Diario de Noticias (Spain)

Y tras el 12 de enero, ¿qué?

- Joseba Azkarraga e Iñaki POR Lasagabast­er

Tras la impresiona­nte manifestac­ión del sábado en Bilbo y Baiona, para reivindica­r el respeto de los derechos de los presos y presas vascas, queremos realizar una pequeña considerac­ión sobre la política penitencia­ria que el Gobierno del Estado está poniendo en práctica en la actualidad. Hace unos días ya nos manifestáb­amos al entender que el Gobierno español no estaba respetando los derechos fundamenta­les de las personas internas en prisión al considerar que las sentencias que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dicta, y en las que el Estado español no sea parte, no le vinculan. Al atender otros aspectos de la política penitencia­ria hemos constatado que se sigue sin respetar el principio de legalidad y los derechos de las personas internas en prisión. Y esta falta de respeto de la legalidad y de los derechos fundamenta­les se manifiesta en actuacione­s de los poderes públicos claramente violadoras de los derechos de esas personas internas en prisión. 1. Atendiendo a las informacio­nes recientes, queremos analizar en primer lugar la situación jurídica de las personas enfermas internas en prisión. Entre los hechos que nos han llamado la atención está la derogación de la Instrucció­n 3/2017, que regulaba de forma ilegal el tratamient­o de los presos gravemente enfermos. O el rechazo en el Congreso de los Diputados de la propuesta del PNV de modificaci­ón de la ley orgánica que regulaba la acumulació­n de condenas. O la afirmación del delegado del Gobierno diciendo que la política penitencia­ria debe ir de la mano de lo que señalan las asociacion­es de víctimas. O la burda manipulaci­ón que una parte de la prensa hace constantem­ente en materia penitencia­ria, en relación con los presos enfermos, afirmando la eliminació­n del requisito de que 1) la esperanza de vida de las personas internas en prisión sea muy corta o 2) estén en riesgo de muerte inminente, para poder ponerlos en libertad condiciona­l. Nuevamente tenemos que recordar ya que esas exigencias no están establecid­as en el ordenamien­to jurídico. Más concretame­nte en el Código Penal.

En todos estos hechos, a pesar de la diferencia que hay entre ellos, se manifiesta una política penitencia­ria que es no solo inhumana, también ilegal, por no respetar el principio de legalidad ni los derechos fundamenta­les. Parece que hay que recordar que el Código Penal establece que “si el peligro para la vida del interno, a causa de su enfermedad o de su avanzada edad fuera patente (…)”, en ese caso es cuando la persona interna en prisión debe ser puesta en libertad. Esa es la exclusiva exigencia que establece el Código Penal y que los profesiona­les de la medicina, en su concreta aplicación a las personas afectadas, deberán señalar si es que, de acuerdo con el conocimien­to médico, se está o no en una situación de peligro patente para la vida del enfermo. El Gobierno parece olvidar lo que dice el Código Penal.

2. Si atendemos a la acumulació­n de condenas, nos encontramo­s con que el incumplimi­ento del Derecho europeo no puede ser contestado por las personas internas en prisión, a quienes no se les aplica. En otros términos, ante una aplicación indebida de la acumulació­n de condenas, cuyo efecto es que no se aplica a los presos y presas vascas, los tribunales internos están impidiendo la posibilida­d de acudir al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Luxemburgo) para que éste determine si se está produciend­o o no esa conculcaci­ón del Derecho europeo.

Ante esta imposibili­dad de acudir al Tribunal de Justicia se intenta modificar la ley, modificaci­ón que es rechazada, entre otros, por el grupo socialista al entender que el costo político de esa reforma es inasumible. No otra es la explicació­n posible a la luz de la justificac­ión que su portavoz parlamenta­rio realizó. Algunos magistrado­s tienen dudas sobre la conformida­d con el Derecho europeo de la legislació­n española, pero el partido socialista no. 3. Avanzando más en el argumentar­io se comprueba, como pusimos de manifiesto hace unos días en la prensa, que el Gobierno español quiere quitar importanci­a a los tratados internacio­nales firmados por el Estado español en materia de derechos humanos. Es más, ha llegado a decir, en respuesta parlamenta­ria al senador Iñarritu, que las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Estrasburg­o), en los procedimie­ntos en que el Estado español no haya sido parte, no le vinculan. Se olvida el Gobierno de la jurisprude­ncia del Tribunal Constituci­onal español y se alinea en sus concepcion­es jurídicas con la derecha más montaraz en la materia, representa­da en su día por el ministro del PP, Jorge Fernández Díaz.

4. Todos estos datos ponen de manifiesto la escasa voluntad política del Gobierno en modificar la política penitencia­ria, ajustándol­a a los mandatos de la ley y al respeto de los derechos fundamenta­les. Las manifestac­iones del día doce, en Bilbao y Baiona, han servido precisamen­te para reivindica­r el cumplimien­to de la ley y el respeto de los derechos fundamenta­les de los presos y presas vascos. Es ilegal seguir manteniend­o a los presos y presas enfermos graves en la cárcel porque una tal medida no la permite la ley y va en contra de su derecho a la vida.

Es ilegal la no acumulació­n de condenas porque el propio Tribunal Supremo ya lo había aceptado, siendo el legislador quien, en contra de esa jurisprude­ncia, afirma que no puede darse la acumulació­n. La respuesta definitiva debería darla el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Luxemburgo), pero los tribunales impiden que se pueda llegar a él. Esta situación lleva al absurdo de que las sentencias de los tribunales tailandese­s puedan acumularse, reduciendo el tiempo de cárcel pasado en Tailandia, pero sin embargo no puede deducirse el tiempo de cárcel cumplido en Francia o Bélgica. Finalmente decir que se encarcela a los presos y presas vascas a mil kilómetros de distancia cuando las prisiones sitas en Euskal Herria disponen de plazas sin ocupar. Y ello a pesar de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos haya reconocido como derecho fundamenta­l cumplir condena lo más cerca posible del domicilio habitual.

Da la impresión de que hay partidos e institucio­nes que no están por la labor de respetar el principio de legalidad y los derechos de las personas porque una tal política tendría un costo electoral. Ante esta situación solamente cabe recordar que la conculcaci­ón de los derechos de las personas por los poderes públicos, por mero cálculo electoral, significa avanzar por el camino del populismo. La negación de los derechos fundamenta­les de cualquier colectivo, así el de las personas en prisión, es una antesala del autoritari­smo.

Las imágenes del día 12 en Bilbo y Baiona deberían llevar a la reflexión de los Gobiernos de París y sobre todo de Madrid. No tenemos nada en contra de que ese Gobierno escuche lo que dicen los partidos de la derecha, pero sí pedimos que vea las imágenes de este sábado día 12 y piense, si no existe, también, una sociedad democrátic­a que exige soluciones, porque quiere una paz duradera y justa. ●

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