizarra lo soportan todo, pero para el equipo contrincan­te, si encuentra un momento de inspiració­n en mitad de una racha nefasta, son como el spray que los árbitros extienden sobre el césped. Habrá que admitir esta goleada, este parón en la escalada hacia la cumbre, como un tributo al estilo, pero es obligado buscar soluciones si sabes que cuando te roban la pelota cerca de tu área vas a sufrir.

La factura que paga Osasuna como visitante es muy cara: 18 goles de los 24 que le han marcado son cosecha recogida lejos de Pamplona. De los recibidos en Las Palmas, a Rubén Martínez le puede caer en su cuenta el cuarto, pero en el resto ni los centrales, ni Oier ni Íñigo Pérez están exentos de culpa directa por acción o por omisión. No sé si sería convenient­e tener un estilo para andar por casa y otro para ir de visita; ayer, Arrasate dibujó de inicio un 4-1-4-1 que como planteamie­nto tampoco hay que desmontar por un partido más raro que desastroso. Por eso es importante ver cómo reaccionan el entrenador y los jugadores ante este varapalo; después de escuchar a Arrasate solo hay dos alternativ­as: o cambios o más horas de entrenamie­nto táctico. Mejorar lo que se hace mal. Aprender de las derrotas. Porque el estilo, lo que ha llevado a Osasuna hasta aquí, es innegociab­le. ●

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Foto: Agencia LOF Mérida, una de las marcas del estilo de este Osasuna.

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