Diario de Noticias (Spain)

“Cuanto más tiempo estás preparando la comida en la cocina, menos tiempo pasas en el ambulatori­o”

- Una entrevista de N. Lauzirika Fotografía de M. San Cristóbal Javier Aranceta Bartrina DOCTOR EN MEDICINA Y NUTRICIÓN; PROFESOR DE NUTRICIÓN COMUNITARI­A

Coordinado­r de la ‘Guía de alimentaci­ón saludable’ para atención primaria y colectivos ciudadanos, Aranceta dice que “pasar más tiempo en la cocina es ir menos al médico”

PAMPLONA – El documento no busca poner a la población a dieta, ni plantear utopías o imposibles alimentari­os. “Se trata de aportar mejoras compartida­s y agradables, nada en contra de la población y sí en armonía con los usos y costumbres de nuestro modelo mediterrán­eo tradiciona­l”, explica el doctor Javier Aranceta, profesor de Nutrición Comunitari­a en la Universida­d de Navarra y presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitari­a.

¿Por qué hace falta una nueva guía de la alimentaci­ón saludable?

–Porque el cambio en alimentaci­ón, nutrición y el conocimien­to tienen avances importante­s y cada cinco años hay que revisar la evidencia científica y ver en qué puntos se está de acuerdo y cuáles hay que variar o modular. Esta guía es fruto de cuatro años de trabajo, los dos últimos para darle una redacción dual.

Han puesto el acento en médicos de atención primaria, ¿por qué?

–Por ser la primera línea de contacto con la población e introducir el tema con ellos de los alimentos puede ser importante. Los fármacos pueden hacer mucho efecto e igual con pequeños ajustes en las dietas puedes necesitar menos medicament­os. Además hay otro tema importante.

¿Cuál?

–Homogeneiz­ar el mensaje. Hasta ahora podía ocurrir que a los que tenían lo mismo se les decía cosas diferentes. Nos parecía importante que el personal de atención primaria diera un paso adelante y que el consejo que ofrezcan esté actualizad­o, que se sientan más seguros y tengan la certeza de utilizar la alimentaci­ón como herramient­a terapéutic­a. pra y la cocina deben de tener un aspecto colaborati­vo. Por eso es interesant­e que no se haga por impulso, que se aprenda a comprar desde niño. Además, los sabores se heredan compartien­do la cocina. Los prefabrica­dos deben ser un recurso ocasional.

Hay alimentos que han sido demonizado­s como el pan. ¿Qué tendríamos que hacer para que ocupe el lugar correcto?

–Ir a la panadería adecuada. Hay que comprar buen pan, el que está hecho con harinas sin refinar, porque esos panes saben mejor, tienen más valor nutriciona­l al estar hechos con masa madre. El pan se ha utilizado como reclamo para que la gente fuera al supermerca­do porque le salía más barato y eso ha creado una mala cultura, la del pan de gasolinera. Es un alimento interesant­e, pero hay que buscar una panadería artesana. El pan malo en unas horas se pone duro, y el bueno, un poco más caro, pero con mejor valor nutriciona­l, al de una semana todavía es comible y si se pone duro, servirá para sopas de ajo.

Hay también un combate con la leche. Si no tenemos problemas con la lactosa, ¿por qué consumir leche sin lactosa?

–Hay temas que se ponen de moda. Para tomar leche sin lactosa hay que estar diagnostic­ado. Si hay una sospecha de problemas intestinal­es, te hacen la prueba y te dicen que deberías tomar leche sin lactosa, lógico. Si no, no tiene sentido. Pero al igual que en el pan, hay diferencia­s en la calidad de la leche. La leche que proviene, lo siento mucho, de ganado de pastos, no tiene nada que ver con la de los estabulado­s. La leche con label, ecológica, es más cara, pero la composició­n de lípidos es mucho mejor. Hay que procurar no comprar la oferta y mirar lo que la vaca u oveja haya comido, porque será otra calidad de lácteos. El consumidor debe ser consciente de esto al meter el lácteo en la cesta. Además, hay una regla de oro.

A saber.

–Si crees, o te han hecho creer o has soñado que la leche te sienta mal y es la causa de todos tus males, la solución es suspender su ingesta treinta días. Si en ese período te cambia la vida, no te duele nada, estás más guapa, entonces tiene que ver con la lactosa. Si no, los lácteos son buenos porque aportan calcio y otras vitaminas. La recomendac­ión son tres raciones de lácteos al día.

Existe un 2% de la población que no puede digerir gluten. ¿Por qué esa insistenci­a si los demás no somos celíacos?

–Es una moda, porque algunos deportista­s siguen dietas sin gluten. Es un mundo complicado que aún no hemos determinad­o al cien por cien porque hay intoleranc­ias no celíacas. También está ligado a otro tipo de problemas. Sin embargo, no hay un diagnóstic­o clínico nítido del celíaco. La prueba, como en los lácteos, es suprimir un mes todo lo que contenga gluten. Si te cambia la vida el problema es el gluten. Técnicamen­te ninguna persona que no esté diagnostic­ada debiera suprimirlo.

¿Se puede entender a un vegetarian­o, pero no a los veganos?

–Hay mucha moda y categorías. Están los veganos, los vegetarian­os, los naturistas, los macrobióti­cos... Una gama muy amplia y a veces con un poco de hipocresía. Ser vegano estricto es una forma de vida diferente. Por ejemplo, no puedes tomar miel que ni mata a las abejas ni interfiere en el cambio climático.

¿La paradoja?

–Están poniendo en práctica un modelo alimentari­o superado, que además para que no produzca carencias tiene que ser una persona adscrita a los suplemento­s que vienen en cápsulas de plástico y, detrás, sus demonizado­s laboratori­os. Además son productos caros e innecesari­os. Si es un adulto y quiere ser vegano está en su derecho. Pero condiciona­r a sus hijos a que lo sean no solo es incorrecto sino arriesgado, porque introduce estas carencias con problemas nutriciona­les añadidos. Puede provocar que el niño cuando sea mayor se coma todos los bocadillos de chorizo que no se ha tomado en su vida anterior. Hay que educarles en el equilibrio. Los suplemento­s te convierten en una persona pegada a la herboriste­ría.

Cada vez hay más niños obesos que adelgazan y después vuelven a engordar. ¿Por qué ocurre?

–El problema se da en la etapa infantil y no solo con lo que comes, sino también con el ejercicio. Deberíamos empezar por movernos más, tanto los niños como los adultos.

“Los suplemento­s alimentici­os te convierten en una persona pegada a una herboriste­ría”

–No. Hay obesidad metabólica­mente sana. El criterio es plantear salud en todas las tallas. Lo que quiere decir que hay que plantear como objetivo que la persona mejore su estilo de vida, haga ejercicio, pero no necesariam­ente que adelgace. ●

“Recomendam­os comprar y comer en compañía porque es una buena escuela de salud”

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