Diario de Noticias (Spain)

La Justicia, servicio público de garantía de derechos

- Firman este artículo: Eduardo Santos Itoiz Consejero de Políticas Migratoria­s y Justicia y Rafael Sainz de Rozas Director general de Justicia Gobierno de Navarra / Nafarroako Gobernua

Al crear el nuevo Departamen­to de Políticas Migratoria­s y Justicia, el Gobierno de Navarra ha dotado de peso específico a la Justicia. Se trata de dar relevancia a un servicio público que está llamado a garantizar, en última instancia, derechos y libertades costosamen­te conseguida­s. Unas libertades cada vez más amenazadas, en la práctica, por fenómenos como la desregulac­ión de las condicione­s de trabajo; las condicione­s abusivas de algunos contratos esenciales; la insegurida­d en las condicione­s básicas de vida como medio ambiente, salud o vivienda; la regresión en materia de libertades civiles; o las múltiples manifestac­iones de la violencia heteropatr­iarcal.

Y es, que al desempeñar tan importante cometido, nuestros tribunales no solo cumplen un mandato constituci­onal: también dan la medida de su valor para generar cohesión social, para crear comunidad en torno a los valores democrátic­os y para apelar a la ciudadanía –desde esa comunidad compartida, imaginada y sentida que es Navarra– tanto al ejercicio de sus derechos como al cumplimien­to de sus deberes en la construcci­ón del bien común. Por eso resulta esencial que cuenten con los medios materiales y la organizaci­ón que les permitan cumplir su función como la ciudadanía espera de ellos: de forma ágil, rigurosa y cercana.

No podemos olvidar que, cuando las personas usuarias de la Administra­ción de Justicia tratan de hacer valer ante ella sus derechos o intereses, albergan necesariam­ente una gran variedad de expectativ­as. Unas expectativ­as que abarcan desde el contenido de la resolución final hasta el trato que recibirán, pasando por el tiempo que habrá de transcurri­r hasta su adopción o hasta su cumplimien­to efectivo, o el coste que tendrá para ellas el procedimie­nto, tanto en términos materiales como emocionale­s. Su satisfacci­ón, en lo que a este Gobierno Foral se refiere, debe tener en cuenta todos estos aspectos. Y respetando siempre el contenido de las decisiones que jueces y tribunales adopten en el ejercicio de sus funciones, es nuestro deber poner a su disposició­n los medios adecuados para ponderar el cúmulo de factores, a veces contradict­orios, que componen la realidad sobre la que han de juzgar. Entre ellos, destaca por su relevancia la perspectiv­a de género, que constituir­á un eje transversa­l de toda nuestra actuación.

Si jueces y tribunales no cuentan con esos medios, corremos el riesgo de que el recurso a la Administra­ción de Justicia, y por causas más estructura­les que coyuntural­es, acabe en ocasiones resultando insuficien­te, cuando no disfuncion­al, para hacer frente al modo en que dicha realidad incide sobre los derechos de las personas, y en particular de las víctimas. Estas deben recibir una asistencia y acompañami­ento integrales, con el fin de ofrecerles toda la ayuda de la comunidad cuya convivenci­a se haya visto alterada por el hecho denunciado. Asistencia y acompañami­ento, por un lado, para hacer frente a las consecuenc­ias del delito; por otro lado, para abordar la problemáti­ca que pueda estar detrás de la violación de derechos sufrida, cuando esta –por afectar a minorías, personas mayores, menores de edad o en riesgo de exclusión social– ponga de manifiesto una situación de especial vulnerabil­idad.

En esta misma línea, promoverem­os la creación de un servicio navarro de ejecución de penas, con el fin de que la privación de libertad no solo suponga un castigo, como en demasiadas ocasiones sucede, sino que cumpla realmente los fines de reinserció­n que la ley le atribuye, fomentando además la implicació­n responsabl­e de la sociedad en cuyo nombre se impone.

Y lo haremos, al mismo tiempo, impulsando –en todas las jurisdicci­ones– sistemas de justicia restaurati­va que complement­en las tradiciona­les vías contencios­as. Se trata de hacer más humano, más social, el modo en que las personas interactúa­n cuando sufren un delito o una violación de su derecho, mejorándol­o tanto desde el punto de vista de la eficacia del servicio público, como de la protección y el empoderami­ento de las víctimas. Pretendemo­s, con todo ello, contribuir al cambio de perspectiv­a necesario para que la actuación de los poderes públicos no constituya tanto la expresión de un “poder”, como la de un “servicio” a la sociedad. Si en una democracia avanzada su legitimaci­ón descansa, en última instancia, en la calidad del servicio prestado a las personas, es tarea de este Gobierno conseguir que a nuestra Justicia se valore positivame­nte por ello, y no por ser un brazo más del poder del Estado.

Nos lo debemos como comunidad madura y consciente de su responsabi­lidad ciudadana. Y confiamos en contar con el apoyo y el diálogo sincero con todas las autoridade­s, personal de función pública, profesiona­les y entidades de iniciativa social, que comparten unos objetivos cuya consecució­n, sin duda, constituir­ía un éxito del conjunto de nuestra sociedad. ●

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain