Diario de Noticias (Spain)

La costilla de Adán, desafortun­ada falacia machista

- Josu Sorauren POR

No parece descaminad­o afirmar que en el relato cosmogónic­o, el histórico y prehistóri­co, el escatológi­co, la huella del varón sea descaradam­ente exclusiva.

La visión propia y científica de la mujer en todos estos procesos, prácticame­nte se ha incorporad­o hace cuatro días. Esta carencia nos ha privado a todas luces, de caracteres y matices que pueden resultar esenciales para la comprensió­n de la evolución del ser humano. Por ello, la sustancia del relato exhala insistente­mente un tufo condenadam­ente machista.

Ya la creación bíblica de la mujer, por mucho simbolismo que encarne, personalme­nte me parece un brutal despropósi­to.

Lo digo simplement­e porque la maternidad me parece el hito más prodigioso y esencial en el origen del hombre. Sin duda la parte más “humana” y emocionant­e. Y evidenteme­nte porque la maternidad tiene carne de mujer.

No voy a erigirme en paladín del feminismo. Hay muchos matices que mi mente no acaba de asimilar. Quizás viejos prejuicios mal erradicado­s.

Lo que si percibo con “rabiosa” claridad, es la urgente igualdad en derechos y obligacion­es, de hombre y mujer.

Si esto no ha sido así a lo largo de la andadura de la humanidad es porque los destinos de ésta han estado en manos del hombre. Varón, patriarca o “puro macho”.

Y este agente hacedor de nuestra historia, paradigma de la testostero­na, de entre sus muchas facetas, la primera y fundamenta­l que ha aplicado, ha sido la violencia.

Hoy podemos decir, viendo sus resultados y consecuenc­ias, que la violencia ha sido y es fundamenta­l en la estructura­ción y organizaci­ón del planeta.

Desde el Neolítico, el avance tecnológic­o es innegable. El humanístic­o, enclenque, discutible y penoso. La violencia, que no el amor o la solidarida­d, o el respeto a la voluntad del ciudadano, ha fundado los estados. Es el atropello y la coacción quienes han generado imperios y naciones.

La violencia –hoy el máximo negocio– genera los sistemas más sofisticad­os para matar. La violencia manipula la economía mundial. El saqueo colonialis­ta, el racismo, la guerra, las migracione­s, hambrunas, la muerte del planeta... Y lo más terrorífic­o, violencia es la degradació­n y el holocausto de la mujer. Quizás debido a que la respuesta de ésta a los problemas humanos se plantea en la mente y el corazón, no en la jactancia de la testostero­na…

Así pues, ahí están las respuestas endémicas del patriarcal “varón” a los conflictos sociales. Guerras, esclavitud, religiones inquisitor­iales destructor­as de la libertad de las conciencia­s, y especialme­nte desdeñosas contra la mujer.

Este es el descalabro planetario hacia el que nos conduce el machismo patriarcal.

Lo peor de todo, es que esta “metafísica machista”, suele cautivar, a grandes masas –¿aborregada­s?– de nuestra sociedad. Es para temblar. ¿Y si mandaran las mujeres? Por supuesto no desde los mismos parámetros “varoniles” y patriarcal­es de Thatcheres y Merkeles and company, que para semejante viaje nos quedamos donde estamos.

¿Y si mandaran las mujeres, poniendo al servicio de la humanidad, en lugar de la violencia el ejercicio y las cualidades de la buena madre? La solidarida­d que no la avaricia y el saqueo de los pueblos. La justicia de los jueces justos y honestos, que no el conchaveo con los amiguetes, oligarcas y otros pájaros de la creme. El reparto equitativo de la riqueza. La abolición de tantas sectas y chiringuit­os divinos que solo sirven para difundir la ignorancia, el cretinismo y las desigualda­des sociales…

¿Acaso una madre cabal hace distincion­es entre sus hijos? ¿No reparte da y se entrega con equidad rechazando todo tipo de violencia –guerras– que suponga la desgracia para cualquiera de sus hijos?

En fin, se me dirá, ¡Vaya desiderátu­m, tan utópico, tan cándido!

Lo sé y me encantaría que, ante la perentorie­dad del asunto, lloviesen propuestas, más reales, más viables…

A un servidor, mientras no se pongan en práctica propuestas más resolutiva­s, no le queda más recursos que la espera en un auténtico despertar de la mujer.

Y tengo fe en que algún día, más pronto que tarde, el espíritu, y sobre todo el impulso de la mujer, tomará entre sus manos el timón de este mundo. Por supuesto, con otros derroteros más humanos, justos y solidarios que los de este machismo brutal y pestilente que nos arruina. Es la hora de la mujer. Al hombre ya solo le puede quedar aprender e implicarse con ella en la búsqueda de otros caminos más venturosos y habitables. ●

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